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EEUU

La dura escasez de trabajadores que enfrentan EE. UU. y el Reino Unido

Una gasolinera cerrada se muestra en Londres, Gran Bretaña, el 27 de septiembre de 2021.

Una gasolinera cerrada se muestra en Londres, Gran Bretaña, el 27 de septiembre de 2021.

Foto:EFE/EPA/FACUNDO ARRIZABALAGA

La pandemia ha dificultado suplir las vacantes. En territorio británico el 'brexit' también influye.

Tanto en Estados Unidos como el Reino Unido se encuentran hoy en una situación que les genera un dolor de cabeza: los dos países enfrentan dificultades para suplir las vacantes disponibles.
“Nunca, en los 30 años que llevo en este negocio, había visto algo semejante”, dice Carl Giddeon, el dueño de un local dedicado a la venta de electrodomésticos y computadores en Alexandria, Virginia (EE. UU.).
Desde hace más de tres meses, Giddeon ha tratado de llenar, sin suerte, las vacantes que tiene en su fuerza laboral. Eso, a pesar de que ha subido la oferta de sueldo en dos ocasiones y prometido beneficios y bonificaciones.
Pero su situación no es única. De hecho, es casi la norma a lo largo de todo el país. EE. UU., como consecuencia directa e indirecta de la pandemia, viene experimentando una escasez de mano de obra con pocos antecedentes en la historia. Y la situación es particularmente crítica en ciertos sectores, como el transporte, entretenimiento y otros empleos que pagan el salario mínimo.

Para un obrero de una construcción o un mesero los subsidios del Gobierno eran similares o superiores a lo que ganaban trabajando. ¿Para qué matarse con un trabajo de 60 horas a la semana?

Para entender la dimensión del problema solo basta una mirada a las cifras de desempleo. Actualmente, el índice se ubica en el 5 por ciento. Algo que se traduce, de acuerdo con el Departamento del Trabajo, en unos 8,5 millones de personas desocupadas. Pero, según esta misma entidad del Gobierno, hay por lo menos 11 millones de empleos disponibles. En otras palabras, la oferta es muy superior a la demanda.
Hace poco, la Asociación Nacional de Empresas Independientes publicó un informe que puso el fenómeno en evidencia. Según esta, casi la mitad de las pequeñas y medianas empresas del país estaban reportando tener vacantes disponibles. Una cifra récord en este segmento de la economía.
En cierto sentido, se trata de un panorama con enormes contradicciones. Hace 12 meses, cuando la pandemia causaba estragos en la economía por el cierre de numerosos negocios, la tasa de desempleo alcanzó casi el 15 por ciento, una de las más altas desde la Gran Depresión de los años 30.
En este año que ha pasado, EE. UU. recuperó al menos el 75 por ciento de los empleos que, se estima, se perdieron en ese lapso. Es decir, ni siquiera ha llegado a un nivel de ocupación precovid, lo cual indicaría que son millones los que aún necesitan trabajos.
Pero lo que hay es una insuficiencia que está ocasionando alzas en los precios del combustible y otros productos –porque no hay camioneros disponibles– y pánico entre empleadores que se acercan a su mejor temporada (la navideña) sin la mano de obra suficiente para poder suplir la demanda.
El porqué no “quieren” trabajar los estadounidenses tiene varias explicaciones. En primer lugar están los subsidios directos que ofreció el Gobierno para ayudar a familias durante la pandemia y la expansión del seguro de desempleo.
De acuerdo con Dante DeAntonio, de Moodys Analytics, al comienzo de la crisis del covid fueron medidas que sirvieron para mantener activa la economía y evitar un descalabro mayor.
Pero en la medida que la situación se fue normalizando, muchos optaron por no regresar a sus trabajos anteriores. Particularmente los que pagan un salario mínimo y exigen mucho de una persona. “Para un obrero de una construcción, un mesero o alguien que labora en la planta de una fábrica los subsidios del Gobierno eran similares o superiores a lo que ganaban trabajando. ¿Para qué matarse con un trabajo de 60 horas a la semana si estaba recibiendo lo mismo por no hacer nada?”, dice DeAntonio.
Paralelamente, muchos padres de familia, especialmente mujeres, tuvieron que abandonar sus empleos tras los cierres de los colegios y el año de educación virtual que siguió, pues se vieron obligados a permanecer en sus casas y cuidar de sus hijos.
Aunque ambos factores han influido, David Autor, del departamento de Economía del Massachusetts Institute of Technology (MIT), dice que la pandemia ha generado, a su vez, un cambio de actitud de las personas frente al empleo.
“La valoración que hace la gente sobre su propio tiempo ha cambiado. Los estadounidenses están cada vez menos dispuestos a tomar trabajos que pagan mal, son muy duros o conducen a una calle muerta, como en el sector de servicios. Y en su lugar están optando por reeducarse, cambiar de carrera o dedicar más tiempo a sus familias, así eso implique gastar menos. Es decir, ha bajado el apetito o la necesidad por este tipo de empleos”, dice Autor.

