Aunque Colombia sigue contando con un amplio respaldo en Washington, el crecimiento de los cultivos ilícitos en el país y los efectos que eso ya está teniendo en las calles de Estados Unidos se está convirtiendo en un serio e irritante problema para las relaciones bilaterales.
Eso quedó demostrado este miércoles cuando el presidente Donald Trump amenazó con declarar a Colombia como un país que no coopera en la lucha contra las drogas y, previamente, durante una audiencia en el Senado de EE. UU. en la que demócratas, republicanos y miembros de la administración de Trump cuestionaron con inusual dureza la estrategia del gobierno colombiano para enfrentar el problema del narcotráfico.
A juicio de Trump, el crecimiento de los cultivos en estos tres años serían prueba suficiente de que el gobierno no está cumpliendo con sus compromisos internacionales y advirtió que si no castiga al país con esa determinación es por la alianza que existe con las Fuerzas Armadas del país y los avances que se han registrado en los últimos meses.
Pero advirtió que mantendrá esa opción sobre la mesa a la espera de mejores resultados en el futuro.
En la audiencia de este martes, llamó particularmente la atención la rudeza de la senadora demócrata Diana Feinstein, quien amenazó con votar en contra de la ayuda que se le da al país si no se corrige el actual rumbo cuanto antes.
Si bien, Feinstein es considerada como de "mano dura" en temas de drogas, su frustración se expande a muchos miembros de su propio partido. Por no hablar de los republicanos.
Hace algunas días, le dijeron fuentes a este diario, que un grupo de senadores demócratas se reunió con el embajador colombiano, Camilo Reyes, para expresar su profunda preocupación. Y le expresaron, entre otras cosas, que desconfían de las intenciones de las Farc y sus promesas de colaborar en la lucha contra las drogas.

Diana Feinstein, senadora de Estados Unidos.
Reuters
De acuerdo con el exsubsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Roger Noriega, el desenlace de la audiencia de este miércoles -y el tono que usa Trump ahora- no debería sorprender a nadie.
"Esto era predecible. Hay una explosión de los cultivos ilícitos, se duplica la producción y aumenta el consumo. Esto no se puede esconder ni minimizar. Ahora, que se están implementando los acuerdos se ve como se pierde más terreno en muchos casos por acciones de las Farc. Y no es una cosa solo de la administración Trump. Son demócratas, republicanos y hasta funcionarios de carrera los que coinciden en esto", le dijo Noriega a EL TIEMPO.
Noriega se refería al testimonio de William Brownfield, hoy por hoy el Subsecretario para Asuntos de Narcotráfico Internacional, pero que ha trabajado en el pasado con administraciones demócratas y republicanas y se desempeñó como embajador de EE.UU. en Colombia.
Brownfield, durante su intervención, fue muy crítico del gobierno, al indicar que no invertía los recursos suficientes en la guerra contra las drogas y estaba básicamente "protegiendo" miles de hectáreas de cultivos, pues no podía monitorear el trabajo de los campesinos que se comprometieron a destruirlos.
Para Noriega, que fue uno de los que rindió testimonio en la audiencia del Congreso, las noticias sobre las Farc aceptando en sus filas a 'narcos puros' y presionando a los cultivadores para que no colaboren solo han agravado esa percepción.
Las duras palabras contra los esfuerzos del gobierno coinciden, irónicamente, con la aprobación en el Senado del presupuesto de gasto para las operaciones en el exterior durante el 2018 y en el que se incluyeron 391 millones de dólares para Colombia, una cifra muy superior a la solicitada por Trump, que solo quería 250 millones.
Meses atrás, la Cámara había hecho lo propio aprobando 335 millones de dólares también por encima de lo solicitado por el presidente.
Aunque esa ayuda debe aún ser aprobada por la plenaria de ambas Cámaras, demuestra que -al menos en el Congreso- aún hay consenso en que se debe seguir respaldando al país. Pero no a cualquier precio. En la versión de la Cámara ya se incluyó una enmienda que condiciona el 30 por ciento de la ayuda a que el país reduzca los cultivos ilícitos.
Y la senadora Feinstein amenazó con otra que condicionaría los recursos a la extradición de personas solicitadas por la justicia de Estados Unidos. En otras palabras, hay paciencia pero se está agotando.
Noriega insiste en que todos en Washington respaldan la paz, pero temen que de no presionar ahora esta pueda perderse si no se controla el problema del narcotráfico.
Esa es una razón.
La otra, más de fondo, es que Washington tiene sus propias razones de seguridad nacional en mente. Y una de ellas es evitar que la coca colombiana inunde el mercado de EE. UU. Esa fue la razón por la que entraron con el Plan Colombia hace 17 años y uno que sigue muy vigente hoy, cuando el consumo ha comenzado a crecer nuevamente.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En twitter: @sergom68
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