Entre el 1 y 6 de marzo se realizará la edición 57 del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias y todos los anuncios hasta la fecha dan cuenta de su definitiva deriva hacia la programación de un cine de calidad en su versión más moderna e independiente, una apuesta clara que asume riesgos y despierta curiosidades.
En un momento en que la multiplicación de los festivales de cine se ha convertido en endemia planetaria, la lucha por otorgar un perfil que individualice se convierte en el gran reto de sus responsables, básicamente en las figuras de la dirección artística y la jefatura de programación.
A ellos les corresponden las decisiones que marcan las líneas dominantes y dan un rostro propio a esos eventos. Diana Bustamente, directora artística, habló en la presentación del FICCI 57 de “un cine que abre caminos para una nueva idea de utopía cuya forma no está clara”, en una declaración que envía un mensaje sobre la idea central que inspira la programación del festival este año; una apuesta alta por lo que supone como desafío para los espectadores.
El tipo de cine que anuncia Cartagena demanda un esfuerzo notable del público. Se trata de películas que no utilizan estructuras narrativas clásicas y renuncian a cualquier forma de dramaturgia tradicional.
En lugar de una acción que evolucione con hechos concatenados en una relación de causalidad, con personajes de perfiles claros y completos, y un montaje que propicie el sentido de continuidad en la historia, evitando los saltos de tiempo y espacio, este nuevo cine prefiere la fragmentación y privilegia momentos, cuyo sentido de alguna manera debe acabar de construir el espectador. El director escogido para el homenaje central confirma la línea que campea en la selección del certamen.
Apichatpong Weerasethakul es uno de los realizadores más radicales de los que trabajan en eso que algunos han dado en denominar cine de festivales. Ya en su primera obra, Mysterious object at noon (del año 2000), aparecían prefigurados los elementos que poco a poco iría desarrollando en su brillante y celebrada carrera, con un uso del relato que invita a mezclar la realidad con la ficción, con personajes que cuentan historias propias y otras inventadas, en una especie de juego de multiplicación de pasajes, sin continuidad argumental o dramática, con un vigoroso y preciso uso de la planificación y la luz.
Consentido en el festival de Cannes desde su segunda película Blissfully yours (2002), cuando ganó el premio en la sección Un Certain Regard, y tras el siguiente éxito allí de Tropical malady (2004), vino su consagración definitiva con la Palma de Oro en 2010 gracias a El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas.
Competitivo en el área iberoamericana en sus modalidades de ficción, documental y cortometraje, el FICCI completa sus apartados con el cine colombiano y una selección internacional de lo mejor del último año en la sección Gemas, con títulos altamente recomendables que invitan a estar en la nueva cita de Cartagena.
Encuentros de industria, un taller sobre crítica de cine, la master class a cargo del director tailandés Weerasethakul, la presencia del actor Denis Lavant, a quien hemos visto en grandes obras del francés Léos Carax, como Los amantes de Pont- Neuf y Holy Motors... En fin, ningún reparo a un evento consolidado que hace honor a su condición del festival con más ediciones del continente americano.
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