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EEUU

Eliminar patentes de vacunas, una nueva apuesta de Biden

El presidente electo de Estados Unidos, Joe 
Biden, recibió este lunes su segunda dosis de la vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech contra el covid-19.

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, recibió este lunes su segunda dosis de la vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech contra el covid-19.

Foto:AFP

Presidente desafía a las farmacéuticas pero empresas creen que movida es contraproducente.

En octubre del año pasado, la India y otras naciones menos favorecidas propusieron lo que en su momento sonaba lógico: eliminar, al menos temporalmente, los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra el coronavirus, que habían comenzado a dar resultados, para producir la mayor cantidad de dosis posible y así acabar con una pandemia que tenía arrodillado al mundo.
Pero la idea duró muy poco en el aire. EE. UU., entonces gobernado por Donald Trump, Europa y otros poderosos le dieron la espalda a la iniciativa y apostaron por contratos directos con las farmacéuticas para obtener de primeros el volumen que garantizara la inmunización de sus países.
Algo que fue duramente cuestionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros, por considerarlo un “acto egoísta” y una gran “falla moral” que tendría consecuencias catastróficas.
Ese muro, elevado por las naciones ricas y los laboratorios, comenzó a caer esta semana tras la decisión del presidente de EE. UU., Joe Biden, de respaldar una excepción transitoria de las patentes que hoy protegen los derechos intelectuales de empresas como Pfizer y Moderna, bajo el supuesto de que eso acelerará su fabricación y distribución.
Katherine Tai, la representante comercial del presidente demócrata, explicó así el giro estadounidense: “Esto es una crisis de salud global y las circunstancias extraordinarias que plantea la pandemia de covid-19 requieren también de medidas extraordinarias”.
Tedros Ghebreyesus, director de la OMS, catalogó la movida de Biden como “histórica y monumental” en la lucha contra el covid-19 y prueba del tipo de liderazgo que EE. UU. podía ejercer a la hora de confrontar retos que son universales.

¨Esto es una crisis de salud global y las circunstancias extraordinarias que plantea la pandemia de Covid requiere también de medidas extraordinarias¨

Pero la decisión de Biden no fue fácil. De hecho, fue una que terminó dividiendo a su propia administración y a los mismos demócratas.
Se sabe, por ejemplo, que la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, no estuvo de acuerdo con la excepción y fue excluida de las discusiones que se adelantaron en las últimas semanas en torno a este tema. Y que el paso solo era respaldado por el ala más liberal en el Congreso, que agrupa a unos 100 legisladores en la Cámara de Representantes.
Algo entendible. Biden, con su movida, está rompiendo con una tradición de la política comercial de su país, que por lo general se ha alineado con los intereses de estas grandes compañías. Y en el proceso está abriendo un nuevo campo de batalla con las farmacéuticas, cuyo lobby es de los más poderosos del país, y con los republicanos, que suelen pararse de su lado.
Y hará más difícil sus batallas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) con países como China, a quien acusa periódicamente de robar o abusar de la autoría intelectual de científicos y empresarios.
El diario The Wall Street Journal, de orientación conservadora, catalogó de inmediato la decisión como un “hurto a mano armada” que desestimula la inversión en desarrollo de medicamentos en el futuro.

Laboratorios dicen que afectará cadenas  de producción

Y la reacción de la industria farmacéutica, como se esperaba, fue muy crítica. “En medio de una mortal pandemia, la administración Biden ha tomado un paso sin precedentes que va a comprometer nuestra capacidad global de responder al reto.
No solo genera confusión entre los socios privados y públicos, sino que afectará las cadenas de producción e incentivará la proliferación de vacunas adulteradas o falsas”, dijo este jueves Manufactureros e Investigadores Farmacéuticos de América, una organización que representa a esta industria en EE. UU. Para ellos, el problema actual no es necesariamente la carencia de vacunas, sino los recursos primarios y tecnológicos que se requieren para producirlas.
Al eliminar la patente, dicen, se generará una competencia feroz por esos recursos que afectará la producción mundial. Además del impacto que tendrá en la generación de empleos.
Vacuna de Pfizer-BioNTech

