Hace unas semanas estuve en Nueva York, donde sostuve una conversación con Warren Buffett en la Universidad de Columbia. El evento, moderado por el periodista Charlie Rose, combinó dos de mis cosas favoritas: reunirme con universitarios y hablar con mi amigo Warren.
A lo largo de los años he tenido la oportunidad de hablar con miles de estudiantes en campus de todo Estados Unidos. Su energía juvenil, su pasión y su curiosidad son contagiosas y ayudan a alimentar mi optimismo. Del mismo modo, el ingenio y la sabiduría de Warren son un tesoro nacional. Tal como lo ha hecho durante los 25 años que ha durado nuestra amistad, cautivó a todos en la sala (y a un millón más en Facebook).
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Warren Buffett y yo contestamos una amplia gama de preguntas sobre la salud global, el miedo al fracaso, la educación, la innovación, los negocios, nuestra amistad y los libros. De haber un tema subyacente, sería nuestra creencia común de que, a pesar de lo que leemos a diario en los titulares, el mundo está mejorando y nuestros mejores días todavía están por venir.
Aquí están algunas de mis preguntas favoritas y extractos de nuestras respuestas.
¿Cuáles son sus mayores esperanzas y preocupaciones en este nuevo ambiente político?
Warren Buffett (W. B.): Estados Unidos seguirá adelante. Lo que ha sucedido en esta nación durante 240 años es un absoluto milagro. La persona más afortunada en la historia del mundo es la que nace hoy en este país. Compré mi primera acción cuando tenía 11 años, en abril de 1942. El índice Dow se ubicaba en 100 puntos. Si usted se fija, verá que actualmente se ubica en 20.000. Algo bueno debe de haber ocurrido desde ese entonces, y va a seguir sucediendo.
Bill Gates (B. G.): el optimismo se debe en parte a que la innovación estadounidense es fuerte y el apoyo a la investigación es bipartidista en gran medida, por lo que cada año debería traer más avances. Esta administración (la de Donald Trump) es bastante nueva; no sabemos cuáles serán sus prioridades presupuestarias.
Hay cosas como la ayuda al exterior, que es una pequeña parte del presupuesto –unos 30.000 millones de dólares al año–, pero es la más grande del mundo. Cada vez que hay un nuevo liderazgo tenemos que evaluar los beneficios, si ese dinero está bien gastado. Ahora mismo se trata intensamente de conseguir la aprobación, tanto del Ejecutivo como del Congreso, para continuar con cosas tan increíbles como el Plan Presidencial de Emergencia y Atención del Sida (Pep-far), que comenzó bajo el presidente Bush.
Si el Gobierno le pidiera su consejo sobre inmigración, ¿qué le recomendaría?
W. B.: Este país está construido sobre la inmigración. Estamos sentados aquí, en parte, debido a dos inmigrantes judíos que en agosto de 1939 firmaron la que quizás es la carta más importante en la historia de los Estados Unidos. Leo Szilard y Albert Einstein, dos inmigrantes que vinieron directamente desde Alemania (antes vino Szilard, de Hungría), le dijeron al presidente (Franklin D.) Roosevelt que los alemanes estaban por desarrollar una bomba atómica, que era probable que funcionara y que era mejor que nos pusiéramos a trabajar en algo rápido. Y de allí surge el Proyecto Manhattan.
Si no hubiera sido por esos dos inmigrantes, quién sabe si estaríamos sentados en este recinto. Este país ha sido bendecido por los inmigrantes, y se pueden tomar ejemplos de cualquier país que desee y ver que han llegado aquí y encontrado algo que desató su potencial, algo que no logró desatar el lugar que dejaron atrás. Somos el producto de ello.
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Ambos han invertido una gran cantidad de dinero en el extranjero, pero hay problemas apremiantes en Estados Unidos. Aquí hay pobres y enfermos, y deberíamos ocuparnos de eso antes de abordar cualquier cosa en el extranjero, ¿no creen?
