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Elecciones Estados Unidos 2020

Trump lanza una nueva campaña para intentar anular las elecciones

El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump.

Foto:Oliver Contreras. EFE

El mandatario trata de revertir los resultados de los comicios para antes del 14 de diciembre.

Sergio Gómez Maseri
Los esfuerzos de Donald Trump por impedir que los estados certificaran la victoria de Joe Biden en las pasadas elecciones se hundieron este martes ocho de diciembre, último día que establece la ley para confirmar los resultados y dirimir conflictos.
Y es algo que se debe corroborar este próximo 14 de diciembre, cuando el Colegio Electoral se reúna para ungir al nuevo mandatario.
Pero antes que aceptar lo inevitable, el presidente ha lanzado un nuevo asalto contra la democracia estadounidense.
Ahora -dijo esta semana-, la estrategia es “anular” las elecciones como un todo. Eso luego de que cortes en todo el país rechazaran por falta de evidencia y méritos las casi cincuenta demandas que interpuso y que los recuentos que pidió en varios estados terminaran confirmando los resultados iniciales que lo dieron como perdedor.
Una de las vías para lograr la “anulación” que ahora predica es a través de una nueva demanda ante la Corte Suprema de Justicia elevada por el Fiscal General de Texas y a la que se han sumado Fiscales Generales de otros 16 estados donde Trump ganó en los pasados comicios.
La demanda es bastante arbitraria y, según expertos, tiene muy pocos chances de prosperar. Pero el peso que han puesto tras ella los estados y el hecho que será decidida por una corte de mayoría conservadora en la que hay tres miembros nombrados por el propio presidente, genera cierta incertidumbre.
La demanda del Fiscal de Texas es contra el proceso electoral en Georgia, Míchigan, Wisconsin y Pensilvania, cuatro estados que Biden ganó y que le dieron la Casa Blanca. Y lo que alega es que estos estados implementaron cambios en su sistema de votación que se prestaban para un posible fraude. En particular, hablan de la expansión del voto por correo para acomodarse a las restricciones que planteaba la pandemia del coronavirus.
Campaña de Trump

Campaña de Trump

Foto:Efe

Y que, por lo tanto, los votantes de su estado -que favorecieron a Trump- se vieron afectados.
Hay que aclarar, de entrada, que en cada uno de estos estados Trump ya había elevado demandas argumentado más o menos lo mismo. Pero las cortes, compuestas por jueces conservadores y liberales, las tumbaron por inconstitucionales y superfluas.
Una de estas demandas, elevada en Pensilvania por una congresista republicana, fue rechazada esta misma semana por la Corte Suprema de Justicia, que ni siquiera quiso considerarla y dejó en vigor la decisión previa de la corte superior en este estado.
El supremo no explicó su decisión. Pero ninguno de los jueces -son nueve miembros y seis son conservadores- estuvo en desacuerdo ni ofreció una opinión de disenso.
Lo cual, en el sistema judicial estadounidense, encierra un claro mensaje.
Pero sí se conoce la posición de la corte estatal, que también está conformada por una mayoría republicana.
Y básicamente tiene dos ejes centrales. La primera es que los cambios que se adoptaron en este estado fueron aprobados por el Congreso estatal, la única autoridad que tiene el poder de hacer modificaciones al sistema electoral. Un Congreso, además, controlado por republicanos. Es decir, fueron constitucionales y los jueces no tienen poder alguno para entrar a dirimir.
La segunda es que esos cambios se dieron mucho antes de las elecciones. Según la corte, pedir la anulación de esas modificaciones cuando las elecciones ya pasaron equivaldría a anular los votos de millones de personas que votaron bajo unas reglas de juego aprobadas previamente por las autoridades.
En el caso de los 17 Fiscales Generales el recurso empleado es aún más extremo pues se le está pidiendo a la corte que intervenga para anular los resultados no de sus estados sino en cuatro otros que, además, ya certificaron el triunfo de Biden.
Atacando, además, un derecho primario y defendido siempre por la jurisprudencia conservadora: que los estados son independientes y libres a la hora diseñar su aparato electoral.
De hecho, esta es la razón por la cual en EE. UU. todos los estados tienen un sistema diferente a la hora de elegir a sus autoridades.
El propio John Coryn, uno de los dos senadores republicanos que representan a Texas en el Senado nacional, puso en entredicho la movida de su Fiscal General.
“En realidad me cuesta mucho trabajo entender esta teoría legal. ¿Por qué un estado como Texas, por más maravilloso que sea, tendría derecho a interferir en la manera como otro estado administra sus elecciones? Puede que no nos guste, o les parezca injusto que eso lo determinen las autoridades estatales, pero ese es nuestro sistema”, dijo Coryn.
Aun así, Coryn está entre los pocos de su partido que ha denunciado la movida de Trump.
La teoría, que es la misma que se usa para explicar por qué no se han opuesto a las descabelladas demandas o su presión a políticos para que desconozcan el resultado de las elecciones y le den la victoria, es que temen una represalia del presidente y la enorme base del partido que lo respalda.
Y ahora, antes esta nueva embestida, optan nuevamente por mirar para otro lado a la espera de que sea la Corte la que desinfle los esfuerzos de Trump sin pagar ellos el precio.
Pero su silencio ha permitido que tomen fuerza las teorías de conspiración y un clima de hostilidad entre votantes republicanos que es causa de gran alarma.
En su editorial de este jueves, el Washington Post advierte que EE.UU. puede estar a un paso de una tragedia.
Estadounidenses emiten su voto en un colegio electoral en el Deep Run High School de Glen Allen, Virginia (Estados Unidos).

