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Adopción homoparental: avances y retos del proceso en el país

Adopción homoparental en Colombia

Adopción homoparental en Colombia

Foto:Istock

En promedio, 12 niños por año han sido adoptados por parejas del mismo sexo desde el 2015.

Están en la sala de su casa. Él, de menos de 2 años, presta atención a lo que uno de sus padres lee. Aunque no entiende todas las palabras, reconoce sonidos claves. Le gusta que le lean ese libro. Balbucea. Es la historia de su familia y cómo llegó a donde está ahora. Aunque no lo dice, su mirada y sonrisa describen lo que siente: amor puro y genuino.
El libro se llama Un álbum familiar. Es infantil. Se lanzó en noviembre del 2021 y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Su autor es Mauricio Arévalo, un escritor y profesor bogotano. Es también uno de los protagonistas del cuento. Desde que se imprimió, junto con su esposo, se lo leen a su hijo. “Todos merecemos una historia y debe partir de la honestidad. Negar la historia de mi hijo hubiera sido negar su identidad, y eso para mí no era una opción. Como escritor decidí contar lo que nos ha pasado”, dice.
Ellos hacen parte de una de las familias homoparentales que decidieron adoptar en Colombia. En noviembre de 2015, la Corte Constitucional dejó en firme que las parejas del mismo sexo pueden acceder a los procesos de adopción con las mismas condiciones que las parejas heterosexuales.
El fallo se dio luego de que los magistrados estudiaron una demanda interpuesta por un profesor de la Universidad de Medellín que expuso que se les estaba vulnerando los derechos a los niños y niñas sin hogar al no poder ser adoptados por familias homoparentales. La Corte le dio la razón y concluyó que “la adopción de niños por personas con orientación sexual diversa, en general, y por parejas del mismo sexo, en particular, no afecta por sí misma el interés superior del menor”.
Desde ese momento, hasta el 31 de marzo de 2022, 70 niños, niñas y adolescentes han sido adoptados por familias homoparentales, según cifras entregadas a este diario por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la entidad encargada de gestionar el proceso en el país. Estas son las ciudades en las que se han registrado los procesos:
Que se hayan realizado hasta el momento 70 es una buena noticia. Lo importante es que exista el derecho sin impedimentos, como antes no ocurría”, explica Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa. Algo en lo que coincide David Alonzo, director distrital de Diversidad de la Alcaldía Mayor de Bogotá: “Las parejas heterosexuales han tenido históricamente algo que no han tenido las parejas homoparentales. Es un logro desde que al menos un niño pueda estar en un hogar en el que lo amen”.
Bogotá ha sido la ciudad en la que más se han efectuado este tipo de procesos. Cifras del Distrito señalan que hasta marzo de 2021 se registraron 33 adopciones de este tipo, la mitad del promedio anual alcanzado a nivel nacional desde que entró en vigor la sentencia del alto tribunal. 
En total, el ICBF ha informado que desde el 2010 hasta febrero de 2022 han sido adoptados 17.917 niños, niñas y adolescentes por familias homoparentales, personas solteras y parejas heterosexuales. 

El proceso

Los colombianos o extranjeros, sin importar su identidad de género o su orientación sexual, pueden aplicar para un proceso de adopción en Colombia. Las solicitudes se hacen directamente ante el ICBF o a través de instituciones autorizadas para el programa de adopciones (Iapas).
“Este proceso es el mismo para cualquier tipología de familia, ya que la homoparentalidad no es vista como una característica diferenciadora”, aclara el ICBF. En total, se deben superar 16 pasos para que un niño, niña o adolescente sea adoptado en Colombia: desde la radicación de la solicitud formal hasta el seguimiento después de la adopción.

