Pocos dudan en Alemania de que el Partido Demócrata Cristiano (CDU) le volverá a abrir el camino a Angela Merkel para que vaya por su cuarto mandato de cuatro años.
Todas las encuestas le dan hasta ahora entre un 34 y un 38 por ciento en intención de voto, lo que la convierte en la primera opción. Pero no se trata solo del apoyo de los democristianos. Hay muchos otros factores que hacen imbatible a Merkel. Un factor es el sistema político. Es un sistema parlamentario, con un papel de liderazgo claro de los partidos y transparencia en los procesos. Siempre gobiernos de coalición. Desde que se creó la República Federal Alemana, en 1949, este país, que hoy tiene 80 millones de habitantes, ha sido gobernado por coaliciones. Claro, por coaliciones en su mayoría lideradas por el partido de Merkel, que solo ha perdido 3 de las 18 elecciones desde entonces y ha estado por 48 años en el poder.
El Partido Socialdemócrata (SPD), segundo en importancia histórica, el que más tendría la posibilidad de desplazar al CDU, se ha consolidado como gregario (ha acompañado a Merkel en dos gobiernos), lo que le ha impedido ser alternativa.
Las encuestas le dan al SPD un promedio del 23 por ciento en intención de voto, y las apuestas se encaminan a que será de nuevo aliado de Merkel en su cuarto mandato. Alemania goza de una alta participación en las urnas. De los 62 millones de personas aptas para votar, el 70 por ciento participará en estas elecciones. Y el 30 por ciento enviará su voto por correo.
Martin Schulz, candidato del SPD y quien al comienzo de este año llegó a amenazar, según algunas encuestas, el liderazgo de Merkel, no tiene aceptación. Schultz no tiene una aureola de éxito.
La personalidad de Merkel es en cambio arrolladora. La revista ‘Forbes’ la declaró en 2016, una vez más, la mujer más poderosa del mundo.
Los alemanes han visto cómo Merkel ha llevado a su país a convertirse en la primera potencia europea, por encima de Reino Unido y Francia. Tiene una tasa de desempleo del 3,7 por ciento, crece a un ritmo de 2,2 por ciento y hoy por hoy es la líder del continente.
Merkel seguirá en el poder porque los alemanes sienten que no quieren cambiar. Según una encuesta de hace dos semanas, solo 7 por ciento de los ciudadanos de este país se mostraron inclinados por el cambio. La mayoría dijo que se siente “bien”.
La señora Merkel, con sus 63 años, goza además de una personalidad arrolladora que infunde confianza. Seguridad. Es sencilla. Aún vive en el apartamento personal de muchos años, en Berlín. Suele comprar alimentos, ella misma, en el supermercado del piso que queda debajo de su residencia. Es austera. Merkel habla poco, pero cuando toma decisiones es contundente. Da el zarpazo. Pero hay otra cosa clave: los alemanes aman la democracia, aquí no se ven campañas negativas.
Los analistas no salen de su asombro porque, hace dos semanas, Merkel y Schulz se encontraron en un debate y el encuentro parecía una cita de amigos. Reconocían la bondad del otro, se hacían venias. Entonces, con un sistema político que no privilegia los extremos, una economía pujante, una sociedad amante del centro y una líder que sabe ser blanda cuando puede y dura cuando toca, los alemanes no tienen muchas ganas de cambiar.
EDULFO PEÑA
Enviado Especial EL TIEMPO*
Berlín
* Invitación de la Fundación Konrad Adenauer
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