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EEUU

Retiro de Sanders despeja camino de Biden a la nominación

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Coronavirus adelantó su abandono, pero aún quiere filtrar con sus propuestas la campaña demócrata.

Pasó lo inevitable. Este miércoles, y tras una polémica jornada electoral en Wisconsin, el senador Bernie Sanders anunció la suspensión de su carrera por la nominación del partido demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre de este año.
En la práctica, su decisión deja al exvicepresidente Joe Biden como el único candidato viable para ganar la nominación y, salvo un cataclismo, ser el rival de Donald Trump en esos comicios.
La decisión de Sanders de "suspender" en lugar de retirarse es un simple tecnicismo asociado con el sistema electoral del partido demócrata para elegir a su candidato. Si Sanders se hubiese retirado habría perdido los más de 900 delegados que ya ganó en la actual carrera. Los delegados, como se sabe, son lo que a la larga definen el nombre del nominado durante la Convención Nacional del Partido y donde un candidato debe sumar al menos 1.991 delegados.
Biden, de momento, suma 1.217, es decir,  300 más que Sanders. Un número que según el propio Senador ya era muy difícil de recuperar entre el grupo de estados que aún no han pasado a las urnas.
"Quisiera poderles dar una mejor noticia pero ustedes saben la verdad y es que estos atrás por 300 delegados y el camino a la victoria es virtualmente imposible. En medio de esta crisis que se ha tomado al país mi conciencia no me permite seguir en una campaña que no puedo ganar y que interferiría en el importante trabajo que todos debemos realizar en este difícil momento", dijo Sanders al comunicar la decisión a sus seguidores.
El senador de 78 años sorprendió a todo el mundo a comienzos del año cuando se anotó triunfos en las primeras tres jornadas electorales de la carrera por la nominación: un empate con Pete Buttigieg en Iowa, y luego victorias en Nueva Hampshire y Nevada.
Esos resultados lo pusieron de inmediato como el claro favorito para ganar la contienda. Pero al mismo tiempo, generaron pánico entre un buen sector del partido demócrata que no comulga con sus conocidas posiciones de izquierda y que vio en su eventual nominación una derrota asegurada frente a Trump en noviembre.
Biden, que hasta ese momento se le daba por muerto (terminó de tercero o cuarto en esas elecciones), resucitó en la primaria de Carolina del Sur gracias al voto afroamericano y desde ese momento se convirtió en la única alternativa para atajar a Sanders. Algo que se materializó en el súper martes del pasado 3 de marzo cuando el ex vicepresidente derrotó al Senador en 10 de los 14 estados que votaron ese día. Y repitió la faena el martes siguiente con triunfos en otros 4 estados.
A partir de allí la carrera ya estaba sentenciada y solo era cuestión de tiempo para un retiro de Sanders.

Sus triunfos generaron pánico entre un buen sector del partido  que no comulga con sus posiciones de izquierda y que vio en su eventual nominación una derrota asegurada frente a Trump en noviembre

Pero eso se anticipó un poco gracias a la irrupción del coronavirus, que terminó forzando la cancelación de las primarias en muchos estados y la suspensión de todos los eventos de campaña. Si ya de por si el panorama se veía improbable, la prohibición de eventos públicos -vitales para mantener a su base entusiasmada- lo volvieron imposible.
Y eso quedó demostrado en las elecciones de este martes en Wisconsin, donde el Congreso estatal controlado por republicanos, forzó las elecciones pese a los riesgos del contagio con el coronavirus.
Para Sanders, seguir exponiendo a sus simpatizantes y otros demócratas a tener que votar pese a ya no tener opciones reales era irresponsable.
A pesar de que Biden ya tiene el camino despejado lo que sigue de ahora en adelante en este contexto del coronavirus es complicado.
El exvicepresidente de EE. UU. Joe Biden y el senador de Vermont, Bernie Sanders.

El exvicepresidente de EE. UU. Joe Biden y el senador de Vermont, Bernie Sanders.

