Todo hace indicar que las Fuerzas Armadas de Zimbabue están tras el intento de derrocar a Robert Mugabe, el presidente más viejo del mundo, con 93 años, y uno de los que más tiempo lleva en el poder: 37.
Las Fuerzas Armadas controlaban este miércoles la capital, Harare, cuyo presidente se declaró bajo arresto domiciliario.
La cadena Sky News informó que la primera dama, Grace Mugabe, habría logrado huir a Namibia. “No se trata de una toma del gobierno por militares (...). Nuestro objetivo son criminales del entorno” del presidente, declaró el general Sibusiso Moyo en un discurso transmitido en vivo por la noche por la televisión estatal. “No bien cumplamos con nuestra misión, esperamos que la situación regrese a la normalidad”, agregó.
“Queremos asegurar a la nación que su excelencia el presidente (...) y sus familiares se encuentran sanos y salvos, y que su seguridad está garantizada”, recalcó el general Moyo.
Pero la Unión Africana consideró en un comunicado que la crisis “parece un golpe de Estado” e instó a los militares a detener inmediatamente sus acciones y respetar la Constitución.
De hecho, varios ministros, identificados con la facción del oficialismo alineada con la primera dama, Grace Mugabe, fueron arrestados, en lo que parece una pelea por la sucesión de Mugabe. La entrada en escena de los militares se produce en medio de una crisis abierta entre Mugabe y el jefe del Ejército, Constantino Chiwenga, tras la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, durante mucho tiempo considerado su delfín. Durante la jornada, como confirmaron medios locales, se arrestó a tres ministros: el de Educación, Jonathan Moyo; el titular de Local, Obras Públicas y Vivienda, Saviour Kasukuwere, y el de Finanzas, Ignatius Chombo. Todos ellos son afines a las aspiraciones políticas de la primera dama, quien sonaba como candidata a vicepresidenta después de que su marido destituyó del cargo la semana pasada a Emmerson Mnangagwa.
Precisamente, la expulsión del vicepresidente –un incondicional del partido gobernante y veterano de guerra que estaba en las quinielas para suceder a Mugabe– se interpreta como el detonante principal de la crisis.
La escalada de la tensión había comenzado el martes, cuando varios tanques fueron vistos en dirección a Harare. Un día antes, el jefe de las Fuerzas Armadas del país, Constantino Chiwenga, había advertido en una comparecencia pública que se tomarían “medidas correctivas” si continuaba lo que consideraba una purga de los miembros veteranos en el partido que lidera Mugabe, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (Zanu-PF).
“Es pertinente reiterar que las fuerzas de defensa de Zimbabue permanecen como el principal depositario en lo que respecta a los logros de la lucha por la liberación. Y cuando estos están amenazados, estamos obligados a tomar medidas correctivas”, dijo Chiwenga.
Mnangagwa, por su parte, había huido a Sudáfrica la semana pasada y, en un comunicado, había afirmado: “Pronto controlaremos los resortes del poder en nuestro bello partido y país”. Las palabras del jefe de las Fuerzas Armadas fueron consideradas como un ataque directo a la facción del Zanu-PF alineada con Grace Mugabe, quien desempeñó un rol determinante en la salida de Mnangagwa, tras meses de ataques verbales.
Al contrario del exvicepresidente, la mujer de Mugabe, de 52 años, y sus aliados no sirvieron en la guerra por la independencia del país. De hecho, la Asociación Nacional de Veteranos de la Guerra de Liberación de Zimbabue (ZNLWA, por su sigla en inglés) exigió el miércoles la dimisión del presidente, en una muestra clara de la polarización que viven las élites políticas y militares zimbabuenses. La primera dama, sin embargo, cuenta con el respaldo de las influyentes facciones de las juventudes del partido y de las mujeres.
AFP-EFE