Vacuna de Pfizer-BioNTech

Foto:Justin Tallis. AFP

Biden, por otra parte, tomó el paso sin armonizar la decisión con sus socios en Europa o Canadá. Estos reaccionaron durante la semana, indicando que están abiertos a las negociaciones ante la OMC, pero sin comprometerse a respaldar la posición de EE. UU. y otros 100 países que empujan por el levantamiento de las restricciones.
Al menos en el caso de Europa, el giro de la administración demócrata los pone en una situación incómoda, pues la vacunación en el Viejo Continente avanza con lentitud y hay temor de que esto podría limitar su capacidad para inmunizar primero a sus poblaciones. En contraste con EE. UU., donde ya el 50 por ciento del país ha sido inoculado con al menos una dosis de la vacuna y hasta les está sobrando.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, incluso le lanzó una crítica indirecta a Biden al advertir que una estrategia más eficaz sería que los países donde hay excedentes comiencen a compartirlos con el resto del mundo. Algo que el presidente demócrata todavía no respalda.
Otros países como Alemania, sede de varios grandes laboratorios, ya se opusieron de frente advirtiendo que la protección de la propiedad intelectual es el pilar de la innovación.
Sin embargo, también fueron muchos los que aplaudieron su iniciativa. Lloyd Dogget, representante a la Cámara por el estado de Texas, les recordó a los farmaceutas que las vacunas fueron desarrolladas en gran parte con fondos que pusieron los contribuyentes de EE. UU. –y no con sus propios capitales– y que el acuerdo de levantar las patentes buscaría que estas empresas sean compensadas de manera justa.
Incluso otros, como Médicos sin Fronteras, creen que se quedó corto pues, además del levantamiento de las restricciones, EE. UU. debería empujar a las farmacéuticas para que compartan las recetas y tecnología que emplearon para desarrollarlas.
En cualquier caso, la apuesta de Biden es grande y arriesgada. Y en el proceso han pesado muchos factores, no todos altruistas.
La situación de la India, que está acumulando más de 400.000 contagios y 4.000 muertos diarios, fue sin duda un campanazo de alerta.
De acuerdo con múltiples voces en el campo de la medicina, la propagación sin freno del covid-19 en este país es un caldo de cultivo perfecto para la mutación del virus y el surgimiento de nuevas variantes que podrían resistir la vacuna. Variantes que causarán estragos en los países vecinos, y pronto llegarán a EE. UU. y el resto del mundo.
Paralelamente, hay mucha preocupación por el avance de la enfermedad en América Latina, la región más próxima y gran socio comercial

Amenaza para la seguridad nacional

Si no se controla, borraría con el codo mucho de lo que se ha avanzado en materia de vacunación y recuperación económica.
Hace algunas semanas, además, la directora nacional de Inteligencia de EE. UU. publicó un informe en el que advierte que la propagación del covid-19 es la amenaza número uno para la seguridad nacional de EE. UU. porque podría provocar la caída de gobiernos democráticos, desestabilización mundial y migración hacia EE. UU.
Janet Yellen, la secretaria del Tesoro, lo puso en términos económicos al decir que si la pandemia no se detiene en los países en desarrollo, se extenderá la pobreza y EE. UU. pagará las consecuencias por la interconexión que existe en los mercados.
Similarmente, hay un tema de relaciones públicas y diplomacia. Mientras que EE. UU. se ha concentrado en asegurar vacunas para su pueblo, rivales como Rusia y China han usado las suyas para avanzar sus intereses en todos los rincones del planeta. Si bien la posición estadounidense era entendible cuando arrancaron las jornadas de vacunación, es muy cuestionada ahora que tienen excedentes y ha bajado la demanda interna por ellas.
De allí su decisión reciente de ofrecer 60 millones de dosis que tiene almacenadas de AstraZeneca, que irían para la India y otros países. Y cuya siguiente fase, al parecer, es dar la pelea por el levantamiento de las patentes. Una batalla que la misma administración dice tardará meses y cuyos efectos en la práctica –si llega a ganarla– no son claros.
Pero como dice Lawrence Gostin, del Centro para la Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown, por las razones que sea, la administración Biden finalmente llegó al mantra que muchos en esta comunidad de expertos esperaban: “Que nadie estará seguro hasta que todos estemos seguros”.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter @sergom68

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