La Comisión Europea intenta salvar la negociación del que sería el mayor acuerdo de libre comercio del planeta, el TTIP que negocia con Washington y afectaría a un mercado de más de 800 millones de personas, así como a los dos bloques económicos más importantes del mundo, que suman el 60 por ciento del PBI mundial.
Su alcance, que podría marcar los estándares de las relaciones comerciales mundiales durante décadas, lo convierte también en el más criticado.
A pesar de que varios gobiernos piden paralizar la negociación, la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, dijo a finales de agosto que “las negociaciones no han fracasado” y defendió que el brazo ejecutivo de la UE tiene el mandato de los 28 países del bloque, los cuales lo renovaron a finales de junio.
Malmström añadió que las negociaciones “están siendo difíciles”. Un portavoz de la CE explicó que sus servicios siguen con las negociaciones. “Tenemos un mandato claro de los Estados miembros; no negociamos para debilitar nuestros estándares europeos, sino que queremos el reconocimiento universal de esos estándares”.
Los críticos del acuerdo acusan a Bruselas de estar rebajando la normativa europea para hacerla acorde a la estadounidense en materias como la protección medioambiental, la seguridad agroalimentaria o la resolución de diferendos entre multinacionales y gobiernos.
Pero el viento político –con elecciones presidenciales en Francia el próximo mes de mayo y en Alemania en el otoño del 2017, además de la salida del presidente estadounidense Barack Obama– cambió y el TTIP está contra las cuerdas.
Una victoria de Hillary Clinton lo haría más difícil. Y si el ganador en noviembre en Washington fuera el republicano Donald Trump, el TTIP habría muerto.
Los golpes contra la negociación arrancaron con fuerza cuando el viceprimer ministro alemán y líder de los socialdemócratas, en coalición en el gobierno de Angela Merkel, Sigmar Gabriel, dijo que las negociaciones habían fracasado.
Por su parte, Merkel no se pronunció en los últimos días, pero antes del receso vacacional de agosto había defendido las bondades de un acuerdo comercial con Estados Unidos.
Tras las críticas de Gabriel, al TTIP le llegó la puntilla cuando el ministro de Comercio francés, Matthias Fekl, anunció que su gobierno pedirá oficialmente el fin de las negociaciones en la próxima reunión de ministros europeos de Comercio, la cual se debe celebrar el 23 de septiembre.
Según el ministro, Francia pide “la paralización, simple y definitiva, de esas negociaciones porque se desarrollan en la opacidad. Hay que pararlo para volver a empezar las discusiones desde una buena base”. Fekl añadió que mientras Europa va cediendo en la negociación, “los americanos no dan nada o dan solo migajas”, y “no es así como se debe negociar entre aliados”. Por su parte, el primer ministro belga también pidió que se suspendan las negociaciones.
El TTIP se negocia desde el 2013. Entonces, el expresidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso llegó a afirmar que habría un acuerdo antes del final de su mandato, que acabó en mayo del 2014. Bruselas promete que su puesta en marcha generaría a largo plazo dos millones de empleos en el bloque y aumentaría a mediano plazo el PBI en un 0,5 por ciento anual.
Las negociaciones siguen desordenadas. Se han producido 14 “rondas negociadoras” –tanto en Bruselas como en Washington– sin lograr ni un acuerdo sobre los casi 30 capítulos que se discuten.
La 15.ª ronda será en EE. UU. la primera semana de octubre. Pero EE. UU. no quiere abrir a las empresas europeas sus contratos públicos, y Europa no quiere poner más a disposición de las estadounidenses los mercados agroalimentarios europeos.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO