El presidente de EE. UU., Donald Trump, prometió durante la campaña del 2016 un cambio radical de la reforma de salud promovida por su antecesor, Barack Obama, y conocida como ‘Obamacare’, a la cual calificó de “un desastre”. El objetivo, afirmó, sería garantizar un “cubrimiento de salud para todos”.
Pero el plan presentado por el Partido Republicano en el Congreso para reestructurar el ‘Obamacare’ y apoyado por Trump deja más preocupaciones que alivios, pues, según analistas, los más afectados serían los pobres y las personas de más edad, sobre todo en zonas rurales.
A esto se suma que al menos 14 millones de estadounidenses perderían cobertura médica para el 2018 y 24 millones para el 2026, de acuerdo con un informe presentado el lunes pasado por la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) y que ha sido considerado un duro golpe para la propuesta conservadora.
El proyecto de ley reduciría los impuestos en unos 575.000 millones de dólares en una década, principalmente para las compañías de seguros de salud y los ricos.
En cambio, limitaría el dinero canalizado a las personas de bajos ingresos, elevaría los costos para los estadounidenses mayores y reduciría la expansión del Medicaid, un programa de salud para la gente más necesitada.
“No hay duda de que el objetivo es reducir sustancialmente el compromiso federal de proporcionar atención subsidiada a la población de bajos ingresos”, afirmó Len Nichols, profesor de política de salud en la Universidad George Mason.
“La misma población que votó por Trump, la clase obrera que ya no tiene una buena cobertura patrocinada por su patrón o que nunca la ha tenido, acabará peor”, agregó el analista.
Y es que por más criticado que haya sido, el ‘Obamacare’ dio cobertura médica a cerca de 20 millones de personas, reduciendo el número de estadounidenses no asegurados a un mínimo histórico.
Además, estableció subsidios para ayudar a las personas de bajos y medianos ingresos a pagar el seguro de salud y obligó a los estados a expandir sus programas de Medicaid a más personas de bajos ingresos.
El plan republicano incluye primas más altas o una cobertura más débil para muchos, particularmente los ancianos y las personas con ingresos más bajos. Al mismo tiempo, habría menos incentivos para que las personas sanas compren seguros.
El cambio sería considerable, ya que la apuesta de los conservadores de la Cámara de Representantes para sustituir el ‘Obamacare’ tiene un modelo de créditos basado en la edad del consumidor y no en sus ingresos, a diferencia de la actual.
De hecho, el martes varios republicanos solicitaron modificaciones en el plan propuesto por sus colegas de la Cámara baja para aumentar las ayudas a la cobertura a los personas con bajos ingresos, que se verían fuertemente recortadas con dicha propuesta.
Y no era para menos, pues lo que más preocupa, tanto a los demócratas y algunos republicanos a propósito del proyecto de ley –promovido por el líder de la Cámara de Representantes Paul Ryan–, que entraría en vigor a principios de 2020, es la pérdida que habría en la cobertura, una cifra que ahora parece cobrar más peso después del informe del CBO.
El camino que viene para la nueva ley de salud propuesta por los republicanos será duro. Solo la semana pasada, el Congreso fue escenario de un agrio debate tanto en el Comité de Energía y Comercio como en el de Medios y Arbitrios.
Además, los republicanos moderados no son los únicos que se oponen al proyecto de reforma. El ala derecha del partido considera que el plan es poco agresivo y amenaza con boicotear, y los demócratas también están totalmente en contra.
Consciente de la difícil batalla que se viene, Trump ha multiplicado sus comparecencias para reiterar que la actual legislación es “un desastre”. “Obamacare’ está implosionando, y 2017 será aun peor”, aseguró.
Y es que los líderes republicanos saben que si el proyecto fracasa, la consecuencias serán nefastas porque la derogación del ‘Obamacare’ es su primera apuesta política con la que quieren simbolizar su vuelta al poder. Por eso, los impulsores de la reforma defienden que el consumidor podrá escoger el producto que más le convenga en el futuro sistema y que la oferta será menos cara y se adaptará más a sus necesidades.
Pero el argumento no ha logrado convencer, y varios grandes hospitales y organizaciones médicas, como la Asociación Médica Estadounidense, con más de 200.000 miembros, han hecho pública su oposición, y la Fundación Kaiser vaticina que los créditos fiscales previstos por la nueva ley disminuirán de forma significativa.
Después de que dos comisiones dieran el visto bueno la semana pasada, el proyecto será debatido por el Comité de Presupuesto y luego votado por la Cámara de Representantes. Si pasa esta prueba, le tocará al Senado examinarlo. Por ahora, se sabe que no suma los votos republicanos suficientes.
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* Con Bloomberg y AFP
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