El Nobel de la Paz premió este jueves los esfuerzos del primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, de 43 años, por su iniciativa para resolver el conflicto fronterizo entre su país y el Estado de Eritrea, ubicado en el este de África, además de su cooperación internacional en el continente.
El Comité Nobel noruego destacó en su motivación del premio que, desde que asumió su puesto como primer ministro en abril de 2018, Ahmed reanudó las conversaciones con Eritrea, país con el que no se acordaba cómo delimitar dominios sobre territorios limítrofes, aunque hubieran pactado un acuerdo de paz en el año 2000.
Así, en el 2018 Ahmed aceptó las fronteras fijadas por una comisión internacional en 2002, acción que desembocó en la reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales entre Etiopía y Eritrea.
El premio significará un impulso para el dirigente, que se enfrenta a una creciente ola
de violencia entre diferentes grupos en su país, donde hay previstas elecciones legislativas en mayo de 2020.
El Comité Nobel subrayó especialmente la labor del presidente de Eritrea, Issaias Afworki. "A la paz no se llega únicamente gracias a las acciones de una sola persona. Cuando el primer ministro Abiy tendió la mano, el presidente Afwerki la aceptó y contribuyó a dar forma al proceso de paz entre los dos países", indicó el organismo. Nada más conocer la noticia, la oficina de Abiy reaccionó diciendo que estaban "orgullosos como país" y felicitándose por un galardón que es el "reconocimiento" del trabajo del primer ministro en favor de la "cooperación, unidad y coexistencia".
Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que el acercamiento entre Eritrea y Etiopía es un "impulso para la estabilidad
de la región".
Además, su papel en otros procesos en la región también fue destacado por el Comité Nobel. En efecto, Ahmed medió entre Eritrea y la República de Yibuti —que también disputaban conflictos fronterizos— para normalización sus relaciones diplomáticas, como también lo hizo durante la contienda entre Kenia y Somalia por los derechos sobre un área marítima y durante las negociaciones entre gobierno y oposición en Sudán. En este sentido, el primer ministro expresó que se trata de un galardón “para todo África”.
“Me imagino que otros líderes del continente pensarán que es posible trabajar en los procesos de construcción de paz en nuestro continente”, dijo en una breve conversación telefónica con la institución del Nobel al conocer que lo había ganado.
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En enero de este año, el primer ministro etiope Abiy Ahmed se reunió con el papa Francisco.
Andrew Medichini. Efe
Desde que tomó las riendas del segundo país más poblado de África, en abril
de 2018, Abiy Ahmed comenzó el acercamiento con el país vecino, antaño una provincia etíope. Apenas seis meses después de su investidura, en julio de 2018, firmó la paz con Eritrea y puso fin así a 20 años de enfrentamientos.
Etiopía liberó a miles de disidentes, pidió perdón por la brutalidad estatal y recibió con los brazos abiertos a miembros de grupos exiliados que sus antecesores habían calificado de "terroristas".
Abiy, nacido en una familia muy pobre, fue visto como un visionario y un reformista con la capacidad de inyectar optimismo en esta zona del mundo castigada por la pobreza y la corrupción. Sin embargo, el entusiasmo dejó paso a la frustración. La frontera entre los dos países está de nuevo cerrada, la firma de acuerdos comerciales se hace esperar y Etiopía aún no tiene acceso a los puertos de Eritrea.
Según los analistas, el camino para la paz duradera será largo. "El comité Nobel espera que el premio Nobel de la Paz refuerce al primer ministro Abiy en su trabajo en favor
de la paz y la reconciliación", estimó este viernes Reiss-Andersen. Este premio es "es un reconocimiento y también un impulso a sus esfuerzos. Somos conscientes
de que queda mucho por hacer", agregó.

La foto del Abiy Ahmed es exhibida en el Centro Nobel Oslo, Noruega.
Reuters
Aunque la mayoría de organizaciones no gubernamentales consideraron merecido el premio para Ahmed, el primer ministro también ha recibido críticas por no solucionar algunos problemas de raíz, como la falta de federalismo y las tensiones étnicas, que han hecho de Etiopía el país con más nuevos desplazados del mundo.
El Comité Nobel noruego admite en el fallo que quedan “muchos retos” por resolver y “mucho trabajo que hacer”, aludiendo directamente al conflicto étnico y a los ejemplos “preocupantes” ocurridos en los últimos meses.
Por ejemplo, el año pasado, en abril, el mismo mes en el que Ahmed asumió como primer ministro, miles de centenares de gedeos (uno de estos grupos) huyeron del territorio de West Guji, en la región de Oromía, en el sur del país, después de que surgieran disputas entre las dos etnias por acusaciones y reclamaciones por tener más poder en el Gobierno federal.
“Es ahora cuando los esfuerzos de Abiy Ahmed merecen reconocimiento y necesitan un impulso”, resalta la motivación del Comité, añadiendo que “ha hecho muchas cosas para convertir a su país en una democracia”.
Amnistía Internacional se refirió al galardón desde un enfoque similar. “El trabajo del primer ministro Abiy Ahmed está lejos de haber terminado”, consideró el secretario general de la organización, Kumi Naidoo, en un comunicado poco después del anuncio del Nobel, que le va a reportar a este líder 912.000 dólares. “Este premio tiene que empujarlo y motivarlo a enfrentar los desafíos pendientes de derechos humanos que amenazan con revertir los logros conseguidos hasta ahora”, consideró Naidoo.
EFE y AFP
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