Entre los 19 seleccionados de momento por Donald Trump para integrar su gabinete, casi la mitad son millonarios o multimillonarios que llevan décadas lucrándose del mismo mundo que el presidente electo de EE. UU. prometió combatir. Y otro alto porcentaje posee nexos con poderosas empresas en el mundo de los hidrocarburos y los servicios financieros.
Como secretario del Tesoro nominó a Steve Mnuchin, durante años socio de Goldman Sachs, una de las grandes empresas de Wall Street.
Para el Departamento de Estado se llevó a Rex Tillerson, el presidente de Exxon Mobil, y en la Secretaría de Energía nombró a Rick Perry, exgobernador de Texas y muy cercano a las petroleras de su estado.
Uno de los nombramientos más controvertidos fue el de Scott Pruitt, exfiscal de Oklahoma, en la Agencia para la Protección del medio ambiente. Pruitt es un reconocido opositor a la teoría de que el cambio climático ha sido causado por el hombre y amenaza con deshacer las regulaciones impuestas durante la administración Obama.
En el Departamento del Trabajo, que regula el mundo laboral, escogió a Andrew Puzder, director ejecutivo de la empresa CKE Restaurants, quien se opone a un aumento del sueldo mínimo y a las regulaciones para proteger a los empleados.
Trump también causó sorpresa al nombrar a tres generales retirados en puestos claves de su administración. En la Secretaría de Defensa, a James Mattis, quien recién se retiró de la Marina y por lo tanto necesita de un permiso especial del Congreso, pues se exigen al menos siete años por fuera del mundo castrense para poder asumir un cargo reservado para civiles.
(Editorial: ¿Para dónde va Trump?)
Pero, sin duda, Michael Flynn, quien será su asesor de Seguridad Nacional, es el más polémico de todos.
Flynn fue dado de baja por sus superiores durante la administración Obama por comentarios destemplados y se le acusa de haber compartido información confidencial con algunos aliados.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Twitter: @sergom68
Washington
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