W. B.: Mi opinión es que todas las vidas tienen el mismo valor. Si usted tiene una cantidad limitada de dólares, en realidad puede hacer mucho, y de muchas maneras, por más gente afuera que adentro de Estados Unidos. Aquí tenemos más recursos para 320 millones de habitantes que los existentes en todo el mundo para más de 7.000 millones de personas. Así que usted puede mejorar la suerte de más personas gastando inteligentemente mil millones de dólares, o cualquier otra cantidad, en otros lugares.
Viniendo de Omaha y teniendo el dinero que tengo, la gente podría bien decir: ¿por qué no gastarlo todo en Omaha? Usted creció aquí, y Omaha ha hecho todo tipo de cosas por usted. Y lo reconozco absolutamente. Pero al final, si tengo ‘x’ cantidad de dólares para gastar, puedo mejorar las vidas de más personas si la asigno inteligentemente en otras partes del mundo. Y eso atrae una buena cantidad de críticas, pero las asumo, ya que eso es en lo que creo.
B. G.: En términos de ayudar a la gente en otros países, el presupuesto de ayuda al exterior de los Estados Unidos es del 8 por ciento del presupuesto. Y en los próximos años habrá una discusión acerca de si vale la pena. Y en términos de estabilidad y de países que finalmente son autosuficientes como para ser parte de la economía mundial, hay algunos beneficios enormes que surgen de ello.
Así que, si estuviésemos hablando de gastar un 20 o 30 por ciento en el extranjero, estoy de acuerdo, esa sería una discusión muy interesante. Pero lo que estamos tratando de preservar es algo que ha demostrado ser beneficioso y se hace cada vez más inteligentemente, cosas en las cuales nuestra fundación invierte en conjunto o independientemente, como en la polio. Así que tengo la esperanza de que esto pueda seguir siendo una prioridad.
Si volvieran a empezar, ¿en qué industria estarían? ¿Dónde empezarían hoy su propio negocio?
W. B.: Yo haría lo mismo. Para empezar, sería un fracaso en cualquier otra cosa. Me divertí cuando tenía 20 años y a los 30. Y ahora que tengo 86, me sigo divirtiendo. Así que no me canso de aconsejar a los estudiantes: busquen el empleo que tomarían si no necesitaran trabajar. Lo que quiero decir es que no vayan por la vida como sonámbulos y no digan que todo va a estar bien, que haré esto y aquello, y que solo estoy marcando el tiempo para envejecer. Les digo lo que les he dicho a todos: eso es como ahorrar sexo para la vejez, es una locura. No es una buena idea.
B.G.: Bueno, me encantan las ciencias duras. Probablemente escogería la informática, debido a que el trabajo en inteligencia artificial está en un nivel muy avanzado.
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¿Cómo superaron su miedo al fracaso?
B. G.: Creo que tuve mucha suerte de que cuando asistí a la escuela secundaria, llevaron una computadora y desarrollé una fascinación por ella y me volví un poco fanático, de modo que no la vi como algo arriesgado, la vi como un tipo de afición. Pero creo que es genial tomar riesgos, sobre todo cuando eres joven, probando cosas o campos diferentes, que no son muy populares y que podrías disfrutar.
W. B.: No teman el fracaso. Harvard me rechazó. Fue lo mejor que me pudo suceder. Hay algunas cosas buenas que sucedieron y que no parecían ser buenas en ese momento. No se preocupen. No miren atrás, sigan adelante porque sucederán algunas cosas y las olvidarán. Avancen.
¿Hay alguna lección de vida importante que ustedes hayan aprendido acerca de las relaciones a través de sus experiencias personales?
