Apodado el ‘cocodrilo’ por su carácter implacable, Emmerson Mnangagwa esperó su momento durante mucho tiempo. A sus 75 años, la mano derecha de Robert Mugabe acaba de lograr su objetivo: suceder al hasta ahora líder indiscutible de Zimbabue hasta que se convoquen elecciones en 2018.Luego de 37 años de mano de hierro de Mugabe, Mnangagwa fue investido como nuevo presidente de Zimbabue ante decenas de miles de partidarios.
Dos semanas antes, sin embargo, su futuro parecía estar comprometido. Víctima de las ambiciones políticas de la primera dama, Grace Mugabe, fue destituido de la vicepresidencia, perdiendo así su estatus de delfín del jefe del Estado. Su declive solo duró unos días.
Obligado a exiliarse, Mnangagwa regresó a Zimbabue con el apoyo del ejército, que tomó el control de la nación para denunciar su destitución. Al frente del Zanu-PF, está bien situado para dirigir la transición política del país. Toda una victoria para este fiel servidor del régimen, que hace años sueña con el poder.
Con la independencia de Zimbabue en 1980, Mugabe confió a Emmerson Mnangagwa importantes cargos y ministerios, como Defensa o Finanzas. Recién en 2014 accedió a la vicepresidencia, cuando Joice Mujuru, que le ganó la batalla política diez años antes, fue víctima de una campaña denigratoria dirigida por Grace Mugabe. Mnangagwa accedió entonces al estatuto de potencial delfín del ‘camarada Bob’, de salud frágil.
Mnangagwa nació el 15 de septiembre de 1942 en el distrito de Zvishavana, en el suroeste de Zimbabue, pero creció en Zambia. Hijo de un militante anticolonialista, se unió en 1966 a las filas de la guerrilla independentista contra el poder colonial. Fue detenido y evitó la pena capital, aunque purgó una pena de diez años de prisión. El ‘cocodrilo’ no derrama lágrimas, y solo se lo conoce por su dureza.
Aunque ahora es visto como el salvador de la democracia, Mnangagwa tiene un pasado oscuro: como ministro de Seguridad tras la independencia en 1980, Mnangagwa explica que sus años de guerrilla le enseñaron a “destruir y a matar”. En 1983 dirigió la brutal represión de las fuerzas armadas en las provincias disidentes de Marabeleland, que dejó 20.000 muertos. Mnangagwa prometió que “servirá” al país y a su Constitución y rindió un homenaje al ‘padre de la nación’, Robert Mugabe.
Sin embargo, aunque alabó a su predecesor, es incierto que desmantele el aparato de seguridad que se utilizó antes para la represión.
BLOOMBERG
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