Estadounidenses emiten su voto en un colegio electoral en el Deep Run High School de Glen Allen, Virginia (Estados Unidos).

Foto:EFE

“Las mentiras del presidente Trump sobre las elecciones se han vuelto peligrosas y no solo por el daño que les producen a nuestras normas democráticas. Están provocando que aumente el riesgo de violencia física contra estadounidenses que hicieron su trabajo para garantizar unas elecciones justas y libres”, dice el diario.
Funcionarios demócratas y también republicanos han recibido amenazas de muerte en días reciente. Todas provienen de “trumpistas” furibundos que les exigen dar la victoria al presidente.
Uno de ellos es Chris Krebb, el republicano que Trump nombró como encargado de la Ciberseguridad durante las elecciones. Krebb fue de los primeros en rechazar el supuesto fraude y antes dijo que las elecciones habían sido las más seguras de la historia.
Trump lo destituyó por esas declaraciones.
Pero desde entonces él y su familia han sido objeto de múltiples amenazas de muerte. Esta semana, elevó una demanda contra uno de los abogados de Trump que pidió “descuartizarlo” y “fusilarlo”.
Y sus abogados denunciaron este miércoles la existencia de grupos que han surgido a través de redes sociales y que al parecer están planeando el asesinato de "traidores" come Krebb.
Kim Ward la jefa de los republicanos en el Senado de Pennsylvania, dijo también esta semana que tuvo que encabezar una carta enviada a la delegación de congresistas del estado en el Congreso nacional por temor a que su casa fuera ¨bombardeada¨ si se oponía.
En esa carta los republicanos les piden a los congresistas no aceptar el voto del Colegio Electoral en favor de Biden y nombrar en su lugar a representantes que le den el triunfo a Trump.
Y este fin de semana, decenas de manifestantes se aparecieron armados en la casa de la secretaria de Estado de Míchigan, Jocelyn Benson (demócrata) para exigirle reversar el triunfo del ex vicepresidente.
Benson se encontraba con su hijo de 14 años haciendo arreglos navideños cuando la turba apareció y les empezó a gritar que eran unos “asesinos”.
Algunos pocos esperan que la tensión baje una vez el Colegio Electoral se reúna este lunes y elija a Biden.
Pero otros creen que seguirá subiendo mientras Trump no le baje a la retórica y los líderes republicanos sigan dando oxígeno a sus amenazas.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON

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