De un solo plumazo, y como ya es su costumbre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cortó este martes la cabeza de su asesor de Seguridad Nacional John Bolton, considerado por muchos el funcionario más radical de su administración.
A través de su cuenta de Twitter, Trump informó a la opinión pública que le pidió la renuncia, pues él y otros en su gobierno “se encontraban en profundo desacuerdo con sus posiciones”. En particular en lo que se refiere a Irán, Corea del Norte, Afganistán y Venezuela, cuatro temas en los que Bolton empujó a Trump hacia políticas más agresivas, incluido el uso de la fuerza, pero con las que el presidente nunca se sintió cómodo.
I informed John Bolton last night that his services are no longer needed at the White House. I disagreed strongly with many of his suggestions, as did others in the Administration, and therefore....
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 10, 2019
Lo cual, en principio, es incluso irónico, pues Bolton llegó en abril del 2018, precisamente por su palmarés de línea dura y el respaldo a la decisión de Trump de abandonar el acuerdo para el desarme nuclear de Irán que las grandes potencias firmaron con este país en el 2015.
....I asked John for his resignation, which was given to me this morning. I thank John very much for his service. I will be naming a new National Security Advisor next week.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 10, 2019
La gota que rebosó la copa de Trump, según diversas fuentes en EE. UU., fue la polémica que armó Bolton por la decisión del presidente de invitar a Camp David a líderes talibanes con los que se adelantaban diálogos de paz que debían conducir a la salida de EE. UU. de Afganistán tras 18 años de guerra.
Bolton no estaba de acuerdo con invitar a los talibanes a Camp David, la famosa casa de retiro donde se han firmado acuerdos históricos, ni con la negociación con un grupo que EE. UU. considera terrorista y permitió la presencia de Al Qaeda en su territorio para planear los ataques del 11 de septiembre del 2001 contra Nueva York y Washington.
Al final, la cita con los talibanes y las negociaciones se cancelaron, luego de que el grupo hizo explotar un carro bomba que les cobró la vida a un soldado estadounidense y a otras 11 personas la semana pasada.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos.
AFP
Aun así, Trump estaba molesto porque se filtró a los medios que Bolton se estaba oponiendo a sus intenciones. Al parecer, el lunes hubo una discusión sobre este asunto entre Trump y Bolton en la que el presidente le reclamó por desautorizarlo.
Bolton, además, venía protagonizando una férrea disputa con otras figuras claves de la administración, entre ellas el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el jefe de Gabinete, Mick Mulvaney, con los que existían serias discrepancias en el manejo de la política exterior.
Mulvaney, de hecho, ya había nombrado a un alto asesor en seguridad nacional para no tener que recurrir a Bolton o al Consejo Nacional de Seguridad.

Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos.
Reuters
Y Trump y Bolton rara vez estuvieron en la misma línea frente a los temas más sensibles para la seguridad nacional del país. El exasesor, por ejemplo, presionó con insistencia por una respuesta militar contra Teherán tras el derribo por Irán de un dron estadounidense en junio, e incluso le apostaba a una confrontación militar para tumbar el régimen islámico.
En el caso de Corea del Norte, Bolton nunca estuvo de acuerdo con que Trump se reuniera con el líder norcoreano, Kim Jong-un, para dialogar sobre desarme nuclear, pues considera que el dictador no tiene intenciones de entregar su arsenal y está a favor de una estrategia de máxima presión para hacerlo caer.
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Y en el caso de Venezuela, el exasesor era de los pocos en la administración que insistían en una posible salida militar para derrocar a Nicolás Maduro. Si bien Trump coqueteó con la idea de una intervención en la que participaran otros países de la región, nunca estuvo de acuerdo con una acción unilateral.

Este año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cruzó la frontera entre las dos Coreas y saludó al líder nocoreano Kim Jong-Un. Bolton no veía con buenos ojos los acercamientos.
REUTERS / Kevin Lamarque
Así mismo, las fuentes sostienen que Bolton le vendió a Trump la idea de que si EE. UU. se metía de lleno, Maduro caería rápido, lo cual no ha sucedido, y que el presidente lo recriminaba con frecuencia, pues puso su prestigio en riesgo al apoyar una causa que no ha prosperado.
La salida de Bolton tendrá efectos para Colombia, Venezuela y la región. Por un lado, sale un funcionario que mantuvo a Venezuela entre las prioridades de la Casa Blanca. Y no es claro qué posición adoptará el nuevo asesor de Seguridad Nacional. Dicho eso, sale una persona que venía empujando a la región hacia una intervención militar que pocos quieren.
“Es lo mejor que le ha podido pasar a la política exterior de EE. UU. Lo que esto quiere decir es que probablemente será Pompeo el que más pese de ahora en adelante en los temas hemisféricos”, dijo Juan González, que trabajó en el Consejo Nacional de Seguridad bajo la presidencia del demócrata Barack Obama.
Según González, tanto Pompeo como Elliott Abrams, asesor de Trump para Venezuela, favorecen una salida diplomática de la crisis o una salida de Maduro como consecuencia de las sanciones económicas y la presión internacional.

El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, generó una gran polémica el año pasado al sostener una libreta en enero pasado la que se leía "5.000 tropas a Colombia".
REUTERS
Sin Bolton, afirmó González, la perspectiva del uso de la fuerza se reduce, al igual que la presión a otros países de la región, como Colombia, para que se montaran en la aventura belicista.
Bolton fue el protagonista de un escándalo cuando periodistas fotografiaron su libreta de apuntes, en la que mencionaba el posible envío de “5.000 tropas de EE. UU. a Colombia” para lidiar con la crisis venezolana.
González señaló que la salida de Bolton vuelve a demostrar la falta de coherencia en la política de seguridad nacional de Trump, que ya va para el cuarto asesor de Seguridad Nacional en menos de tres años en la Casa Blanca.
Charlie Kupperman, el actual número dos en el Consejo Nacional de Seguridad, asumirá el cargo que dejó vacante su jefe, pero aún no es claro si es de manera permanente o mientras Trump designa a otra persona.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON
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