La casa número 68 de la calle Sir Thomas Mitchell de Sídney, en la que vivían Fernando Manrique Escallón, María Claudia Lutz Peña, y sus pequeños hijos, Elisa y Martín, luce hoy como un gran altar lleno de flores y cartas. Adultos y niños les han escrito mensajes en los que se apiadan de su tragedia y, “donde quiera que estén”, les envían un abrazo y deseos de felicidad.
De esta manera, con solidaridad y ofrendas, los vecinos del barrio Davidson han encontrado una forma de paliar el dolor y la impresión que causó la muerte de esa familia colombiana que en el 2005 había viajado para instalarse en su comunidad.
Habían llegado juntos, persiguiendo los sueños profesionales de Fernando, quien ese mismo año comenzaba su MBA en la Universidad de Macquarie, un programa académico que tuvo que encarar al tiempo con el reto de ser padre junto con María Claudia, pues a los pocos meses de su viaje llegó Elisa, y casi de un año después de su nacimiento, Martín.
El desafío se hizo más grande para ambos, pues en la adaptación a su nueva vida debieron también enfrentar la triste noticia de que sus hijos fueran diagnosticados con autismo severo, un mal que, entre otras condiciones, comprometía seriamente el sentido del oído y el habla de los dos niños.
La pareja se había conocido en Bogotá, en sus años colegiales, en uno de los encuentros entre el Gimnasio Campestre y el Femenino. Juntos vivieron después su etapa universitaria, María Claudia como estudiante de Jurisprudencia en la Universidad del Rosario y Fernando Manrique como alumno de Ingeniería Industrial de los Andes. Siempre con muy buenos resultados, eran estudiantes ejemplares.
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Lejos de sus casas en Colombia, poco a poco fueron integrándose a su nueva vida en el otro extremo del mundo, enfrentándose a sus labores cotidianas al tiempo con las terapias para Elisa y Martín, quienes fueron acogidos por la primaria St. Lucy’s Catholic School.
A pesar de los problemas, las cosas parecían ir bien para la familia, que con los años se hizo conocida por los vecinos como gente amable y religiosamente devota, como recogen ‘The Daily Telegraph’ y ‘The Sydney Morning Herald’, dos de los periódicos que han informado sobre sus muertes.
De hecho, estos medios recogen que fueron justamente los profesores de la escuela infantil quienes sospecharon que algo extraño ocurría con los Manrique el lunes anterior, el día del hallazgo de su muerte. Advirtieron a la Policía que ninguno de los pequeños había asistido a clases, tampoco su madre, quien desde el 2014 trabajaba como voluntaria en la escuela, encargada de abrir la cafetería todas las mañanas.
La familia fue encontrada sin vida, sin señales de violencia. Fernando y Martín estaban solos, cada uno en su cuarto, y María Claudia se encontraba en otra habitación junto a Elisa, acompañándola. Todos parecían durmiendo.
La intoxicación por gas ha sido desde el principio la hipótesis más realista de lo ocurrido, pero el cómo ha abierto una posibilidad impactante para la comunidad, pues la versión más creíble, y a la vez más estridente, dice que se trató de un suicidio-homicidio planeado con antelación.
Aunque la posibilidad de un accidente no haya sido descartada de plano, el hallazgo de dos cilindros de gas afuera de la casa resultó sorpresiva cuando se descubrió que estaban conectados a una red de tubos que bordeaba la casa hasta el techo y que conducía adentro de los cuartos.
Además de la evidencia, en concordancia con esta versión, aparece el testimonio de Ofik Thomassian, de 72 años, la vecina de en frente de los Manrique, quien dijo haber visto a Fernando haciendo trabajos en el techo con herramientas eléctricas el sábado 15 de octubre.
Cuando la Policía irrumpió en la casa encontró todas las ventanas y las puertas de los cuartos cerradas. Los ventiladores estaban encendidos.
Testimonios de amigosEl comandante de la Policía local, Dave Darcy, y las demás autoridades no se han aventurado a corroborar ninguna versión hasta obtener el resultado de los análisis toxicológicos practicados a los cuerpos, que se harían públicos en el transcurso de esta semana.
No obstante, a la par que la historia de la muerte se ha hecho conocida, los testimonios de amigos han sido recopilados por la prensa en un intento por dar luces sobre lo sucedido. ‘The City Paper’, un periódico bogotano escrito en inglés, cita en uno de sus informes a una amiga de María Claudia, quien afirma que el matrimonio estaba desgastado y que entre los planes de Lutz estaba regresar a Colombia, aunque su esposo no lo contemplara siquiera como opción.
Él se encontraba en un brillante momento laboral: desde el 2012 era director ejecutivo para Asia de Drake Business Services, una empresa de servicios tecnológicos y logísticos y planeaba abrir su propia compañía el próximo año.
Los vecinos cuentan que Fernando debía viajar constantemente, y amigas australianas de Lutz, cuyos testimonios fueron recogidos por ‘The Daily Telegraph’, relatan que la ausencia de su esposo y el gran cuidado que demandaban sus hijos ocasionaban en ella episodios de estrés y depresión. Incluso, aunque muchos en el vecindario la reconocían como una mujer amable, eran pocas las personas a quienes en confianza les contaba que pasaba noches en vela atendiendo a sus hijos y que el insomnio comenzaba a afectarla.
Peta Rostirola, una amiga de Lutz en Sídney, le dijo a la cadena televisiva ABC que María Claudia estaba buscando ayuda adicional para sus niños en el Plan Nacional de Seguro de Incapacidad de Australia y que recientemente había recibido con felicidad una notificación de que su pedido sería concedido.
En Bogotá, los familiares y amigos de los esposos han guardado hermetismo total sobre el caso y la Cancillería, por petición de los seres queridos, no puede revelar detalles sobre una eventual repatriación de los cuerpos o un funeral en territorio australiano.
Mientras tanto, en Australia la prensa ha asumido como cierta la versión del suicidio-homicidio, aunque los informes advierten que a las autoridades hasta el momento les ha sido imposible determinar si María Claudia Lutz estaba al tanto del que luce como un plan exclusivo de su esposo, quien semanas atrás, de acuerdo con ‘The Sydney Morning Herald’, había comprado por internet dos cilindros con monóxido de carbono inodoro.
La retractación que desató suspicacias en AustraliaEn medio del impacto de la muerte de la familia Manrique en Sídney, varios medios de comunicación en Australia citaron a Philip Nitschke, director de Exit International, que lucha por la legalización de la eutanasia y defiende la idea de que la muerte pueda ser una decisión racional de las personas cuando consideren que han vivido lo suficiente.
Nitschke aseguró que a través de la página web de Exit, Manrique había descargado su libro ‘The Peaceful Pill’, un manual con recomendaciones para un ‘buen morir’. Sin embargo, al cabo de algunas horas se retractó y afirmó que se había tratado de otro usuario que tenía el mismo apellido.
REDACCIÓN DOMINGO