Dos liberaciones de gran impacto para EE. UU. se produjeron este miércoles: la primera fue la de Chelsea Manning, la analista y exsoldado que filtró 470.000 registros de la guerra en Irak, 250.000 cables del Departamento de Estado y otros documentos clasificados a WikiLeaks.
Con su proceder, Manning puso en jaque al Gobierno de Estados Unidos, le dio relevancia a Julian Assange, fundador del portal minoritario WikiLeaks, que pasó a convertirse en uno de los mayores temores de la inteligencia de EE. UU., y generó un efecto dominó que es considerado uno de los detonantes de la ‘Primavera Árabe’.
Al día después de conocer su condena en el 2013, Manning reivindicó su derecho a un cambio de sexo dentro de la prisión, y reemplazó su nombre de Bradley a Chelsea, porque se sentía mujer.
La segunda liberación fue la de Óscar López, un independentista puertorriqueño que pasó tres décadas en prisión, aunque los últimos tres meses estuvo bajo arresto domiciliario en la casa de su hija, en San Juan, la capital.
López fue detenido en 1981 y sentenciado a 55 años de cárcel por los cargos de conspiración sediciosa contra el Gobierno de Estados Unidos, uso de la fuerza en robo, transporte de armas y de explosivos con la intención de destruir propiedad gubernamental.
En sus primeras palabras en un acto público después de su liberación, agradeció a los expresidentes estadounidenses Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama por responder “los reclamos y exigencias” del pueblo de Puerto Rico y conmutar sentencias de todos sus “presos políticos”.
También agradeció el apoyo del papa Francisco, al Gobierno y el pueblo de Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Ecuador.
Comentar