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Lecturas Dominicales

'El último reino', segunda novela de Jacobo Cardona Echeverri

La novela de Cardona Echeverri está publicada por la Editorial Universidad de Antioquia.

La novela de Cardona Echeverri está publicada por la Editorial Universidad de Antioquia.

Foto:Archivo del autor

La obra fue finalista del Premio Nacional de Literatura de la Universidad de Antioquia. Reseña.

En 'El último reino', segunda novela del escritor colombiano Jacobo Cardona Echeverri, el protagonista, llamado el Hombre, asiste como espectador en tres momentos de su vida (en las tres partes que componen la novela) a sobredosis inauditas de violencia: masacres, asesinatos, robos, violaciones grupales, desmembramientos de cuerpos, es decir: a una escenificación de la violencia que se desborda hasta transformarse en una caricatura por su propio exceso de terror.
Para esto, el autor escoge trabajar con una idea que bebe de una tradición literaria conocida y que va desde el joven Törless de Robert Musil al Meursault de Albert Camus, y en los cuales se apoya para modelar un personaje parte lobo estepario, parte victimario y víctima, al que seguimos con la voz de un narrador omnisciente, seco, muy descriptivo, fallido por momentos, pero buen observador.
El último reino. Jacobo Cardona Echeverri. Editorial Universidad de Antioquia.168 páginas. $ 35.000

El último reino. Jacobo Cardona Echeverri. Editorial Universidad de Antioquia.168 páginas. $ 35.000

Foto:Archivo particular

La figura del espectador impávido e indiferente ante el horror y la violencia de su entorno es un recurso literario muy conocido y antiguo, efectivo en pocos casos y un fracaso de la imaginación la mayoría de las veces. Ese fracaso se debe, casi siempre, a una estandarización de lo que debería ser singular: el temperamento del antihéroe (su forma de ver y de estar en el mundo, es decir, esa música de fondo, intransferible y personal, que suena cada vez que odiamos o amamos algo). En este caso, el Hombre, si bien comparte un aire de familia con los modelos mencionados, logra zafarse de esa peligrosa influencia (de ese fracaso de la imaginación) y enfrentarse, ante ese catálogo de horrores, con su biografía, con sus propias contradicciones, con sus dos o tres seguridades sobre el mundo, pero principalmente lo hace con su contemporaneidad, siendo hijo de su época (la novela está ambientada en la Colombia de inicios del siglo XXI), y es en esta tensión con el presente, en ese espacio de lucha entre lo que es como individuo y lo que quiso y no pudo ser, donde el Hombre gana en amplitud, complejidad, donde crea un mundo propio.
En las tres partes del libro, y como si de una cámara al hombro se tratara (por momentos parece que la ayudáramos a cargar nosotros mismos) seguimos las huellas del Hombre, pero también sus sonidos, sus olores, el relato escrupuloso que hace el narrador sobre su interior: “El Hombre baja unos centímetros la ventanilla y el olor a cal se cuela prendado de algunas gotas de agua, ligeras como dardos. Vuelve a subirla y acciona las direccionales; envía una señal. El agua se riega sobre el parabrisas como pantano; el exterior es un barullo de manchas y expectativas que se pliegan y destrozan en un cartílago lívido. Jiménez trepa a la cabina y el Hombre, a la caza de las formas que se disuelven en el vidrio laminado, siente que su amigo siempre ha estado sentado junto a él” (página 54).
El último reino (Editorial Universidad de Antioquia, 2021) es una narración estructurada a partir de esa plasticidad, en la sensorialidad de esas descripciones y en la importancia de los sentidos para el entendimiento y la supervivencia; por eso, el puñado de personajes secundarios y sus resistencias leves (la hermana del Hombre, sus compañeros de la banda de asesinos, el niño que asiste a la masacre de su pueblo, Emilio, que cuida a su hija convaleciente) se convierten en excusas, o si se quiere decir mejor: cumplen la tarea de ser sparring emocionales y contrapesos del Hombre en su periplo por la vida, mientras él mira y mira y todo sucede a su alrededor, así sea el mismo infierno. 
JAIME ZAPATA VILLARREAL 

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