Tras mesas enfocado en controlar la situación interna, el presidente de EE. UU., Joe Biden, abrió las compuertas este lunes al ofrecer ayuda sustancial a los que más lo están necesitando en la batalla contra el coronavirus.
Primero, anunciando un gran paquete de asistencia para respaldar a la India, que atraviesa una monumental crisis de contagios y muertes derivados de la pandemia, y luego, poniendo a disposición del planeta 60 millones de dosis de AstraZeneca, una de las vacunas que se desarrolló para combatir al covid-19.
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Entre otras cosas, la administración anunció este lunes que enviará a la India ventiladores, drogas, kits para diagnóstico rápido, máscaras, guantes y generadores de oxígeno.
"Así como la India nos envió asistencia cuando nuestros hospitales no daban abasto al comienzo de la pandemia, ahora EE .UU. está decidido a ayudarlos cuando más lo necesitan", dijo a la prensa Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden.
Así mismo, EE. UU. entregará recursos básicos que necesita este país para la producción de Covishield, la vacuna que vienen desarrollando sus científicos.
Con eso reserva una decisión previa, muy criticada, de prohibir la exportación de materias primas que se requieren para producirlas citando intereses de seguridad nacional y la necesidad de garantizar la vacunación de los estadounidenses.
Así como la India nos envió asistencia cuando nuestros hospitales no daban abasto al comienzo de la pandemia, ahora
EE. UU. está decidido a ayudarlos cuando más lo necesitan
La situación en la India, principalmente en Nueva Delhi, la capital, es dramática. En los últimos cinco días se vienen registrando más de 350.000 contagios diarios, un récord mundial, y en promedio están muriendo 2.500 personas por jornada.
Otros países, como el Reino Unido, también han prometido enviar asistencia para intentar controlar esta segunda y peligrosa ola que sacude a este país.
Paralelamente, Biden anunció que comenzará a distribuir en los próximos meses unas 60 millones de dosis que tiene almacenadas de Astrazeneca, vacuna que aún no ha sido aprobada para utilizarse en EE. UU. pero sí en otros países.
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La administración demócrata también venía siendo expuesta a una intensa presión para que compartiera los excesos de vacuna que ha venido acumulando.
En particular, porque se trata de un remedio que no está utilizando en este momento y que probablemente no requerirá, ya que cuenta con un arsenal más que suficiente entre las vacunas que ya tiene de de Pfizer, Moderna y Johnson y Johnson.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cumplió con su meta de aplicar más de 200 millones de vacunas en sus primeros 100 días en la Casa Blanca.
Oliver Contreras. Efe
Además, y aunque aún falta más del 60 por ciento del país por inocularse, la demanda por la vacuna ha bajado pues muchos estadounidenses al parecer han decidido no ponérsela, pese que aún se siguen registrando más de 60.000 contagios diarios y el número de muertos ha comenzado a crecer nuevamente.
La doble movida de la administración demócrata obedece a varias razones. Por un lado, por supuesto, la obligación de ayudar a un aliado importante en un momento de crisis.
Pero al mismo tiempo, la necesidad de apostarle a la especie de diplomacia de las vacunas que vienen empleando otros rivales como China y Rusia.
En la medida que la demanda por el remedio ha bajado en EE. UU., también ha desaparecido el temor de compartir las drogas sin que sea visto como desatención de las necesidades domésticas.
Al mismo tiempo, las propias agencias de seguridad del país han comenzado a advertir que la propagación del covid a nivel mundial constituye una amenaza para EE. UU., pues aumentará los flujos migratorios y podría hasta causar la caída de gobiernos y una crisis democrática a nivel mundial.
Esa, al menos, fue una de la conclusiones centrales de la Valoración Anual sobre Amenazas contra el país que presentó hace dos semanas al Congreso la directora nacional de Inteligencia, Avril Haines.
Por esos mismos días, la secretaría del Tesoro, Janet Yellen, dijo que EE. UU. también se vería muy afectado si el coronavirus sigue avanzando en los países más pobres y no se hace un esfuerzo por asistirlos y proporcionales vacunas.
De acuerdo con Yellen, más de 150 millones de personas podrían pasar a la pobreza extrema en los próximos meses y años si no se toman cartas en el asunto.
"Esto sería una tragedia económica profunda para estos países y nos debería importar. Eso es obvio, pero lo que es menos obvio es que también nos afectará a nosotros", dijo Yellen tras mencionar como los mercados mundiales están interconectados y todos pagarán el precio si el covid no se detiene.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter @sergom68
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