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EEUU

Los ‘papeles de Facebook’: una tormenta que apenas comienza

Mark Zuckerberg hizo el anuncio del cambio de nombre en el Facebook Connect.

Mark Zuckerberg hizo el anuncio del cambio de nombre en el Facebook Connect.

Foto:Facebook

Aunque cambió de nombre esta semana, eso no reducirá el ‘voltaje’ del escándalo en torno a esta red.

SERGIO GÓMEZ MASERI
En los 17 años que van desde su creación en una residencia universitaria en Estados Unidos, Facebook ha capoteado numerosas tormentas que han amenazado su imperio sobre el mundo de las redes sociales. Pero nunca un huracán, quizá de categoría 5, como el que enfrenta actualmente este gigante y que tiene contra las cuerdas a Mark Zuckerberg, su creador.
El origen de la actual crisis se remonta a una investigación publicada el 15 de agosto por The Wall Street Journal que se basó en documentos de la compañía que le fueron filtrados por Frances Haugen, cuya identidad para esa fecha aún era desconocida.
Los documentos, que incluyen discusiones internas de sus empleados, presentaciones de directivos y otros reportes, arrojan una gran conclusión general: que Facebook y sus otras plataformas, como Instagram, son conscientes y han estudiado al detalle sus efectos nocivos en sectores vulnerables de la sociedad, pero llevan años mirando al costado para favorecer su expansión y sus beneficios económicos.
Las revelaciones provocaron una investigación que adelanta la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC, por su sigla en inglés) y varias audiencias en el Congreso estadounidense, donde crece la presión para finalmente poner en cintura a la empresa.

Facebook alega que se ha gastado 18.000 millones
de dólares en personal
y programas para bloquear contenidos inapropiados

Pero esta semana la crisis adquirió proporciones gigantescas. Haugen viajó al Reino Unido para una audiencia en el Parlamento en la que reveló más secretos escabrosos de la empresa. Y, paralelamente, un consorcio de medios internacionales, entre los que están The Washington Post, The New York Times, The Atlantic, NBC, NPR y muchos más (17 en total), empezaron a publicar los resultados de sus propias investigaciones basadas en estos mismos documentos (que son más de 10.000) y que han bautizado como los ‘papeles de Facebook’, en una clara alusión a los famosos papeles del Pentágono: un conjunto de escritos filtrados al Times en 1971 acerca de las mentiras de la administración de Lyndon B. Johnson sobre la guerra de Vietnam.
Desde entonces no ha pasado un solo día sin que algunos de estos medios no publique una nueva y escandalosa revelación sobre las prácticas de Facebook. Y todos han anunciado, a su vez, que es solo el comienzo, pues cuentan con nuevos documentos, que están siendo revisados, y con testimonios de empleados y exempleados que quieren seguir los pasos de Haugen.
“Una y otra vez, revelan los documentos, los propios investigadores de Facebook han identificado los efectos nocivos de la plataforma. Y una y otra vez, no obstante sus promesas, audiencias en el Congreso y revelaciones en la prensa, la compañía no ha corregido nada. Estos documentos ofrecen quizá la película más clara sobre qué tan profundos son los problemas y la plena conciencia que Facebook tiene de ellos, incluido su propio jefe (Zuckerberg)”, decía en estos días el Journal.
La crisis es tan grave que la empresa anunció este jueves el cambio de su nombre a Meta, en un intento –para todos evidente– de contener la hemorragia. El propio Zuckerberg hizo el anuncio bajo el manto de que se trata del lanzamiento de un nuevo modelo de negocio –y del cual ya se habían dado pinceladas– con el que busca trascender las redes sociales para enfocarse en el desarrollo de una comunidad de realidad virtual extrema (el metaverso), donde las personas podrán interactuar para crear contenido y desarrollar múltiples aspectos de su vida.
Pero volviendo a las denuncias, los nuevos detalles revelados son de toda índole. Desde cómo la empresa se prestó para el tráfico humano y sexual, pornografía, plataforma para carteles de la droga, represión contra minorías, censura en otros países del mundo, promoción del odio, matoneo y hasta para golpear la autoestima de adolescentes.
No obstante, esta semana en EE. UU. hubo mucho hincapié en el rol de la red social en la llamada insurrección del 6 de enero, cuando una turba de trumpistas se tomó el Capitolio para tratar de impedir la certificación de la victoria de Joe Biden en las elecciones del 2020.
La exempleada de Facebook Frances Haugen testifica durante una audiencia del Comité Senatorial de EE. UU.

La exempleada de Facebook Frances Haugen testifica durante una audiencia del Comité Senatorial de EE. UU.

