Con o sin muro, las redes de narcotráfico han encontrado alternativas para transportar droga de un país a otro. Ya no basta con catapultas, sofisticados túneles, o incluso el método convencional de conseguir “mulas” de contrabando. El uso de drones (o Vehículos Aéreos No Tripulados, Vant) se ha convertido en un reto para el control del tráfico de drogas especialmente en regiones fronterizas.
El pasado 8 de agosto, en horas de la noche, la Patrulla Fronteriza de EE.UU. capturó a Jorge Edwin Rivera, un narcotraficante estadounidense que intentó pasar desde Tijuana, México, a San Diego, California, casi 13 libras de metanfetaminas con un dron. En su testimonio, Rivera aseguró que, desde marzo de este año, su aeronave logró pasar la frontera y enviar exitosamente al menos cinco paquetes con la aeronave.
Desde la década de los setenta, México y EE. UU han firmado varios acuerdos para la cooperación bilateral para contrarrestar el narcotráfico. No obstante, fue hasta 2008 que una política se instauró con larga duración. Hasta el momento, la Iniciativa Mérida, tratado internacional entre EE. UU, México y otros países de Centroamérica, ha regido las acciones que ambas naciones han tomado.
Como parte de la Iniciativa Mérida, se logró para 2016 la capacitación y formalización de 238,000 policías mexicanos federales, estatales y municipales, indicó el Informe sobre la estrategia internacional de control de Narcóticos de marzo de 2017 del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Actualmente, ya existen muros que separan a México y EE. UU, como el construido bajo el gobierno Clinton en los noventa para dividir la ciudad estadounidense de San Diego de la ciudad mexicana de Tijuana y el tramo de muro en el estado de Arizona. Sin embargo, el presidente Donald Trump insiste en construir uno en toda la frontera sur estadounidense para enfrentar la migración ilegal y el narcotráfico, incluso cuando su eficiencia no es tan clara con la irrupción de los drones en el panorama internacional.
A propósito, Trump visitó este martes al Cuerpo de Infantería Marina estadounidense en Yuma, Arizona para inspeccionar y celebrar las labores de vigilancia de hombres y mujeres con el dron Predator, usado para inspeccionar la región fronteriza con México. Si bien el gobierno estadounidense utiliza un avión no tripulado, manejado a control remoto, su naturaleza es distinta a la de uno comercial. Primero, su tamaño es más grande. Segundo, el prototipo Predator es un avión de largo alcance que permite tanto vigilar, como disparar misiles a gran distancia.
Los drones utilizados por los narcotraficantes son más pequeños que los que usa el gobierno de EE. UU. El que se incautó en la captura de Rivera fue uno profesional Matrice Pro, usado generalmente para filmar películas y programas de televisión. Sin embargo, los narcotraficantes manipulan la aeronave de modo tal que esta pueda transportar droga. El primer caso que se registró fue en 2015 y también fue en la frontera de Tijuana.
La DEA informó en su reporte anual que, si bien con un dron no se puede transportar una gran cantidad de droga, su uso para trasladar todo tipo de sustancias alucinógenas podría aumentar. A pesar de que las aeronaves no tripuladas fueron un invento de la Primera Guerra Mundial, su uso se ha venido popularizando en este siglo. Antes, su uso era principalmente para operaciones militares y de vigilancia, pero ahora prácticamente cualquiera puede obtener un dron para uso recreativo.
El dron Matrice Pro, utilizado por Rivera, pesaba más de 9 kilogramos, por lo que, según la Regulación de los sistemas de aeronave pilotada a distancia de 2015 en México, el dueño debía contar con una autorización para su operación. De igual forma, la norma también establece que todos los drones, independientemente de su peso, no podrán ser utilizados en la noche. Por su parte, la regulación estadounidense también reglamenta el uso de aeronaves no tripuladas exclusivamente para uso diario.
Las labores de vigilancia del uso de drones ahora más que nunca constituyen un reto para los países, sobre todo en el control de nuevas tecnologías que alteran el respeto a la soberanía estatal de un territorio nacional. Lo que es cierto es que las fronteras físicas no son suficientes para enfrentar el problema del tráfico de estupefacientes. Si el presidente Trump cumple con su promesa electoral de construir una frontera en todo el sur de Estados Unidos, tendrá que enfrentar las creativas alternativas que día a día los narcotraficantes encuentran para transportar su mercancía.
En noviembre del año pasado se conoció del caso en el que la Policía detectó a un grupo de narcotraficantes trasladando cocaína desde el pacífico colombiano hacia Panamá con un dron.
Según el general José Ángel Mendoza, director de antinarcóticos, ese fue el primer caso conocido en el que se trafica droga mediante esta modalidad.
El reglamento para las aeronaves pilotadas a distancia en Colombia, al igual que México y Estados Unidos, establece restricciones de horas de vuelo en la noche y limita a 25 kg el peso permitido para tener un dron.
ALEJANDRA MARTÍNEZ-RICO
Escuela de Periodism Multimedia EL TIEMPO
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