Japón vivió el 11 de marzo de 2011 una triple tragedia: un poderoso terremoto provocó un devastador tsunami que, a su vez, ocasionó el peor accidente nuclear desde Chernóbil (abril de 1986), en Fukushima.
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Para conmemorar esta fecha, el país asiático celebrará este jueves una ceremonia nacional en memoria de las víctimas del terremoto y el tsunami.
Los asistentes guardarán un minuto de silencio a las 2:46 p. m. (hora local en Japón), precisamente la hora en que el terremoto de 9 grados en la escala de Richter sacudió por varios minutos todo el archipiélago nipón y provocó el tsunami que dejó unos 19.000 muertos.
Las olas del tsunami causaron fallas en la planta nuclear y una liberación de radiación en la prefectura de Fukushima.
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Tras diez años de esta catástrofe, las localidades que se enfrentan a la amenaza de las radiaciones aún luchan por reconstruir las comunidades afectadas. En los meses posteriores al hecho se prohibió el acceso a hasta el 12 por ciento del departamento de Fukushima, lo que equivale a unos 1.650 kilómetros cuadrados.
Esto ocasionó el desplazamiento de 165.000 habitantes. Las autoridades han declarado seguras muchas zonas después de las operaciones de descontaminación llevadas a cabo durante los últimos años, pero muchos ciudadanos que antes habitaban la zona son reticentes a volver, no obstante los incentivos financieros del Estado y años de arriendos baratos.
El rostro de esta tragedia se lo contó Masakazu Daibo a la agencia AFP. Daibo reabrió el restaurante de anguilas de su familia en Namie, una ciudad del noreste de Japón que fue evacuada después de la catástrofe nuclear. Pero, por ahora, apenas tiene vecinos.
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Namie y otras 11 ciudades aledañas formaban parte de una zona de exclusión alrededor de la planta nuclear, solo accesible para visitas breves durante años. “No quedaba nadie, pero la ciudad seguía. Era como el decorado de una película”, dijo Daibo, de 65 años.
Las restricciones se han levantado para una quinta parte del territorio de Namie, cuya población actual (1.580 habitantes) representa apenas el 7,5 por ciento de la de antes de marzo de 2011.
Sobre el efecto de la radiación en la salud, la ONU publicó esta semana un informe en el que asegura que las emisiones radioactivas tras el accidente no han producido efectos negativos sobre la salud.
Por su parte, el Gobierno de Japón indicó que sigue investigando el impacto de la radioactividad sobre la salud pública. Las autoridades japonesas, hasta ahora, tampoco han encontrado conexión entre el accidente nuclear y la incidencia del cáncer o la leucemia en la región.

Velas encendidas forman las palabras "memoria" y "futuro conectado" en el Museo Conmemorativo del Gran Terremoto y Desastre Nuclear del Este de Japón en la ciudad de Futaba, prefectura de Fukushima.
Kazuhiro Nogi. AFP
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No obstante, la versión oficial nipona y del panel de la ONU contrasta con las de ONG como Greenpeace, Human Rights Watch y otras agrupaciones locales que vienen denunciando durante la última década un desfase entre la situación real sobre el terreno en Fukushima y la versión de las autoridades.
Coincidiendo con la fecha del aniversario, el secretario general de la ONU, António Guterres, reclamó ayer a los países inversión para prevenir desastres. Por ahora, Fukushima se enfrenta aún al estigma atómico, a un proceso de reconstrucción lento y a la incertidumbre sobre el desmantelamiento de la accidentada planta nuclear, que se prolongará al menos hasta mediados de siglo.
REDACCIÓN INTERNACIONAL*
*Con AFP y Efe
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