Con la frase de No tinc porc (No tengo miedo, en catalán) como escudo, España afronta las horas posteriores a los atentados que dejaron 13 muertos en Las Ramblas, de Barcelona, y luego uno en el puerto de Cambrils, Tarragona, donde la policía mató en un auto a cinco sujetos que, como parte de una red de unos 12 terroristas, intentaron continuar con el pánico en la madrugada del viernes.
Hay dudas sobre la posibilidad de que uno de ellos fuera el conductor fugado de la camioneta que arrolló, horas antes, a los peatones en la popular zona de Las Ramblas, en la capital catalana.
Entre los 12 terroristas, cuatro fueron detenidos entre el jueves y el viernes y uno sigue en paradero desconocido. Se trata de trata de Younès Abouyaaqoub, un marroquí de 22 años del que fue difundida una fotografía. La policía identificó formalmente los cuerpos de tres de los cinco abatidos: Moussa Oukabir, Said Aallaa y Mohamed Hychami, marroquíes de 17, 18 y 24 años de edad respectivamente, todos habitantes de Ripoll, una localidad del norte de la región, según la policía.
Los otros sospechosos fueron identificados pero no detenidos.
El jefe de los Mossos d’Esquadra (la policía catalana) asegura que la célula yihadista tenía como base la tranquila localidad de Alcanar, Tarragona.
El atentado de Cambrils se produjo a primeras horas del viernes, cuando un carro con cinco ocupantes se saltó un control de la policía en el paseo marítimo de esa localidad turística atropellando a cuatro personas y embistiendo a un vehículo policial. Los pasajeros se bajaron con puñales, machetes y un hacha y atacaron a algunas personas presentes.
Un miembro de la policía abatió a cuatro terroristas. El quinto cayó poco después a causa del tiroteo.
Los hechos, que tuvieron lugar en Barcelona y Cambrils están relacionados con el derrumbe de un edificio en la madrugada del jueves en Alcanar, donde se produjo una explosión de gas. Se cree que en ese lugar se manipulaban explosivos que iban a ser usados en un gran atentado.
Según la policía, tras dicho accidente, la célula tomó la decisión de replicar la modalidad de atentados que se han cometido en Niza y Londres, entre otras ciudades, utilizando camiones o furgonetas para embestir a las poblaciones congregadas de forma masiva.
Más de cien mil personas se reunieron el viernes en la plaza de Cataluña en Barcelona –donde comienzan Las Ramblas– para guardar un minuto de silencio por las víctimas de los atentados, pertenientes a 35 nacionalidades, entre ellas un colombiano.
Tras los sesenta segundos, la gente rompió en aplausos y llantos. Comenzó a corear la frase de indignación No tinc porc, que luego retumbó por el resto del país y se ha convertido en el lema que demuestra la entereza de una población que no se rinde ante el terrorismo.
Las principales autoridades del país estuvieron presentes: el presidente del gobierno, Mariano Rajoy; el rey Felipe VI, el presidente de Cataluña, Carles Puigdemont; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y dirigentes políticos como Pedro Sánchez, secretario del Partido Socialista Obrero Español; Albert Rivera, de Ciudadanos y Pablo Iglesias, de Podemos.
La asistencia de todos constituyó una imagen de unidad tras los momentos de tensión política que se han vivido entre Cataluña y Madrid por la convocatoria ilegal a una consulta independentista convocada por Puigdemont para el primero de octubre.
España, con el presidente Rajoy a la cabeza, ha recibido mensajes de apoyo de todo el mundo. Con un trino se refirió al del presidente de Colombia: “Gracias a Colombia y Argentina por vuestra solidaridad con España. Acabo de conversar con los presidentes Juan Manuel Santos y Mauricio Macri”, informó.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también condenó el ataque terrorista mediante Twitter y aseguró que hará “lo que sea necesario para ayudar”. Aconsejó además ser fuertes y terminó con un We love you (los queremos).
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo a los medios: “Todos estamos unidos en el profundo duelo por la gente a la que le robaron brutalmente la vida en un bonito día de verano”.
Al menos tres de los fallecidos en el atentado provenían de Alemania. Barcelona es uno de los destinos turísticos preferidos de ese país.
En Moscú y en otras capitales del mundo, incluida Bogotá, varias personas rindieron homenajes o llevaron flores a las embajadas de España.
Los países europeos saben que deben permanecer unidos ante esta amenaza global que es casi imposible de controlar
Un colombiano que resultó herido en el atentado del jueves en Barcelona fue dado de alta el viernes.
El joven, cuya identidad no fue revelada a pedido de su familia, fue sometido a los exámenes médicos de rigor, según informó la Cancillería colombiana en un comunicado. El colombiano sufrió “algunos golpes ocasionados por la estampida de las personas que se encontraban en La Rambla de Barcelona”, dice el informe de la Cancillería. “Tenía golpes y contusiones”, dijo la cónsul en Barcelona, Diana Celis. Dos colombianos aún no han podido ser contactados.
Juanita Samper Ospina
Corresponsal de EL TIEMPO
AFP. La apacible localidad rural de Ripoll, en el norte de Cataluña, vive con sentida consternación que tres de sus vecinos sean sospechosos de los atentados de Barcelona y Cambrils. “Que los tengas de vecinos toda la vida y que te acaben haciendo esto...”.
María, una camarera, no salía de su asombro. Las detenciones dieron pie a momentos de crispación, con insultos, amenazas y empujones de algunos ripolleses a quienes hasta hace poco consideraban unos vecinos correctos y discretos. Varias viviendas de la zona fueron registradas, la última de ellas en la Plaza Grande, cuyas terrazas de cafés se llenaron para asistir al espectáculo del trasiego de policías enmascarados.
El camarero de uno de esos cafés aseguró que había servido cerveza a los sospechosos en varias ocasiones. La última vez, hace dos días. “Venían a tomar cerveza en otro bar de la plaza en el que trabajé. Hace dos días vinieron, dos de ellos y un niño, tomaron una Heineken, un café con leche y el niño un zumo”, explicó.
Como casi todos los entrevistados, habló de clientes normales que se comportaban bien. “Claro que sorprende”, explicó Albert Batlle, un cliente de otro café. “Estas cosas sueles verlas en la televisión ocurriendo en otros países y siempre crees que les seguirán ocurriendo a otros. Y ya te afecta, entonces no digamos cuando ocurre en Barcelona y es obra de gente de Ripoll”.
Batlle cree que es el momento de que los gobiernos de Cataluña y España colaboren y “se dejen de tonterías”, en una alusión al debate sobre la independencia.
AFP
Comentar