Es algo bonito y único. Cuando lo vimos, sabíamos que era nuestro hijo

El trámite completo puede durar entre nueve meses a tres años. En diálogo con EL TIEMPO, parejas homosexuales que han adoptado indican que la espera depende del análisis de los documentos para que les den el carácter de ‘idóneos’ para poder adoptar y de la asignación de uno o varios niños.
“A uno le aconsejan no prepararse tanto, como sucede con un embarazo. Cuando nos dieron vía libre, no sabíamos si iba a ser niña o niño, y nos dijeron que por nuestra edad podría llegar alguien entre recién nacido hasta 4 años y 11 meses”, cuenta Mauricio Arévalo. “Durante el trámite, las reuniones y los formularios, te piden que seas realmente honesto. Algunas preguntas pueden resultar incómodas, pero tienen todo el sentido para que el nuevo integrante de la familia tenga la mejor calidad de vida”, agrega.
El momento del encuentro es mágico e indescriptible. Es algo que se ha esperado durante meses. La adrenalina y la dopamina hacen de las suyas. La nostalgia, el llanto, la felicidad y la euforia se combinan en cuestión de segundos. “Es algo bonito y único. Cuando lo vimos, sabíamos que era nuestro hijo”, narra Arévalo.
Después de que se decreta la sentencia de adopción, el ICBF hace cuatro seguimientos durante dos años para los menores de 7 años y seis seguimientos en tres años para los mayores de 8 años y grupos de hermanos. Allí se revisan las relaciones entre la familia, el ajuste escolar y los cambios físicos y psicológicos de los niños.
Cabe aclarar que una vez haya sentencia judicial, no se puede desistir de la adopción. El Código de Infancia y Adolescencia define esto como una medida de protección para los niños, por lo que la decisión es irrevocable. “La decisión de dar en adopción debe buscar que ellos estén protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos”, enfatiza María Paula Martínez, directora ejecutiva de Save The Children Colombia.

Algunas barreras

Si bien este proceso avanza en el país, aún hay familias homoparentales que no adoptan por temor. “El miedo al prejuicio, los mitos sobre el proceso y la falta de información generan un efecto importante”, explica David Alonzo. Y agrega: “El mayor estigma no es hacia las parejas del mismo sexo, sino a la adopción como tal, algo que ha estado desde hace bastantes años en el país y el mundo”.

El mayor estigma no es hacia las parejas del mismo sexo, sino a la adopción como tal

Esto es algo que ha sido masificado por la televisión, las películas y hasta los libros: en varias historias se señala de forma negativa el tema. “Varias producciones pusieron entre la sociedad un estereotipo contra los niños adoptados y eso no ha cambiado”, dice Alonzo. “Se han perpetuado estereotipos”, enfatiza Marcela Sánchez.
Los señalamientos sobre la adopción, incluso, han calado en los procesos generales. El ICBF informa que hay una mayor dificultad para encontrar a personas que estén dispuestas a adoptar adolescentes. “En su mayoría, las familias que inician los procesos de adopción lo hacen queriendo adoptar niños y niñas que se encuentran en un rango de edad de 0 a 5 años”, señala la entidad.
En Colombia, para febrero de 2022 había 4.245 niños, niñas y adolescentes declarados en adoptabilidad. De ellos, solo el 4,7 por ciento está entre los 0 y 6 años, y el 95,3 por ciento, entre los 7 y 17 años, según cifras del ICBF. “Es importante aclarar que no todos están esperando ser adoptados, debido a que muchos de ellos ya no cuentan con esta expectativa, ya sea por su edad, su proyecto de vida o por las consecuencias psicológicas por las vulneraciones a las que se vieron expuestos”, aclara el instituto.
De acuerdo con el ICBF, todos los procesos de adopción se hacen en el marco del interés superior del niño y la garantía plena de sus derechos, a la luz de la normatividad vigente.

De acuerdo con el ICBF, todos los procesos de adopción se hacen en el marco del interés superior del niño y la garantía plena de sus derechos, a la luz de la normatividad vigente.

Foto:iStock

Ahora bien, los estereotipos frente a las parejas homosexuales están tan presentes en la sociedad que la “discriminación se ha normalizado y se ha banalizado”, dice Sánchez. En marzo de este año se conoció cómo a la hija adoptada de una pareja gay en Bogotá le negaron cupos escolares en varios colegios de la ciudad. Les dijeron que era la primera vez que conocían un caso así y les prometían llamadas que nunca recibieron.
El mayor lío lo tuvieron con el colegio Americano, al que demandaron, luego de que les frenaron la admisión de la niña pese a haber cumplido todos los requisitos. El rector de la institución argumentó que “era necesario complementar (sus) saberes por ser el primer caso que se presentaba”.
Y es que la discriminación se da en muchos ámbitos cotidianos. El escritor Mauricio Arévalo cuenta que una de las barreras que han tenido que enfrentar como pareja homoparental es el señalamiento por su decisión de adoptar. “Acá se piensa que un niño es ‘normal’ cuando tiene una mamá y un papá, y hasta se normaliza que la familia latinoamericana sea huérfana de padre, pero nunca de madre. El binarismo y el prejuicio porque un niño tenga sí o sí mamá no permite que la gente entienda los varios tipos de familia”, explica.

