Esta historia nace en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reconciliación de Buenos Aires, Cauca, durante una de las conversaciones que adelantaban ex guerrilleros de FARC-EP, tras el final del conflicto armado más largo de Latinoamérica.
La incertidumbre sobre el devenir, dio paso a una idea que meses después, reflejaría sus primeros frutos en las faldas de la cordillera occidental: el café de la esperanza.
El cultivo y procesamiento del grano, se convertirían en un factor de unidad entre población en proceso de reincorporación, y comunidades campesinas de todo el departamento del Cauca.
William, uno de sus primeros integrantes, recuerda: «Era mediados de 2017, y todos los días teníamos nuevos retos con insumos, proveedores, empaques; incluso en una ocasión nos fuimos a registrar el nombre, y nos contaron que la marca ya había sido inscrita por otra empresa. Nos tocó reponernos en cuestión de minutos y cambiarlo, de allí en adelante se llamaría “Café Sabor La Esperanza”. La verdad, nos gusta mucho más este nombre».
Los integrantes de la cooperativa cafetera han perseguido desde sus inicios un ideal: ofrecer un producto de altísima calidad.
Para ello, William asegura que hay tres factores clave: El cultivo debe estar a más de 1.650 m.s.n.m; el proceso de recolección y selección del grano, tiene que ejecutarse cuidadosamente; y finalmente, se requiere un óptimo proceso de tostón.
Desde finales de 2017, los impulsores de la iniciativa han emprendido una búsqueda incansable de aliados para afianzarse comercialmente, y brindar alternativas a más excombatientes e integrantes de la comunidad.
Esta apertura les ha permitido enlaces con la Gobernación del Cauca, el Comité de Cafeteros del Cauca, la Federación Nacional de Cafeteros, ASCAFE, Paso Colombia, y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), junto con las organizaciones que realizan el acompañamiento al proceso de paz como la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, y el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD).
Por medio de estas alianzas, se ha impulsado su participación en eventos de orden departamental y nacional.
El esfuerzo de excombatientes junto al acompañamiento de diversas organizaciones, derivó en la producción de una variedad de café tipo exportación denominado “Café del Común”.
Esta marca es recordada por un hito que transformó la reincorporación en Colombia: la primera firma de un acuerdo comercial entre exguerrilleros e Illycaffe S.p.A, uno de los conglomerados cafeteros más grandes del mundo.
Ocurrido en Popayán a mediados de 2018, se convirtió en un impulso sustancial en términos económicos, técnicos y comerciales.
Desde ese momento, una parte de la producción y selección de grano de esta primera cooperativa, se uniría a la de iniciativas para ser exportado y apreciado por paladares en todo el mundo.
Con el objetivo de fortalecer el proceso de transformación del grano y tostón para su comercialización local, la Misión de Verificación de la ONU en Colombia junto con el PNUD, realizaron a finales de 2018, la entrega a la cooperativa a cargo de Café Sabor La Esperanza de una trilladora, un molino y una selectora de café como parte del apoyo a Proyectos de Impacto Rápido.
Además del cultivo, desde mediados de 2019, realizaron capacitaciones en tostado, cata y preparación de café.
Para ello, contaron con el apoyo del Servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia (SENA), y el Parque Tecnológico del Café.
Las continuas capacitaciones, y las dotaciones de insumos, sumadas al empuje y dedicación de los integrantes, les permitieron presentarse en ferias comerciales en todo el país.
Su producto inicial se transformó con los años en cuatro variedades de Café Sabor La Esperanza, cada una de las cuales depende de tipo de tueste y presentación del grano.
Este recorrido histórico, no estaría completo sin una alusión al galardón obtenido por una de las iniciativas que, nació tras la expansión de la producción cafetera de excombatientes y comunidad en Cauca; hablamos de la variedad “Espíritu de Paz” que recibió el “Ernesto Illy International Coffee Award” en el mes de octubre de 2019 en la ciudad de Nueva York.
Las apuestas productivas de los exguerrilleros y la comunidad en el Cauca, también lograron una consagración en términos de calidad a nivel nacional, con el premio “Héroes de la Caficultura” por parte de la Federación Nacional de Cafeteros.
El legado ha impulsado a otros ex integrantes de FARC-EP, a realizar proyectos junto a la comunidad para afianzar la construcción de paz y reincorporación económica en sus territorios.
A principios de 2020, sus frutos siguieron latentes en lugares como Tuluá, Valle del Cauca, donde se tostó el primer grano de café de la cooperativa multiactiva “Los Comunes”.
En la vereda Venus, zona rural de Tuluá, víctimas del conflicto armado junto con campesinos y población en proceso de reincorporación, han trabajado de la mano durante más de dos años en el cultivo y procesamiento de café, para seguir los pasos de Café Sabor La Esperanza.
Esta cooperativa cuenta con el apoyo de la Misión de Verificación de la ONU, la organización PASO Colombia, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN), la Alcaldía de Tuluá, y la Gobernación del Valle.
El detrás de esta misión
Con la necesidad de acelerar los proyectos productivos y los pequeños emprendimientos de excombatientes, desde hace más de un año, la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), el colectivo FARC, la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han trabajado de manera conjunta para respaldar 47 emprendimientos económicos -5 liderados por mujeres-, 24 de ellos en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), y 23 en nuevas áreas de reincorporación colectiva.
La inversión ha sido de más o menos de 1 millón de dólares con recursos del Departamento de Asuntos Políticos de la ONU, y contribuciones de Francia, Países Bajos, Noruega y Suecia.
Aunque este esfuerzo tripartito no resuelve los problemas y desafíos estructurales que enfrentan los excombatientes en su reincorporación, es un pequeño aporte que sirve de solución a corto plazo, mientras se establece la respuesta institucional prevista en el Acuerdo de Paz, constituyendo un mensaje importante para reforzar la confianza en el proceso de paz.