Tuits improvisados y la acusación de haber revelado secretos a los rusos: en sus primeros meses de gobierno, el presidente Donald Trump ha deteriorado tanto la relación de la Casa Blanca con las agencias de inteligencia y, ahora, con países aliados que, de seguro, lo que hace es debilitar la seguridad del país, dicen expertos.
“Como presidente quise compartir con Rusia (en un evento abierto de la Casa Blanca), como es mi derecho absoluto, hechos sobre terrorismo y seguridad aeronáutica”, admitió el martes Trump en una serie de tuits. Diplomáticos, exagentes de inteligencia y altos funcionarios dijeron que la actitud de Trump podría empujar a los aliados a ser más renuentes a compartir secretos, e impedir a los agentes estadounidenses de dotar a la Casa Blanca con información crucial.
“Él no puede ir y revelar información confidencial sin crear grandes problemas con la comunidad de inteligencia”, dijo el exdirector de la CIA Leon Panetta a CNN, luego del informe 'The Washington Post' según el cual Trump compartió información secreta sobre terrorismo con el canciller ruso y su embajador en Estados Unidos.
La información que Trump habría entregado a los rusos, supuestamente sobre esfuerzos del Estado Islámico de usar computadores para colocar bombas en aviones comerciales, fue entregada por un país de Oriente Próximo que “dejó muy en claro que no querían que esa información se compartiera”, dijo Panetta.
Y es que en efecto, según 'The New York Times', la información que Trump compartió fue aportada por su aliado Israel, y la posibilidad de que EE. UU. haya revelado esos datos perjudicaría la relación de estos dos.
Las fuentes del medio dijeron que Israel ya había pedido a EE. UU. que fuera cuidadoso con los datos de inteligencia a los que tiene acceso Trump.
Pero en una tentativa por disipar las sospechas, el asesor presidencial de Seguridad Nacional, el general Herbert McMaster, volvió el martes a negar que Trump haya dicho algo “inapropiado” a Lavrov, y reiteró que las denuncias se apoyan en una historia “falsa”. “De ninguna manera el presidente mantuvo una conversación inapropiada o que haya resultado en cualquier forma en una exposición de la seguridad nacional”, dijo McMaster. No obstante, el asesor admitió que Trump no había sido informado que la fuente de esa información era extraordinariamente sensible.
En la visión de McMaster, Washington y Moscú tienen “intereses comunes” con relación al Estado Islámico, y los dos países se beneficiarían de datos de inteligencia sobre cómo mejorar su seguridad aérea. Por ello, es “completamente apropiado” compartir información con Rusia, dijo McMaster.
En tanto, Moscú optó por minimizar todo el episodio. El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, opinó que todo el caso era “un gran absurdo” y que “no es un tema que podamos confirmar o negar”. María Zajarova, portavoz de la cancillería rusa, apuntó, por su parte, que todo el escándalo no pasaba de una “noticia falsa”.
Este nuevo escándalo surge en medio del terremoto político generado hace una semana por el despido como director del FBI de James Comey, quien investigaba precisamente los contactos entre Rusia y el comité de campaña de Trump en las elecciones del año pasado.
El influyente senador republicano John McCain apuntó el martes que las denuncias son “profundamente perturbadoras”. En el plenario del Senado, el legislador demócrata Tom Udall fue más brutal: “No creo que haya paralelo en nuestra historia de semejante falta de discreción presidencial o tan peligrosa incomprensión sobre cómo administrar información clasificada”. El jefe del bloque demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo que la gravedad de las denuncias hacía necesario que “el Gobierno proporcione al Congreso la transcripción de la conversación de Trump con funcionarios rusos”.
AFP
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