“Favor no borrar, pintar o cambiar los datos de los NN”. Eso dice el letrero que tuvo que poner la Fiscalía en el pabellón de No Identificados del cementerio de Puerto Berrío (Antioquia).
Ese municipio es reconocido porque las amarillas aguas del Magdalena le han llevado centenares de víctimas de todas las violencias: desde la política de mediados del siglo XX, pasando por las vendetas de la mafia hasta la guerra entre 'paras' y guerrilla y ahora, los muertos de las bandas y las disidencias.
Allí la devoción por las ánimas benditas es tan fuerte que muchos habitantes adoptan a los que nunca fueron reconocidos y, a cambio de milagros, visitan y mantienen con flores sus tumbas.
Lo único que necesitan saber es si se trata de un hombre o una mujer para que ‘bauticen’ a su 'santo'. Y es una tradición tan vieja que no se sabe con exactitud cuántos cuerpos sin identificar tiene el cementerio, pues las historias son muy anteriores a la existencia de registros organizados.
Lo que todo el mundo dice es que en ese municipio los muertos más visitados son los que no están reconocidos. Y es una situación tan recurrente que en Puerto Berrío que las autoridades tuvieron que disponer de carteles para pedirles a los fieles que no alteren los datos de los cadáveres recuperados del río, que muchas veces lo único que tienen es un número de registro.
Este es el letrero que las autoridades tuvieron que poner para que los habitantes no les cambiaran los nombres a los cuerpos
Archivo particular
La situación ha generado desorden en el manejo de los cuerpos del pabellón de los olvidados. Lo cierto es que a medida que llega cada uno va encontrando su padrino.
Que los ayuden a conseguir un buen trabajo, que les traigan buena suerte en las finanzas o les ayuden para arreglar situaciones familiares son algunas de las peticiones que los habitantes del pueblo hacen a sus muertos. Y son muchos los que aseguran que les han cumplido.
“Te doy gracias por todos los favores recibidos que me has concedido. Que el Señor siempre esté contigo y en la gloria de Dios”, se lee en una de las tumbas. El mensaje está acompañado por una imagen de la Virgen. Cerca se ve una inscripción en la pared de los sin nombre: “Escogido. Isabel”.
Los no identificados que allí reposan fueron acogidos o ‘adoptados’ por alguna familia que hasta ahora les hace duelo, pero que no es la suya. Y mientras tanto, en cualquier parte del país río arriba, los verdaderos deudos de los muertos que trajo el Magdalena aún tratan de encontrarlos.
ANGIE MICHELL QUIÑONES
JUSTICIA