Qué sigue ahora para Donald Trump tras su absolución de su segundo juicio de destitución en el Senado estadounidense es una gran interrogante. Lo único claro, por el respaldo que le volvieron a ofrecer los republicanos para salvarlo nuevamente, es que su estatus como líder del partido sigue siendo firme aunque ya no tan promisorio.
De entrada por que la absolución por 57 votos contra 43 (eran necesarios 67 para condenarlo) impidió que los demócratas pudieran forzar una medida para decretar la inhabilidad para aspirar a cargos públicos.
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En otras palabras, Trump puede aspirar nuevamente a la candidatura para las elecciones del 2024. Y más inmediato aún, tendrá un rol por jugar en las elecciones legislativas del 2022 donde empujará a candidatos que le han sido leales y tratará de castigar a los que no lo fueron. En particular contra los 10 representantes que autorizaron su juicio y los 7 senadores que votaron por castigarlo.
En sus primeras declaraciones tras el juicio Trump sugirió que pretende mantenerse vigente. "En los próximos meses tendrá mucho más que compartir con ustedes" y sigue comprometido con seguir adelante con este increíble proceso conjunto para "alcanzar la grandeza estadounidense para todos", dijo el ex mandatario.
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Se sigue hablando de que piensa montar un canal de televisión y sin duda tiene en mente otros proyectos empresariales para tratar de restablecer el golpe financiero que sufrieron sus negocios en estos cuatro años de Casa Blanca.
Pero el panorama tampoco luce tan despejado.
Por un lado, es evidente que Trump ha provocado una profunda fractura al interior del partido republicano y muchos, ahora que ya no está en el poder, han comenzado a tomar distancia y le apuestan a un gradual divorcio con el ex mandatario.
Y algo de eso ya comenzó a verse.
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Este fin de semana, por ejemplo, Nikki Haley la ex embajadora ante la ONU durante los años de Trump y ahora con aspiraciones presidenciales, dijo que Trump le había hecho mucho daño al país y que había llegado la hora de voltear la página. "Cometimos un error al seguirlo y eso jamás debe volver a suceder", dijo Haley.
Varios, de hecho, creen que el ex mandatario es tóxico para el partido y que su conducta post electoral, cuando trató de robarse cuatro años más en la Casa Blanca a punta de acusaciones falsas que pusieron a temblar el sistema democrático, lo terminaron de hundir.
Especialmente por su rol en la violenta toma del Capitolio del pasado 6 de enero, cuando una turba de sus simpatizantes intentó bloquear a la fuerza la certificación de la victoria de Joe Biden. Y creen, además, que una nueva candidatura de Trump sería desastrosa para el partido pues si bien sigue siendo popular entre la base republicana, provocaría una ola de rechazo enorme en el resto del país.
"Pese a resultar absuelto, el juicio de destitución y su comportamiento de estos últimos meses han sido mortales para Trump y su influencia dentro del partido ya comenzó a desaparecer. Todo mundo está listo para dejar estos años en el pasado. Y ese proceso se va a acelerar ahora que Trump ya no tiene poder y ni siquiera una cuenta de Twitter para comunicarse", afirma el analista republicano Bryan Lanza.
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Pero no todos lo ven así. Los más leales piensan que su absolución es un grito de batalla para una base que ha demostrado ser muy leal. Algo, sostiene, que también podría transferir a sus hijos Ivanka y Donald Jr., ambos con ambiciones políticas.
"El trumpismo sigue más vivo que nunca", afirma Jason Miller, uno de sus más altos asesores.
Por otro lado, el futuro de Trump tiene otra arista que podría complicar sus aspiraciones electorales. Ya sin las protecciones que otorga la presidencia, el líder republicano enfrentará un alud de demandas judiciales que podrían ponerlo contra la pared. Y hay algunas muy serias.
En Washington los fiscales preparan un caso en su contra por incitar a los manifestantes que asaltaron el Congreso, y en Georgia avanza otra investigación criminal por interferir en el proceso judicial de este estado. En Nueva York tiene varios procesos pendientes por evasión de impuestos y otras maniobras financieras mientras que el IRS avanza con una auditoría que le podría costar cientos de millones de dólares.
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Algo de eso lo sugirió el mismo Mitch McConnel, líder de los republicanos en el Senado. Si bien McConnel votó en contra de un castigo dejó claro su profundo malestar por el comportamiento del ex mandatario y dijo que Trump, ya en su vida privada, debería pagar por sus acciones.
"El ex presidente todavía es responsable por todo lo que hizo mientras estuvo en la Casa Blanca. No se ha escapado aún. Tenemos un sistema de justicia criminal en este país, y tenemos procesos judiciales y los ex presidentes no son inmunes a estos sistemas", dijo McConnel.
Curiosamente, esa una de las razones por las que Trump quiere retener el poder a toda costa. En la medida en que preserve su influencia dentro de partido será más difícil que avancen estos procesos sin el riesgo de un nuevo estallido social.
En cualquier caso, es evidente que el polémico ex mandatario no se esfumará de la noche a la mañana. Al menos no sin dar la pelea.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington