Como ha sucedido con casi todo su gabinete, el presidente electo, Donald Trump, volvió a causar profunda controversia este martes al nominar a Rex Tillerson como su nuevo Secretario de Estado.
Tillerson, de 64 años, es actualmente el presidente de ExxonMobile, quizá la empresa de energía más grande del mundo. Pero –como Trump– carece de experiencia alguna en el mundo de la diplomacia y, antes, está marcado por una serie de lunares que podrían complicar su confirmación en el Legislativo.
Con el nombramiento, en todo caso, se pone fin a varias semanas de especulaciones en torno a un cargo que es considerado la ‘joya de la corona’ en la burocracia estadounidense.
Paralelamente, el magnate neoyorquino también designó al exgobernador de Texas Rick Perry como su secretario de Energía.
Ambas nominaciones dejan prácticamente listo el equipo que acompañará a Trump en la presidencia una vez asuma las riendas de la Casa Blanca el 20 de enero del año entrante.
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Al anunciar a Tillerson, el presidente lo describió como una persona de “amplia experiencia y comprensión en materias de geopolítica”. Eso gracias a las relaciones que ha construido internacionalmente haciendo negocios a nombre de la petrolera a lo largo de las últimas tres décadas.
Pero son precisamente esos nexos los que le están causando problemas. Tillerman, al parecer, posee una estrecha amistad con el presidente ruso, Vladimir Putin. Un lazo que no generaría mayores inconvenientes de no ser por la polémica que se ha desatado en EE. UU. dada la supuesta intervención del Kremlin en las pasadas elecciones presidenciales.
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De acuerdo con múltiples reportes, la comunidad de inteligencia del país (que incluye a CIA, FBI y otras 14 agencias) ya concluyó que altos funcionarios del gobierno de Putin serían responsables del hackeo que sufrió el partido demócrata en el pasado ciclo electoral y que pudo haberles costado la presidencia.
Este fin de semana, 'The Washington Post' publicó otro informe según el cual esta misma comunidad también cree que tanto el espionaje como la filtración a los medios de información comprometedora tenían como objetivo favorecer a Trump.
El magnate lleva meses negando la participación de Rusia y ha defendido a Putin, a quien considera un amigo.
Además, ha catalogado las acusaciones recientes como “ridículas” y meras excusas para enlodar su triunfo. Pero su posición le está generando una férrea disputa con el Congreso, que es controlado por su propio partido.
Esta semana, un grupo de republicanos y demócratas en el Senado unieron fuerzas para exigir una investigación que llegue al fondo del asunto. Los dos partidos, que rara vez están en el mismo lado, fueron enfáticos en que las acusaciones son muy graves, ponen en riesgo la seguridad nacional y trascienden las líneas partidistas.
El nombramiento de Tillerson sin duda echará más leña a un fuego que ya de por sí se veía explosivo. “Ser amigo de Putin, sin duda, no es un atributo que quisiera en el nuevo Secretario de Estado”, dijo el senador republicano Marco Rubio. John McCain, otro peso pesado en este mismo partido, se refirió a Putin como un “maleante, criminal” y cuestionó cómo alguien podía ser amigo de semejante persona.
Los demócratas, por supuesto, están totalmente en contra de su selección. No solo por los lazos con Putin sino por el mensaje anticambio climático que se envía al escoger a una persona que representa al mundo de los combustibles fósiles. Y también existe un conflicto de intereses entre Tillerman y Rusia que será muy cuestionado en sus audiencia de confirmación.
En el 2013 Putin le entregó a Tillerson la Medalla a la Amistad, el reconocimiento más prestigioso que ofrece este país, luego de firmar un acuerdo para la explotación conjunta de hidrocarburos. Pero ExxonMobile no ha podido aprovechar los dividendos dadas las sanciones económicas que se le impusieron a Rusia en el 2014 tras su intervención en Ucrania y la anexión de Crimea. De acuerdo con Exxon, la compañía ha perdido más de mil millones de dólares desde entonces.
Dadas las profundas relaciones de Tillerson con la petrolera (lleva 40 años trabajando allí y tiene cuantiosas inversiones), se teme que podría empujar por el levantamiento de las restricciones. Se trata de un asunto muy delicado. Y quizá por ello miembros de ambos partidos sostienen que su confirmación es la más vulnerable de todas.
No solo porque tendrá que someterse a un duro interrogatorio en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, sino porque necesita el voto de por lo menos la mitad de los senadores para poder posesionarse. Actualmente en esta Comisión hay 10 republicanos y 9 demócratas. Es decir solo basta con que uno le retire su apoyo para hundir la nominación.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En twitter: @sergom68
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