Aphria, una de las principales jugadoras del mercado de cannabis medicinal en el mundo con operaciones en Estados Unidos, Australia, Alemania, Argentina, Brasil y Portugal, tiene los ojos puestos en Colombia, y ya planea una inversión inicial de 20 millones de dólares en el país. Hace una semana los directivos de la compañía canadiense visitaron nuestro país, donde ya cuentan con una licencia para cultivar. Victor Jacob Neufeld, CEO de Aphria, habló con EL TIEMPO sobre el futuro de la industria del cannabis medicinal y el impacto que tendrá en la economía colombiana.
¿Por qué Colombia?
La mayoría de las firmas establecidas en Canadá tenían sus ojos puestos en Europa, en Alemania, Irlanda, en Italia; y aunque también estamos allí se puede decir que es un mercado en el que hay muchas firmas apostando a sus objetivos. Nosotros somos de la filosofía de que hay que pescar donde nadan los pescados: si puedes identificar un país, un mercado, que está en crecimiento, donde se está desarrollando el marco regulatorio, donde el Gobierno está empezando a mirar los beneficios médicos, donde hay una demanda de pacientes y tú puedes entrar a ese país, a ese mercado y ser el innovador; eso representa ser el líder en esa industria. Añádale a esto el clima y el entorno de Colombia, donde el cultivo al aire libre es posible, donde tienen los terrenos, el medioambiente propicio, donde no hay que hacer la millonaria inversión de infraestructura en los invernaderos, sino que el país mismo provee las condiciones. Son condiciones excelentes.
¿Qué proyecciones del negocio tienen en Colombia?
Nuestro desarrollo en Latinoamérica empezó hace aproximadamente dos años en Argentina. Examinamos los países donde los departamentos o ministerios de Salud estaban empezando a trabajar el tema del cannabis medicinal. Lo que hemos entregado en Canadá en términos de calidad, en relaciones con los médicos, los pacientes, nos da una confianza muy alta de que podemos trasladar ese tipo de operación a Colombia. Queremos enfocarnos en llegar al mercado de la misma forma como lo hemos hecho en Argentina y otros países. Sabemos que los pacientes necesitan y quieren estos tratamientos. Por ejemplo, hemos logrado cosas importantes en términos de epilepsia, de varios otros tratamientos neurológicos, y sabemos que existe una necesidad para los pacientes.
El hecho de que hayamos tenido éxito en Canadá obviamente no garantiza que vayamos a tener un éxito automático en Colombia, por eso es que es tan importante y tan crucial tener los socios locales correctos. No tenemos ningún inconveniente en traer nuestras mejores prácticas de manufactura, nuestra propiedad intelectual, toda nuestra tecnología a Colombia, porque tenemos unos socios locales excelentes, apasionados. Esto no se trata de llegar y hacer una utilidad rápida e irnos, esto es un proyecto de inversión a largo plazo con nuestros socios locales.
¿Cómo prevén esa inversión?
Queremos tener una integración vertical dentro del país y eso involucra inversión no solamente en personas sino en infraestructura. Para lograr esa integración vertical queremos ser cultivadores, procesadores, refinadores, empacadores de las cápsulas en gel y distribuidores a todo el sistema de farmacias en Colombia, y por supuesto también exportar. Tenemos previsto viajar a Chinchiná (Caldas) para ver un terreno de aproximadamente 15 hectáreas en el que queremos empezar a cultivar.
Colombia apenas está avanzando en el tema de la regulación. ¿En qué etapa están sus licencias?
Vamos a empezar con el cultivo, pero ¿después qué? Nosotros queremos producir el aceite aquí y para eso vamos a traer nuestra tecnología desde Canadá. El objetivo es traer producto de cannabis medicinal de alta calidad a pacientes y médicos en Colombia. Cuando un paciente en Toronto hace una orden o pedido por una botella de cannabidiol (CBD), queremos que esa misma botella sea la que reciba el paciente en Bogotá que pone la misma orden. Tenemos una licencia ya y las otras dos licencias creemos que van a salir pronto.
Lo que hemos entregado en Canadá en términos de calidad, en relaciones con los médicos, los pacientes, nos da una confianza muy alta de que podemos trasladar ese tipo de operación a Colombia
En términos económicos, ¿cuál es el alcance del proyecto?
Son cuatro fases. La primera, asegurarnos de obtener la tierra y comenzar a cultivar a medida que desarrollamos las facilidades para refinar el aceite, para empacar, para almacenar y para distribuir todo en una sola instancia. Nuestro presupuesto para esta primera fase es del orden de los 20 millones de dólares y anticipamos unos 40 o 50 empleados. Y en la medida en la que crezca la base de pacientes y la de médicos que se educan en esta materia y recetan; en la medida en que el Ministerio de Salud desarrolle las regulaciones, a medida que crezca este lado comercial, obviamente vamos a tener más necesidad de proveedores. Ahí entramos a las siguientes fases del proyecto. Hace cuatro años empezamos en Canadá desde ceros. Nuestra inversión empezó con seis millones de dólares los primeros seis meses; hubo una segunda ronda de inversión de veinte millones y luego una tercera ronda de cincuenta millones, y para ese momento aún no habíamos vendido un gramo de producto. La inversión total, en 8 fases, ha llegado a 750 millones de dólares, y en este momento tenemos alrededor de 22 hectáreas de invernadero.
¿Las semillas vendrían de Canadá?