Nunca, en los 30 años que llevo en este negocio, había visto algo semejante

Y el “colchón” que ha venido ofreciendo el Gobierno hasta ahora les ha permitido darse espacio. Adicionalmente, muchas personas que trabajaron remotamente durante los peores meses de la pandemia no quieren regresar a esquemas presenciales o a trabajos que exigen su presencia física. “No es un problema de cantidad sino de calidad”, dice Autor.
Según DeAntonio, esa dinámica puede comenzar a cambiar pronto gracias a dos factores. El primero es el fin de los subsidios que expiraron el mes pasado y forzará a muchos a regresar al mercado laboral. El segundo es el retorno a la educación presencial en colegios, que permitirá el regreso de muchos padres y madres de familia.
Por supuesto, esto dependerá de cómo evolucione la pandemia, pues muchos centros educativos han tenido que cerrar nuevamente sus puertas por rebrotes de covid y la variante delta ha impedido la recuperación plena de sectores como el del turismo y el entretenimiento.
Este analista de Moody’s piensa, sin embargo, que pasarán por lo menos dos o tres años antes de que se corrija el desbalance entre demanda y oferta en el mercado laboral. Un mercado, desde la perspectiva de Autor, que se está reconfigurando en el proceso y lucirá muy diferente cuando salga de esta crisálida en la que se encuentra de manera temporal.

El lío británico

Por su parte, los británicos han estado lidiando en los últimos días con la crisis más grave de abastecimiento de combustible del Reino Unido de las últimas décadas, algo que parece inconcebible en este país, considerado entre los siete más ricos del mundo.
En las redes sociales se reproducen una y otra vez imágenes de kilométricas filas de gente desesperada, que ha estado frente a las estaciones de servicio hasta diez horas tratando de echar un poco de gasolina a sus vehículos, mientras que los estantes de supermercados están a medio llenar y miles de hectáreas de frutas y vegetales se pudren en los campos.
Detrás de esas escenas casi apocalípticas se resume el verdadero lío británico: hay gasolina y alimentos frescos y procesados. Pero no hay trabajadores que se encarguen del transporte, recojan los cultivos u operen las maquinarias. Las vacantes de empleo disponible se han disparado en las últimas semanas a cerca de dos millones de puestos y “las industrias se están viendo muy afectadas por la escasez de personal, y solo en el sector del transporte se necesitan más de 100.000 personas”, según el último reporte de la Confederación de Contratación y Empleo británica (REC, por su sigla en inglés).

La Confederación de la Industria Británica, que culpó al brexit por la escasez actual, debería reconocer que los propios líderes de la industria deben cargar con una parte significativa de la culpa

De entrada, los analistas le achacan el problema a la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), conocida como brexit, concretada en enero pasado y que, entre otras cosas, acabó con la libre circulación de europeos en tierras británicas.
Antes del brexit, uno de cada dos empleados de sectores del transporte, hostelería y agroindustrial provenía de países europeos, especialmente Polonia, Rumania y España. Eso se había estado notando en los últimos meses, pero la reapertura económica tras la pandemia dejó al descubierto la magnitud de la estampida de los europeos que retornaron a sus países y que no pueden regresar al Reino Unido bajo las nuevas normas de inmigración.

Las industrias se están viendo muy afectadas por la escasez de personal, y solo en el sector del transporte se necesitan más de 100.000 personas

La directora ejecutiva adjunta de la Confederación de Contratación y Empleo, Kate Shoesmith, aseguró que los problemas de vacantes se han alimentado por el brexit y el covid, y la falta de trabajadores extranjeros ha causado crisis particulares. Según Shoesmith, la mayor demanda de trabajadores ahora la integra camioneros de transporte pesado, docentes, cuidadores, cocineros y limpiadores. Todos esos puestos eran asumidos en un 90 por ciento por extranjeros.
La directora de la Confederación recordó que había un gran número de personas de Rumania y Bulgaria que realizaban trabajos de conducción, que se quedaron en el Reino Unido después del referéndum del brexit, pero comenzaron a irse cuando la pandemia golpeó. “O han obtenido trabajo en sus países de origen o sienten que no es correcto regresar al Reino Unido, ya sea por el brexit o la pandemia”, dijo.
Sin embargo, el primer ministro, Boris Johnson, acérrimo defensor del brexit, niega que la crisis de vacantes tenga que ver con la salida británica del bloque europeo y asegura que es solo una muestra de que la economía se está reabriendo del letargo de la pandemia.
Johnson le pone el dedo acusador a los empleadores privados, que mantienen unas políticas de malas condiciones laborales y bajos salarios que desestimulan el que los británicos quieran trabajar como camioneros o recoger frutas. “Si pagan mejor y dan mejores condiciones, los trabajadores británicos querrán hacer esas labores”, dijo el gobernante.
El premier defendió la idea de limitar la presencia de europeos en el mercado laboral británico con el brexit, alegando la importancia de ponerle límites a la inmigración con un sistema de visados por puntos para “atraer a mano de obra de alta calificación”.
A su vez, el exlíder conservador Ian Duncan rechazó que se culpe de la escasez de camioneros al brexit, al asegurar que la “burocracia sin cerebro es la verdadera culpable”, alegando que la pandemia expuso cuán lentas pueden las instituciones británicas. “Ahora estamos pagando el precio”, dijo.
En un artículo publicado en el diario The Telegraph, Duncan aseguró que “desde la miopía de la Agencia de Normas de Conductores y Vehículos hasta el hecho de que los transportistas no invirtieran en conductores británicos, está claro que la escasez de conductores podría haberse aliviado. No estoy seguro de cómo los cambios de visado ayudarán mucho ahora, cuando toda Europa también está buscando conductores”.
“La Confederación de la Industria Británica, que culpó al brexit por la escasez actual, debería reconocer que los propios líderes de la industria deben cargar con una parte significativa de la culpa”, aseguró el también exsecretario de Estado en el Departamento de Trabajo y Pensiones, al comentar que antes del brexit preguntó por qué los transportistas hacían tan poco para invertir en su industria capacitando a los conductores, particularmente cuando la escasez ya se estaba dando a conocer. Los transportistas respondieron que los británicos no harían el trabajo.
SERGIO GÓMEZ MASERI Y MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
PARA EL TIEMPO
WASHINGTON Y LONDRES

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