“Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo (…). Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”. Con ese tono mítico y por fuera del tiempo, abre el párrafo inicial de Los recuerdos del porvenir, novela indispensable de la narrativa mexicana del siglo XX que, sin embargo, es poco conocida fuera de México.
Si la crítica la ha equiparado con Pedro Páramo de Juan Rulfo, si se la considera precursora del realismo mágico, si su estructura narrativa, el uso del lenguaje y la construcción de los personajes no han perdido un ápice de su originalidad, ¿a qué se debe la omisión del nombre de Elena Garro, su autora, del canon de la literatura iberoaméricana del siglo pasado? Garro (1916-1998) no solo fue una mujer rabiosamente talentosa en un mundo masculino, sino “la esposa de” Octavio Paz, “la amante de” Bioy Casares, “la loca”, “la histérica”, “la reaccionaria”: improntas que se mezclan con el machismo del mundillo intelectual de su época y también, con el paso del tiempo. Si bien nunca resultó del todo olvidada, con el fin de presentarla a una nueva generación de lectores, Alfaguara reeditó con gran cuidado esta obra escrita en 1953 y publicada hasta 1963 que, además, cuenta con cinco lúcidos ensayos firmados por intelectuales latinoamericas jóvenes que ofrecen diversas claves de lectura para una obra que crece al ser leída y actualizada desde el presente.
En Los recuerdos del porvenir es la voz profunda de Ixtepec, un pueblo ficticio en el tórrido centro de México, la que a manera de coro griego –como protagonista y testigo omnisciente– narrará las vidas, las muertes, las noches, los anhelos y los miedos de un remolino de existencias y tiempos que en su vorágine terminan por anular al mismo tiempo como categoría hasta lograr la paradoja de convertirlo en pasado y porvenir, en pura memoria, en mito: en literatura total.
Ubicado en la década de 1920 –cuando la Revolución mexicana se consolida entre cruentas luchas caudillistas, violencias y traiciones–, Elena Garro crea un universo mágico y profundamente poético que se pone en marcha con la llegada a Ixtepec de la tropa federal al mando de un general cruel y perdidamente enamorado de Julia, la mujer de la que se adueña pero no puede tener: “Era ese su dolor irremediable: no poder ver lo que vivía adentro de ella”. La irrupción de la tropa terminará por desequilibrar la coexistencia entre indios y mestizos, así como las vidas de los jóvenes Moncada –los otros protagonistas de la historia– y su hermana Isabel que, en su rebeldía, representan el futuro que no será. En este universo son las mujeres de Ixtepec –las putas, las beatas, las matronas, las señoritas y las queridas de los militares, todas ellas mujeres al fin y al cabo secuestradas– las que ponen a girar una historia que tiene como fondo y motor el abuso del poder, el despojo de las comunidades indígenas, la violencia acechante, la misoginia, la sexualidad y el miedo; pero también la fuerza de la ilusión, el recurso a la rebeldía, el poder creador de la palabra y el amor ahogado que por definición resulta trágico.
En esta historia que se repite y resuena en el terror de cada pueblo donde la violencia irrumpe en México o en cualquier poblado de América Latina, Ixtepec es el eterno retorno, el Macondo mexicano.
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Los recuerdos del porvenir
Elena Garro
Alfaguara
349 páginas
$ 49.000