Cuando Michelle Obama habla, el mundo escucha. A veces, incluso, reflexiona y se conmueve. El poder comunicativo de la primera dama de los Estados Unidos es la base de un liderazgo que creció a lo largo del gobierno de Barack Obama y la convirtió en pieza clave de la figura política presidencial en los últimos años.
Desde este 20 de enero, ese liderazgo buscará un lugar por fuera de la Casa Blanca. Mientras tanto, para ciudadanos y analistas parece claro quién tendrá la responsabilidad, entre Melania e Ivanka Trump, de asumir ese legado.
La fuerza de Michelle radica en sí misma. “Una de las cosas más intrigantes de Michelle es que representa tantas cosas para tantas personas diferentes”, dijo a la agencia AFP el profesor Peter Slevin, de la Escuela de Periodismo de la Universidad Northwestern.
“Ella escogió sus temas, se mantuvo fiel a sus valores y transformó ese papel en algo muy personal”, precisa Slevin. Sus banderas abarcaron desde la lucha contra la obesidad infantil y juvenil, hasta la promoción del acceso igualitario a la educación para las niñas de todo el mundo.
Pero la relevancia de Michelle es incluso mayor, como lo señala Cristian Rojas, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana. “Obama será recordado siempre por Michelle”, dice, y resalta el protagonismo que tuvo la primera dama en los últimos días de mandato.
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Con 53 años recién cumplidos, Michelle se convirtió en todo un fenómeno político y comunicativo sustentado –explica Rojas– en la diferencia de estilo de los partidos de Estados Unidos. Mientras los demócratas son más paternalistas, lo que permite que una mujer como ella termine muy involucrada en programas sociales, los republicanos promueven un Estado más ausente en las decisiones individuales de las personas.
El reemplazo nominal de Michelle será Melania Trump, una primera dama que, pese a su condición de personaje mediático, augura tener un bajo perfil, y cuya historia dista de la trayectoria académica de Michelle Obama, graduada en leyes de las universidades de Princeton y Harvard.
Melania cumplió durante la campaña el papel de convertirse en la cara amable del entonces candidato republicano, en el polo a tierra que intentó matizar los escándalos del magnate, en particular aquellos relacionados con un comportamiento hostil contra las mujeres.
Ahora en la Casa Blanca, su rol no cambiará mucho. Su papel, explica el profesor Rojas, será lidiar con la imagen negativa de Trump en algunos sectores políticos. Aun cuando esto signifique hablar en favor de poblaciones vulnerables o minorías para mostrar un lado más humano: “Seguramente lo van a hacer cuando vean que es oportuno y estratégico hacerlo”, dice Rojas.
Pero Melania ya dejó claro que su papel durante la administración que comienza no será codo a codo con su esposo, sino codo a codo con su hijo Barron, razón por la que decidió quedarse viviendo en Nueva York y no mudarse a la Casa Blanca.
Así las cosas, el camino está despejado para que el liderazgo adjunto a Donald Trump recaiga en su propia heredera, Ivanka, primogénita de Trump como resultado del primer matrimonio de este con la modelo Ivana Trump.
Mientras Melania busca acompañar el proceso escolar de su hijo, Ivanka busca acompañar el proceso presidencial de su padre. Por eso, la mayor de los herederos Trump dejó su natal Nueva York y compró una casa en Washington.
Pero no se trata solamente de la presencia de Ivanka en la Casa Blanca, pues su esposo, Jared Kushner, fue designado por Trump como asesor.
El alto perfil de Kushner da, por extensión, un alto perfil a Ivanka, quien durante el proceso de empalme participó en varias reuniones con líderes políticos y económicos asiáticos.
En su cuenta de Facebook, Ivanka ya había anunciado que dejaría los negocios familiares para acompañar a Donald Trump:
“Cuando mi padre asuma su cargo como el 45.° presidente de Estados Unidos, tomaré un permiso formal en la Organización Trump y en mi propia empresa de modas, para no estar involucrada en ninguna de esas funciones y dedicarme de lleno a acompañar a mi padre y mi esposo en el trabajo por la nación”.
Sin embargo, el rol de Ivanka se desarrollará de puertas para adentro, pues es el gabinete de Trump el que tiene en sus hombros las verdaderas responsabilidades. Así, puede esperarse una figura a medio camino entre los asuntos estratégicos y aquellos que tradicionalmente han sido considerados como de segundo orden, pero que han ganado relevancia en la agenda pública.
El liderazgo que asuma Ivanka y la forma como Melania decida escribir su papel en el paredón de las primeras damas, justo después de la memorable Michelle Obama, comienza ahora.
JUAN DAVID LÓPEZ MORALES
Redactor ELTIEMPO.COM
En Twitter: @LopezJuanDa