Hillary Clinton y Donald Trump se enzarzaron en una guerra de acusaciones sobre racismo mientras intentan ganar el voto de hispanos y negros.
El candidato republicano a la vicepresidencia, Mike Pence, consideró este domingo que las acusaciones de racismo de los demócratas “suenan desesperadas”, pero lo cierto es que los afilados dardos han salido de ambas campañas. El alud de insultos comenzó el miércoles, cuando Trump dijo que Clinton es “una racista que ve a la gente de color solo como votos, no como seres humanos que merecen un futuro mejor”.
La candidata demócrata replicó enseguida afirmando que el magnate “cortejó a los supremacistas blancos” y “ha diseminado el racismo”. También acusó a su rival de “haber normalizado a los grupos de odio y ayudado a los radicales a dominar el Partido Republicano” con su “campaña construida sobre el prejuicio y la paranoia”.
El viernes, el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine, indignó a Trump al decir que el magnate “tiene seguidores como David Duke conectados con el Ku Klux Klan que dicen que es su candidato”.
Sin embargo, el sábado, Trump reavivó la polémica al retuitear un mensaje de dos seguidoras negras que hablan en algunos de sus mitines y que relacionaban a Clinton con un antiguo miembro del Ku Klux Klan.