Los cambios legales, como pasó con el matrimonio igualitario y la adopción homoparental, no han significado cambios en los imaginarios de la gente

Una llamada para pedir una cita al médico para su hijo, por ejemplo, le ha representado un reto. “Lo primero que te preguntan es cuál es el nombre de la mamá. Le aclaras que estás hablando con el papá y que te estás encargando de la situación, pero del otro lado te insisten en que le des el número de la mamá para darle instrucciones especiales”, cuenta Arévalo. “Pasa igual cuando pides una cita por WhatsApp. Del otro lado asumen que eres la mamá y te hablan en femenino. Esto pasa porque estamos acostumbrados a que la parte del cuidado sea tradicionalmente hecha por la mamá”, apunta.
Esa estigmatización no es nueva y es la que deben afrontar a diario muchas parejas LGBTIQ+ en el país. Homicidios y agresiones dan cuenta de que este es un problema que no se ha apaciguado. “Los cambios legales, como pasó con el matrimonio igualitario y la adopción homoparental, no han significado necesariamente cambios en los imaginarios de la gente, y eso es un trabajo que debemos hacer como sociedad”, afirma Marcela Sánchez.
Los expertos coinciden en que los mitos sobre el tema solo buscan que más niños estén sin hogar. “A los hijos lo último que les debería importar son las prácticas sexuales de sus papás. Ese no es un asunto que está en juego. Aquí lo realmente importante es el derecho a ser hijo, tener una familia y garantía de una buena calidad de vida”, concluye David Alonzo.

'La cultura está en constante construcción’

Cuatro preguntas a Mauricio Arévalo Arbeláez, autor de ‘Un álbum familiar’, un libro infantil sobre adopción homoparental:
Mauricio Arévalo, escritor bogotano

Mauricio Arévalo, escritor bogotano

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

¿Cómo la literatura ha abordado la adopción?
Uno piensa en un niño como David Copperfield, por ejemplo, y es alguien que se enfrenta a la dificultad de la calle, al mundo industrializado, para el cual la familia es fundamental. Cuando aparece un niño que no tiene familia es un niño que se debe enfrentar a ese mundo por su cuenta. De ahí nacen las narrativas picarescas. Por ejemplo, el Lazarillo de Tormes es un chico cuyo padre se desconoce y su madre lleva una vida cuestionable, según la moral de la España del siglo XVI. Entonces es alguien que tiene como destino la picardía. Es como si el que no tuviera raíces no tuviera algún futuro. Y eso es similar a narrativas como Aladdín, de Disney. Es un chico sin familia y por eso roba para subsistir. Me incomodan esos relatos tradicionales sobre la adopción, porque condenan a la persona que fue adoptada a un solo camino.
Está claro que no es una tragedia, ¿cómo definirla?
Es una celebración. El momento más nervioso y el más esperado de mi vida fue cuando me encontré con mi hijo. Nos miró y sonrió. Todos estaban felices. La adopción es una fiesta.
Escribió un libro infantil, ¿no es algo disruptivo?
Puede serlo, pero el objetivo no es que los niños entiendan sobre la adopción homoparental, ni la muerte o los temas que consideramos tradicionalmente adultos, sino una historia de amor y puedan reconocerla en sus casas, en cualquier lugar en el que estén y en la sociedad. Las historias, una vez publicadas, les pertenecen a los lectores y son ellos quienes les dan el significado. Lo escribí pensando en mi hijo como una representación metonímica del resto de niños y lo estructuré pensando la historia como lector y papá.
¿Es una oportunidad para abrir la ventana?
Está comprobado que la literatura permite que los niños sean más abiertos a la diversidad. La cultura está en constante construcción. En la academia hay una aproximación a la literatura infantil que se llama Windows and Mirrors, donde se busca que los niños encuentren representaciones en lo que leen. Los espejos en los libros para algunos lectores, que son historias con las que se sienten identificados, son ventanas para otros: historias que les permiten explorar otras identidades, culturas y vidas, aunque no lleguen a vivirlas.
DAVID ALEJANDRO LÓPEZ BERMÚDEZ*
Periodista de Reportajes Multimedia
En redes: @lopez03david

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