El caos y la anarquía consumió este miércoles a Washington luego de que un enorme grupo de simpatizantes del presidente Donald Trump se tomó el Capitolio estadounidense de manera violenta causando pánico y destrucción en el proceso.
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Más de tres horas después, el recinto fue desalojado y se restableció la seguridad en su interior, según informaron anoche los sargentos de armas del Congreso.
Al momento de la toma, los congresistas participaban en una sesión conjunta de Cámara y Senado convocada para autenticar la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales.
El hecho llevó a que el vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, encargado de presidir la sesión, fuera evacuado, pues se temía por su seguridad; mientras que legisladores de ambos partidos se encontraban atrincherados a la espera de refuerzos de la Fuerza Pública.
También se habían reportado varios heridos y una mujer que recibió un impacto de bala falleció después de ser trasladada de emergencia con una fuerte hemorragia.
La debacle la provocó el mismo presidente Trump, quien no solo convocó las protestas sino que le pidió a sus simpatizantes que se desplazaran al Congreso para tratar de interrumpir la autenticación de la victoria de Biden.
Algo que se tomaron a pecho y desafiando las barricadas que había elevado la policía en el perímetro del Congreso.
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Nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes, esto es algo que no se parece a nada que hayamos visto en los tiempos modernos
La sesión, de hecho, tuvo que ser suspendida y se reanudó en la noche de este miércoles a las 8 p. m.
Durante el día hubo varios reportes de bombas que forzaron la evacuación de otros edificios contiguos al Congreso.
Y aunque no se conocía la magnitud de los destrozos causados por los simpatizantes de Trump dentro del Capitolio, las primeras imágenes dejaron ver vidrios rotos, asientos arrancados, monumentos en el piso y daños incontables al andamiaje que se tiene preparado para la posesión de Biden este 20 de enero.
En las afueras, las escenas eran surreales: gente escalando los muros del edificio para llegar hasta los balcones exteriores, rompiendo las ventanas y luego penetrando el recinto. Y muchos portando banderas de la Confederación, el grupo de estados que se declaró en rebelión para defender la esclavitud.
Demócratas y republicanos, casi al unísono, salieron a condenar los hechos de violencia como un asalto a sin precedentes a la democracia estadounidense.
“No podría estar más triste y decepcionado por cómo se ve nuestro país en este momento. Cualquiera involucrado en esto quiero que me escuche con toda claridad: esta no es la vía estadounidense, esto no está protegido por la primera enmienda (el derecho a protestar). Esto tiene que detenerse ya”, dijo Kevin McCarthy, el líder de los republicanos en la Cámara Baja y uno de los aliados más fuertes de Trump en el Congreso.
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Joe Biden, por su parte, catalogó los sucesos como un acto casi de sedición y le pidió a Trump cumplir con sus deberes como presidente y la Constitución.

Manifestantes 'trumpistas' acudieron a un discurso de Trump en Washington, y luego se desplazaron al capitolio.
AFP
“Nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes, esto es algo que no se parece a nada que hayamos visto en los tiempos modernos. Un asalto al alcázar de la libertad, el propio Capitolio”, dijo Biden. “Esta escenas de caos en el Capitolio no refleja lo que somos ni lo que es EE. UU. Estamos viendo a un pequeño grupo de extremistas dedicados al disturbio. Esto no es disenso. Es desorden, es caos y raya con la sedición. Y debe acabar. Esta turba se debe retirar cuanto antes y permitir que la democracia avance”, agregó más tarde el demócrata.
A las pocas horas de iniciados los disturbios y luego de intensa presión de líderes de ambos partidos, Trump público un video en el que les pidió retirarse del Capitolio e irse para sus casas.
Pero volvió a insistir en que le estaban robando las elecciones a pesar de que sus acusaciones han sido desmentidas y rechazadas por casi 100 jueces del país en más de 60 demandas judiciales y la victoria de Biden corroborada por las autoridades electorales de todo el país.
Más delicado aún, llamó a los manifestantes personas de bien y dijo que los “amaba”, pese a que todos los que se tomaron el Capitolio cometieron varios delitos federales y probablemente terminarán en la cárcel. Ivanka Trump, la hija del presidente, los llamó “patriotas”. Si bien el llamado de Trump –a quien Twitter le bloqueó su cuenta por 12 horas y Facebook por 24– ayudó a dispersar la turba en el Capitolio, muchos permanecían en las inmediaciones del edificio.
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Múltiples personas decidieron irrumpir en el Congreso.
Bloomberg
Había mucho temor, además, por posibles actos de violencia en otras zonas de la ciudad con la llegada de la noche, pues eran miles los seguidores de Trump que aún deambulaban por las calles de Washington y en el pasado han aprovechado la oscuridad para realizar actos de violencia y destruir propiedad pública y privada.
Llamaba la atención eso sí, la pasividad de la fuerza pública a la hora de confrontarlos. Especialmente si se compara con el impresionante despliegue de fuerza que mostraron estas mismas autoridades, con helicópteros y tanquetas, cuando se presentaron las jornadas de protestas por la muerte de afroestadounidenses a manos de la Policía.
Sobre todo, ante la gravedad de los incidentes y el ataque a una de las instituciones más sagradas de EE. UU. y donde se encontraban reunidos los 535 legisladores que componen el Congreso más el vicepresidente del país.
Dado que la mayor parte de la fuerza pública depende de las autoridades federales –controladas por Trump–, muchos se preguntaban si el abandono del Capitolio fue intencional. De hecho ya se hablaba de una investigación para llegar al fondo de lo ocurrido.
Si bien la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, decretó el toque de queda para Washington a partir de las 6 p. m., era incierto si las autoridades contaban con recursos para hacerlo cumplir. Ya en horas de la tarde llegó la orden de activar a la Guardia Nacional de la ciudad y varios estados circundantes, entre ellos Maryland y Virginia, ofrecieron enviar refuerzos para contener a la turba.
Nadie dudaba que el Congreso hará su tarea y dará su luz verde al triunfo de Biden. Pero la jornada que vivió Washington será siempre recordada como una de las más negras de su historia.
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Lo que resta por ver es si el país le pasará la cuenta a Trump y los republicanos o si EE. UU. está entrando a una fase en la que el extremismo y desconocimiento de las normas democráticas constituyen la nueva realidad.
“Lo que pasó este miércoles es el resultado natural de un esfuerzo de varias semanas de Trump por deslegitimar las elecciones y destruir la democracia. Pero también es el resultado de un partido que se negó a confrontarlo y dieron rienda suelta a sus instintos autoritarios. La pregunta ahora es si el grueso de este partido aprendió la lección y tomará distancia o si se transformarán –como ya algunos han hecho– en subversivos que quieren acabar con el sistema”, decía Jennifer Rubin, columnista de The Washington Post. Esta semana, cuando se disipe el humo en el Capitolio, se comenzará a saber.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON
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