Gran sorpresa causó Estados Unidos al nominar a Mauricio Claver-Carone como su candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Sorpresa y algo de malestar en la región pues, al hacerlo, el presidente Donald Trump rompió con una tradición no escrita en la historia del BID, según la cual se trata de un cargo que debería recaer en un latinoamericano.
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Claver-Carone-Carone es el actual asesor para la Seguridad Nacional en el Hemisferio Occidental de la Casa Blanca y tendría prácticamente asegurado su nombramiento dado que EE. UU. es dueño del 30 por ciento de las acciones del banco y no se perfila ningún candidato o país con la influencia suficiente como para desafiarlo.
Fundado en 1959, el banco está compuesto por 48 miembros, de los cuales solo 26 –todos latinoamericanos– pueden acceder a préstamos de la institución y poseen el 50,2 por ciento de las acciones.
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Luis Alberto Moreno es el actual presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Mauricio Dueñas / EFE
Los otros 22, entre ellos EE. UU., países europeos y asiáticos, aparecen solo como donantes, pero tienen el otro 49,8 por ciento y por lo tanto una silla en las grandes decisiones.
En sus 61 años de existencia, ha tenido solo cuatro presidentes: el exministro de Hacienda de Chile Felipe Herrera, el ex secretario de Hacienda de México Antonio Ortiz Mena, el excanciller de Uruguay Enrique Iglesias, y el ex ministro de Desarrollo colombiano Luis Alberto Moreno, cuyo último período en el banco culmina en septiembre.
Fecha en la que está prevista la Asamblea General del BID, que estaba prevista en Barranquilla y donde se elegiría a su reemplazo.
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Dadas las restricciones que existen por el covid-19, existe la posibilidad de que la reunión se dé de manera virtual y sean los representantes de los países en Washington los encargados de depositar los votos.
La experiencia de Claver-Carone, en comparación con sus antecesores, es más limitada. Antes de llegar al Consejo Nacional de Seguridad, el funcionario trabajó en el Departamento del Tesoro y fue representante de EE. UU. ante el Fondo Monetario Internacional.
A los otros candidatos no los conocían mucho en la región. Tras las conversaciones que he tenido en las últimas 48 horas estoy aliviado y confiado por las posibilidades de que esto se dé
Nacido en La Florida, abogado de la Universidad Católica Americana, con estudios en Rollins Collage, Claver-Carone es de origen cubano y en sus años de vida pública ha dejado clara su profunda antipatía hacia el régimen comunista de los hermanos Castro y sus aliados de izquierda en la región. Recientemente ha encabezado la presión de la administración Trump frente al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
Aunque su elección no es todavía un hecho, Claver-Carone ya contaría con el aval de Brasil, Ecuador, El Salvador y Colombia, con quien tiene una estrecha relación.
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De hecho Claver-Carone-Carone, en sus primeras declaraciones públicas, dio por descontado que será electo en septiembre.
“A los otros candidatos no los conocían mucho en la región. Tras las conversaciones que he tenido en las últimas 48 horas estoy aliviado y confiado por las posibilidades de que esto se dé”, dijo Claver-Carone.
Pero el tema es complejo. Desde la época de la posguerra, cuando se consolidó el esquema de la banca multilateral, se estableció una especie de ‘acuerdo de caballeros’ en el que cada región asumiría el liderazgo en cada una de esas instituciones.

Desde que Trump llegó a la presidencia ha dejado claro no solo que desconfía de las instituciones multinacionales.
EFE
El Banco Mundial para EE. UU., el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los europeos, el BID para los latinoamericanos y el Banco Africano para el Desarrollo para los africanos.
La movida de EE. UU. en este sentido es inusual y rompe el molde. Los europeos, por ejemplo, podrían comenzar a cuestionar si Washington también tiene planeado un reto para asumir el control del FMI.
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O en otro terreno, podría abrir la puerta para que EE. UU. decida ir por la Secretaría General de la OEA, que también suele recaer en latinoamericanos. La explicación de Claver-Carone es que se trata de una decisión que sería buena para la región.
“¿Quieren ustedes que la economía más grande del mundo se asocie para el beneficio de la región donde vivimos? Creo que la respuesta es que sí”, sostuvo el funcionario.
Y se ventila la idea de que con EE.UU. a la cabeza, este país podría expandir el capital de financiamiento justo en momentos en que la región enfrenta la crisis económica que está causando el coronavirus.
Pero en el trasfondo hay más. Desde que Trump llegó a la presidencia ha dejado claro no solo que desconfía de las instituciones multilaterales sino que se siente maltratado por ser considerado un socio más cuando aporta a veces muchos más fondos que el resto. Sucedió con la OTAN, viene sucediendo en la ONU y acaba de pasar con la Organización Mundial de la Salud, de donde se acaba de retirar.
En otras palabras, en el mundo de Trump, si EE. UU. pone el 30 por ciento del capital del BID tiene derecho a ejercer mayoría. Y si bien antes lo hacía de manera indirecta –para llegar a la presidencia del BID ha sido necesario el aval de Washington–, ahora pretende ejercer un control más directo.
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Al mismo tiempo, en EE. UU. hay mucha preocupación por la expansión de China en la región a través de créditos, proyectos de infraestructura y otros negocios y siente que el BID le ha facilitado esa penetración.
China, que también es socia del BID, se ha convertido en fuente de disputas permanentes entre Washington y la actual dirigencia del Banco. De hecho, en esta capital se sabe que Claver-Carone y Moreno no son buenos amigos y han tenido varios desencuentros.
Ni Claver-Carone ni la administración Trump, por ejemplo, estuvieron de acuerdo con que se le ofreciera a China la posibilidad de organizar la asamblea del 2019 en Pekín. Y luego amenazó con boicotear la cita si el gobierno comunista no le extendía una invitación a la persona que nombró el presidente venezolano Juan Guaidó como su representante ante el BID.
China, que no reconoce a Guaidó sino a Nicolás Maduro, se negó a extenderle una visa y el BID terminó cancelando la asamblea a una semana de su inicio. Y Claver-Carone no esconde que parte de la arremetida de EE. UU. en el BID está asociada al rol que venía a jugando Pekín y su expansión en Latinoamérica.
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En el caso de Colombia, la salida del funcionario de la Casa Blanca tendrá cierto impacto para las relaciones bilaterales pues era muy cercano al embajador Francisco Santos y puerta de entrada al radar de Trump, con quien venían trabajando muy de cerca sobre Venezuela y en la lucha contra las drogas. Santos sigue siendo cercano al jefe de Claver-Carone –el Asesor de Seguridad Nacional Robert O´Brien– porque trabajaron juntos cuando este era el jefe antisecuestros en el Departamento de Estado. Pero aún así se pierde una línea directa con el presidente.
Su llegada al BID, no obstante, le podría beneficiar al actual gobierno de Iván Duque ahora que necesitará de la banca internacional para capotear la crisis. Al menos hasta noviembre, pues nadie sabe qué pasará en las elecciones presidenciales de EE. UU. y cómo afectaría esa relación un eventual triunfo del demócrata Joe Biden.
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SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON
En Twitter: @sergom68