Ya tenemos una licencia específica para traer las semillas, que cumplen un proceso de registro ante el ICA; es en lo que estamos trabajando. Para total claridad: ya tenemos registrada las semillas que vamos a traer a Colombia. En Canadá tenemos 65 cepas de semillas aprobadas. Sabemos cuáles pueden crecer en invernadero las cuatro temporadas del año y sabemos cuáles tienen éxito allá. Una vez que el Ministerio de Salud de Colombia empiece a definir exactamente qué va a permitir que se recete y cuáles son las necesidades médicas de los pacientes en el país, eso a su vez nos informará a nosotros cuáles semillas o cuáles cepas debemos traer. Claramente, todo el proceso se cumple de acuerdo con la regulación y con la mira puesta en que no exista absolutamente nada que ponga en el menor riesgo la salud de los pacientes en Colombia.
Muchos pueden pensar que con las variedades que hay en el país no habría necesidad de traer semillas de afuera...
Como decía, una vez el Ministerio de Salud vaya determinando para qué condiciones médicas, para qué tratamientos específicos va a permitir que se use el cannabis medicinal, esto nos informará a nosotros cuáles cepas o cuáles genéticas son las que vamos a producir, porque hay cepas específicas para diferentes tipos de tratamientos y necesidades médicas. Lo que usted consigue ilegalmente en la calle generalmente no tiene ninguna relación con este tipo de genética. Un aspecto que nos hace únicos en el mercado es que tenemos un sistema de aseguramiento y control de calidad que involucra más de 500 pasos específicos para estar seguros de que el producto que le llega al paciente tiene las mismas características, que no solo es un producto de calidad sino de calidad repetitiva que se puede ensamblar continuamente. Esto es difícil de lograr cuando se están usando productos agrícolas para medicina. Yo lo comparo con McDonald’s: si tú pides una Big en Bogotá o en Toronto, puedes tener la certeza de que vas a recibir la misma hamburguesa. Una de las fortalezas que trae la tecnología de Aphria es que en nuestro proceso de extracción podemos identificar por adelantado cuáles elementos, por ejemplo pesticidas o insecticidas, han entrado a la planta durante el cultivo: si tenemos esos elementos identificados los podemos extraer.
¿Está su firma totalmente convencida del futuro del negocio del cannabis medicinal en Colombia?
Nosotros estamos convencidos de que lo que va a impulsar la industria en Colombia, lo que va a hacer que el negocio sea exitoso, es el hecho de que haya una transferencia en la tecnología: que haya una transferencia de propiedad intelectual de compañías que ya están en el mercado, que tienen presencia internacional, que pueden aportar ese conocimiento localmente.
La industria local en Colombia está tratando de hacer lo contrario: de armar proyectos para llevarlos al público en Canadá sin traer la tecnología. Digamos que el acercamiento que estamos haciendo es tangencialmente diferente, entendiendo que esa tecnología, esa propiedad intelectual, nos va a permitir mantener ese estándar de calidad que es muy importante cuando salgamos a vender a Europa, Brasil, México y otros mercados. Mantener esos estándares de calidad de un producto que ya es reconocido en el mercado internacional pasa a ser importantísimo para la industria en Colombia.
Eventualmente va a aparecer el usuario recreacional que va a pretender el nivel máximo de THC. Eso es lo que debemos regular para que eso no se desvíe
¿Están trabajando en patentes?
En términos generales no hay patentabilidad en este negocio, porque lo que hay son diferentes mezclas híbridas de las cepas que se encuentran comúnmente en el mercado. Sí hay compañías que te dicen que tienen esta o esta otra cepa patentada, pero en general eso no es patentable. Lo que sí se podría patentar sería la ciencia, si hubiera resultados específicos científicamente comprobados de una cepa para tratar una condición médica, lo cual toma muchos años y millones de dólares en inversiones. Pero eso tampoco impediría que otra compañía utilizara esa cepa para esa misma condición médica.
¿Cómo se evita el desvío de la producción para fines recreativos?
Quiero ser bastante claro en esto: el contenido de cannabidiol no importa, porque no tiene un efecto psicoactivo, pero sí hay un límite máximo del contenido de tetrahidrocannabinol (THC), y aquí es donde entra el Ministerio de Salud, que debe ayudarnos a determinar cuál es ese nivel máximo. Esto porque eventualmente va a aparecer el usuario recreacional que va a pretender el nivel máximo de THC. Eso es lo que debemos regular para que eso no se desvíe.
En Canadá, muchos doctores que recetan el cannabis medicinal tienen un tope de THC de un 12 por ciento. Los doctores saben que si se va más allá de ese porcentaje, lo que sucede es que se atraen usuarios que buscan el producto por ocio y no hay realmente un efecto médico.
Sin que haya despegado formalmente la producción de cannabis medicinal en Colombia, el país obtuvo por segundo año consecutivo un cupo de 40,5 toneladas para sembrar legalmente marihuana por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), lo que equivale al 44 por ciento de la producción autorizada para el 2018 en todo el mundo. En el último año se expidieron en el país cinco resoluciones que reglamentaron la Ley 1787 del 2016, que legalizó la marihuana medicinal en Colombia, pero se calcula que la producción estará en marcha en el 2019. En todo caso, ya se están entregando las licencias que permitirán el desarrollo de esa industria en el país. De acuerdo con el Ministerio de Justicia, han sido expedidas 90 licencias: 49 para cultivo de plantas de cannabis no psicoactivo, 35 para cannabis psicoactivo y seis para uso de semillas para siembra.
SAIR BUITRAGO
justicia@eltiempo.com
En Twitter: @SairBuitrago
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