Foto:AFP

Para tratar de impedir la penetración en sus plataformas de información falsa y el discurso de odio que marcaron la campaña electoral del 2016, Facebook implementó en el 2020 una serie de medidas que habían sido recomendadas por una unidad cívica que se dedicó a evaluar este fenómeno. Haugen trabajó en esa unidad.
Tras el triunfo de Biden en noviembre, Facebook desmanteló el equipo y eliminó muchos de los controles. Un espacio que usaron numerosos grupos para organizar la toma del Capitolio. En algunos de los documentos se afirma que el propio Zuckerberg dio la orden porque temía enemistarse con los republicanos y trumpistas.
Y aunque tras los eventos del 6 la empresa bloqueó las cuentas del expresidente Trump y retomó su esfuerzo para controlar la desinformación, ya era demasiado tarde.
De acuerdo con Haugen, buena parte del problema es que Facebook ha tomado la decisión consciente de privilegiar y promover ciertos tipos de contenidos por razones económicas. Pero, al mismo tiempo, carece de los recursos y el personal suficiente para monitorear y controlar el enorme tráfico que se mueve por sus redes aunque, según la compañía, ha gastado 18.000 millones de dólares en estos esfuerzos.
Una realidad que está teniendo un impacto desproporcionado en el resto de países del mundo, donde Facebook tiene millones de usuarios. Según los documentos, el 84 por ciento de ese monto se dedica a los controles en EE. UU. y solo un 16 por ciento en los demás países. En otras palabras, el desarrollo de controles en otros países es mínimo y eso se ha prestado para que Facebook se convierta en un mercado para trata de blancas en Oriente Medio, o sea, explotado hasta por grupos terroristas.
Aun así, los ‘papeles’ dan cuenta de múltiples oportunidades en las que empleados de Facebook alertaron sobre este tipo de crímenes sin que se hiciera mucho por evitarlos. Como el caso de un cartel de la droga mexicano que sigue usando las plataformas para intimidar y transar negocios, aunque la compañía está al tanto de eso hace meses.
Otra de las revelaciones más llamativas es la de Vietnam. Si bien Zuckerberg siempre se ha presentado como un adalid de la libertad de expresión, ha trascendido que terminó aceptando las exigencias del gobierno comunista de Hanói cuando este lo amenazó con cerrar la plataforma si no censuraba a los críticos del régimen.
En enero del año pasado, poco antes de las elecciones legislativas en ese país, la empresa literalmente bloqueó gran parte de las publicaciones que tuvieran tinte antigobierno. Facebook defendió la movida alegando que el cierre de la plataforma hubiese silenciado las voces de millones en un país donde la red social es vital para la sociedad civil. Lo que no dijo es que con la decisión Zuckerberg aseguró los 1.000 millones de dólares anuales que le genera la empresa en ese país.
Muchas de las investigaciones de los medios se enfocaron en un aspecto central en el negocio de Facebook y también de su problema. A partir del 2017, el algoritmo comenzó a dar cinco veces más peso a comentarios con el emoji de rabia frente a otros como ‘me gusta’ porque los primeros generaban más reacciones y tráfico que los segundos y mantenían a los usuarios durante más tiempo en las plataformas.
No fue hasta el año pasado, cuando los técnicos de la empresa advirtieron que las reacciones de rabia ocurrían con más frecuencia en noticias falsas o tendenciosas, que el valor del emoji se cambióa cero. De inmediato, dicen los documentos, “las personas comenzaron a recibir menos contenido falso o tóxico”.
Aunque Zuckerberg ha dicho que la compañía no diseña sus productos para que la gente permanezca involucrada el mayor tiempo posible, los ‘papeles’ sugieren todo lo contrario.
“La compañía investigó de manera exhaustiva cambios en sus políticas que buscaban elevar el involucramiento de usuarios y otros factores para elevar sus ganancias. Su interés por captar la atención del público fue tan grande que retrasó o abandonó iniciativas que buscaban reducir la desinformación o la radicalización, reportó el Post.
Los documentos, y en eso hicieron hincapié muchos, demuestran además que Zuckerberg les mintió al Congreso y al público abiertamente. Durante una audiencia el año pasado, el empresario le dijo al Legislativo que la compañía retiraba de la plataforma el 94 por ciento de comentarios ofensivos u odiosos antes de que un humano los reportara. Pero según sus propios investigadores –revelan los ‘papeles’–, esa cifra es de solo el 5 por ciento.
Dani Lever, portavoz de Facebook, negó esta semana que Zuckerberg tomara decisiones con “intención de causar daño” y objetó las investigaciones alegando que están basadas en documentos específicos que han sido sacados fuera de contexto. Una explicación que, por supuesto, no será suficiente para silenciar a sus críticos o atajar las reformas y nuevas regulaciones que avanzan en muchos países para regular a este titán de las redes sociales. Así se llame Facebook o Meta.
(Si nos lee desde la app de EL TIEMPO, vea este video aquí)
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON

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