W. B.: Bueno, esa es una pregunta muy importante. Ustedes se moverán en la dirección en que se mueve la gente con la que se asocian. Por lo tanto, es importante asociarse con personas que sean mejores que ustedes. En realidad, la decisión más importante que muchos de ustedes tomarán, no todos, será la de elegir a su cónyuge. Y ustedes deben asociarse con personas que son el tipo de persona que a ustedes les gustaría ser. Porque seguramente se moverán en esa dirección. Y la persona más importante al respecto es su cónyuge. Hago énfasis en lo importante que esto es. Y tienen razón, los amigos que tienen los formarán a medida que vayan a lo largo de la vida. Hagan buenos amigos y manténganlos por el resto de sus vidas, pero tienen que ser personas a las que admiran, al igual que ellas a ustedes.
B. G.: Algunos amigos sacan lo mejor de ti, y por eso es bueno invertir en esas amistades. Y algunos amigos te desafían sobre las cosas que estás haciendo, y ese nivel de intimidad es genial. Es realmente a través de Melinda y viendo a otras personas como me di cuenta de que realmente vale la pena la dedicación para con esas personas, ya que siempre estás ahí para ayudarlos, y viceversa.
¿Qué es lo que más los sorprende del otro?
W. B.: Supongo que lo que me sorprendió inicialmente es que tenemos muchas cosas en común, como la curiosidad. Bill intentó venderme un computador, y esa es probablemente la única venta que no logró hacer. Posteriormente, el computador mejoró mi vida de gran manera.
B. G.: Una de las primeras preguntas que me hizo fue: “Oye, Microsoft es una empresa pequeña, e IBM es gigantesca. ¿Por qué crees que puedes hacerlo mejor? ¿Por qué no te pueden ganar en el juego del ‘software’?” Yo me planteaba eso siempre, todos los días, pero nadie me había hecho esa pregunta.
Y luego hablamos de la economía del ‘software’, que es muy particular, y él la relacionaba con cosas que ya había visto. Yo no entendía nada de la banca, por qué algunos salen adelante y otros no. Pero él fue capaz de poner eso en términos muy claros. Encontré a alguien cuyo modelo del mundo era tan rico que me ayudó a entender las cosas que quería saber.
Yo destacaría su humildad y su sentido del humor. Él disfruta lo que hace, y lo comparte con otras personas. Incluso cuando hago preguntas que son bastante ingenuas y que probablemente le han hecho 50 veces, él es muy amable.
BILL GATES*
Fundador de Microsoft
* Este texto apareció originalmente en ‘GatesNotes’, el blog de Bill Gates
El mes pasado, el Día de San Valentín, Bill Gates y su esposa, Melinda, le enviaron un sentido mensaje de agradecimiento al magnate Warren Buffett, presidente ejecutivo de la firma de inversiones Berkshire Hathaway y apodado el Oráculo de Omaha, en alusión a la ciudad del estado de Nebraska donde el empresario estadounidense nació hace 86 años. En su Carta Anual, la pareja hace un balance de todo lo que la Fundación Bill y Melinda Gates ha podido hacer con los 30.000 millones de dólares que Buffett les confió hace diez años y que constituyen la mayor donación de la historia.
“Warren –le dicen–, tu donativo duplicó los recursos de la fundación. Nos permitió ampliar nuestro apoyo a la educación en Estados Unidos, ayudar a pequeños agricultores y ofrecer servicios financieros a los más necesitados. Pero en esta ocasión queremos compartir contigo nuestra contribución en materia de salud, que fue el punto de partida de nuestra labor filantrópica y constituye el eje de nuestro trabajo (...). Si tuviéramos que elegir una sola cifra que demostrara cómo ha cambiado la vida de los más necesitados, sería 122 millones, el número de vidas infantiles que se han salvado desde 1990 (...). ¿Recuerdas cómo nos reímos cuando viajamos juntos a Hong Kong y cenamos en McDonald’s? Después de ofrecerte a pagar la cuenta, te llevaste la mano al bolsillo y sacaste... ¡cupones! Hace poco Melinda desempolvó la foto de ese momento, en la que salgo con el gran derrochador. Nos recordó lo mucho que valoras un buen ahorro. Por ello queremos presentarte esta cifra: 122 millones. Salvar niños es el mayor ahorro que se puede lograr en el ámbito de la filantropía”.
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