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EEUU

Ruth Bader Ginsburg, una jurista para la historia

La jueza progresista de la Corte Suprema de EE. UU. Ruth Bader Ginsburg murió a los 87 años.

La jueza progresista de la Corte Suprema de EE. UU. Ruth Bader Ginsburg murió a los 87 años.

Foto:AFP

Reproducimos el obituario de la magistrada de la Corte Suprema de EE. UU., publicado en 'El Mundo'.

User Admin
La muerte de Ruth Bader Ginsburg (1933-2020) ha generado un gigantesco impacto emocional y político en los Estados Unidos.
El acontecimiento también representa un terremoto en la campaña electoral norteamericana, pero su figura y su legado trascienden la coyuntura del momento y del lugar, son globales y perdurarán en varias generaciones.
La gran partitura de su vida profesional fue la lucha por la igualdad de la mujer y el hombre ante la ley. Esa fue la principal razón por la que decidimos desde la World Jurist Association otorgarle el World Peace & Liberty Award.
En esa ocasión, la magistrada volvió a hablar de otra de las cuentas pendientes de nuestros sistemas: la independencia judicial. Una independencia que ella ha defendido en público y ejercido en lo personal a lo largo de toda su trayectoria, antes y después de su ingreso en el Tribunal Supremo de los EE. UU., cuando fue nominada por Bill Clinton y confirmada por el Senado en 1993.
Se coronaba así una trayectoria marcada por el ímpetu y la determinación que la llevaron del ostracismo intelectual al tribunal más importante de la Tierra.
Ginsburg y todas las personas a las que representaba empezaban a ganar la batalla por la igualdad.
La jueza Ruth Bader Ginsburg y el expresidente de EE. UU. Barack Obama.

La jueza Ruth Bader Ginsburg y el expresidente de EE. UU. Barack Obama.

Foto:Efe

Pude conocer a Ruth Bader Ginsburg pocos años después de su designación como magistrada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
En Madrid, en un almuerzo que organizó nuestro común amigo Richard Gardner, catedrático de Derecho en Columbia y entonces embajador de los EE. UU. en España, tuvimos nuestra primera conversación.
Ruth siempre estuvo abierta a personas distintas, jóvenes, de otras lenguas, religiones y culturas, así fue hasta el final.
Después la visité en varias ocasiones en Washington, pude conocer a su familia y finalmente tuve la ocasión de disfrutar de unos momentos inolvidables con Justice Ginsburg los días 6 y 7 de febrero de 2020.
Ella ya era un ícono mundial no solo del derecho, sino de la cultura. Su debilidad física combinada con su potencia intelectual y de propósito eran cool, fuertemente inspiradoras, para millones y millones de personas.

Ruth siempre estuvo abierta a personas distintas, jóvenes, de otras lenguas, religiones y culturas, así fue hasta el final

Fue en Washington, apenas unas semanas antes de que desplegara todo su poder destructor la pandemia global. Había por entonces terminado de leer su libro, My Own Words (Mis propias palabras), donde se recoge su trayectoria vital y de pensamiento. Tendremos que traducirlo y publicarlo en español.
En la cena que celebramos en su honor el día anterior a la entrega del premio, se desentendió de las personalidades, algunas con rango de jefe de Estado, y se dedicó a atender las preguntas y muestras de afecto de varias jóvenes que participaron.
Como anfitrión del evento, decidí, pensando en las dos mujeres, sentar a su lado a mi hija Arancha, de 19 años de edad, con la que tuvo una larga y amable conversación. Ambas me lo agradecieron en repetidas ocasiones. El protocolo y la parafernalia la aburrían soberanamente.
Uno de los temas sobre el que pudimos conversar fue su interés en conocer al papa Francisco. Le fascinaba. Quedamos en organizar un encuentro en Santa Marta, sin protocolo, en el siguiente otoño. La idea era que yo trataría de conseguir la cita, e incluir a media docena de jueces relevantes de Europa, Latinoamérica, África y Asia, y ella invitaría a (John) Roberts, presidente de la Corte, y a otros magistrados del Supremo.
Primero la pandemia y luego su muerte han impedido culminar ese proyecto.
Aquella noche mágica, en el hotel Watergate, donde ella vivía, Ginsburg, con una mirada empática y una sonrisa llena de afecto, le dijo con una voz suave pero llena de sabiduría a Arancha: “Serás aquello que quieras, siempre que trabajes con perseverancia y pasión en tu sueño. No permitas que nadie se interponga en tu camino para convertirte en la mujer que desees”. Para que eso pudiera ser posible había librado el combate de la vida.
Al día siguiente pude entregarle el World Peace & Liberty Award, que había sido recibido previamente por sir Winston Churchill, Rene Cassin, Nelson Mandela, y el rey Felipe VI, apenas un año antes en el Teatro Real de Madrid. Lo recibió con seriedad, hasta que pedí a algunas chicas que la acompañasen, la hija de Judy Perry Martínez, Arancha y Leah subieron para acompañarla en el estrado y volver a entregarle la estatuilla. Entonces, sí surgió la chispa en la mirada y la sonrisa afectuosa.
El que muchos consideran el premio Nobel del Derecho no había sido otorgado nunca a una mujer, y Ruth era claramente la persona para recibirlo. Propuse su nominación al Board de la WJA nada más ser elegido su presidente, y se acordó concedérselo por unanimidad.
Los juristas del mundo teníamos una deuda de reconocimiento con el movimiento por la igualdad de la mujer.
Durante el debate que mantuvimos los tres tras la ceremonia de entrega, incluida la presidenta de la American Bar Association, Judy Perry Martínez, Ginsburg nos recordaba que, en esencia, el Estado de derecho se define “como el gobierno de las leyes y no de los hombres” y advertía que “es el Estado de derecho el que debe controlar nuestros destinos siempre y bajo cualquier circunstancia”.
Hemos perdido a una gran mujer y a una descomunal magistrada. La vida es efímera, pero los ideales perseguidos con convicción, autenticidad, moderación y valentía permanecen.
RBG ha muerto. Descanse en paz una mujer llena de talento y coraje, tras una vida intensa de familia y trabajo, entregada a sus ideales. No siempre los he compartido todos. Pero ha sido para mí y para tantos un ejemplo de coherencia y liderazgo, una admirable luchadora por la igualdad, una jurista para la historia.
JAVIER CREMADES
*Abogado y presidente de la World Jurist Association
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