Foto:AFP

Sanders, y eso lo dejó claro este miércoles, no piensa retirar su nombre del tarjetón en los estados que aún no votan. Eso le permitirá seguir sumando delegados de cara a la Convención. Su idea es obtener el mayor número posible para poder influir en la agenda del partido, que suele cocinarse durante esa semana y luego sirve de plataforma para la campaña general que arranca en septiembre.
Pero muchas de las elecciones que hacen falta siguen en el aire. En al menos 15 estados-Alaska, Connecticut, Delaware, Georgia, Hawái, Indiana, Kentucky, Luisiana, Maryland, Nueva York, Ohio, Pennsylvania, Rhode Island, Virginia de Oeste y Wyoming- las autoridades han aplazándo los comicios y-o optando por un modelo de votación utilizando solo el correo.
Y a estas alturas la misma Convención del partido, que estaba prevista para mediados de julio, fue corrida para mediados de agosto con la esperanza de poder realizarla si se presenta un retroceso del coronavirus de aquí hasta esa fecha. Pero ya están considerando una Convención completamente virtual.

El público ha perdido todo interés en temas políticos y se concentra por ahora en una epidemia que es de vida o muerte

En cierto sentido, el retiro de Sanders hace más fácil el proceso, pues Biden ya no tiene competencia y por lo tanto salir a votar se vuelve casi que irrelevante.
Pero el esquema no favorece al partido pues limita la exposición de los candidatos y desestimula a la base. Especialmente cuando se está compitiendo contra un candidato (Trump) que ya está en el poder y tiene una plataforma casi diaria para poder vender su agenda.
Más aún en estos tiempos del coronavirus, pues el público ha perdido todo interés en temas políticos y se concentra por ahora en una epidemia que es de vida o muerte y cuyos efectos en la economía están siendo desastrosos.
Trump, además, se ha encargado de mantener su nombre en el corazón de la crisis con intervenciones televisivas casi diarias y que suelen extenderse hasta por dos horas.
Por supuesto han salido muchas críticas al manejo que le ha dado a la situación. Sobre todo por la manera como minimizó el impacto que tendría la pandemia en EE. UU.
Y con toda seguridad, su gestión -para mal o para bien- será tenida en cuenta por los electores cuando llegue la hora de votar en noviembre.
El presidente Donald Trump ha afirmado que las próximas semanas serán las más críticas para el país debido a las altas cifas de muertes por coronavirus.

El presidente Donald Trump ha afirmado que las próximas semanas serán las más críticas para el país debido a las altas cifas de muertes por coronavirus.

Foto:EFE

De momento, no obstante, Trump ha venido subiendo en las encuestas. Una mayoría de la población (51 por ciento), por ejemplo, aprueba su manejo de la crisis. Algo que se ha reflejado en su popularidad, que ha subido de un 42 por ciento a un 46 por ciento si se promedian las encuestas.
Además, de estar por debajo siete puntos en un eventual enfrentamiento con Biden, el último sondeo del Washington Post ABC los ponen en una empate virtual (49 Biden vs 47 Trump).
Muchos expertos atribuyen su ascenso al respaldo natural que recibe un jefe de estado cuando el país enfrenta una crisis, como en el caso de las guerras.
Pero llaman la atención también sobre lo mínimo que ha sido si se compara con otro momentos de la historia. Como por ejemplo el salto en la popularidad de George W. Bush tras los atentados del 9-11 y otros (Bush pasó del 58 por ciento al 85 por ciento en los cuatro meses que siguieron a los ataques).

Por primera vez una clara mayoría de estadounidenses (55 por ciento) considera que Trump no ha manejado bien la crisis del coronavirus

Trump, por el contrario, solo tiene a la mitad de los estadounidenses convencidos de que está haciendo un buen trabajo y aún, pese a toda la exposición y lo dramática que es la crisis, una mayoría de los estadounidenses (50 por ciento vs. 44.5 por ciento) desaprueba su presidencia.
De hecho este miércoles CNN publicó una encuesta en la que por primera vez una clara mayoría de estadounidenses (55 por ciento) considera que Trump no ha manejado bien la crisis del coronavirus.
Se trata de una estadística aún prematura para concluir que las críticas le están ganando a los aplausos pero tampoco son buenas noticias para el presidente. Sobre todo si la tendencia se comienza a consolidar en nuevos sondeos.
Por supuesto EE. UU. vive en estos momentos quizá una de las peores semanas de su historia con la cifra de contagiados llegando al medio millón y la de muertos en ruta para alcanzar los 20.000 casos antes de este domingo.
Una vez las cifras comiencen a descender -y lo harán tarde o temprano- esa valoración podría cambiar. Eso es lo que está por verse.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
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