En los Juegos Olímpicos de 2016, entre el mar de noticias que circularon en las pantallas, se destacó la participación de un Equipo de Atletas Refugiados. Esta, que fue creada por iniciativa del Comité Olímpico Internacional, con ayuda de la Agencia de la ONU para Refugiados (Acnur), se convirtió en la primera delegación de deportistas en condición de refugiados que pudo participar en estas, las justas más importantes del mundo.
Sueños cumplidos y nuevas esperanzas hicieron parte de las historias de estos deportistas, quienes también narraron su dolor. El mundo conoció los rostros y los trazos que la guerra ha dejado en estas personas.
Al finalizar Río 2016, los organizadores prometieron no desamparar a los integrantes de la delegación debutante. ¿Cumplieron? Esto ha pasado con las vidas de estas personas que desde países como Siria y Etiopía nos enseñaron de la fuerza sanadora del deporte.
SARA CASTILLEJO DITTA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
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