En octubre, cuando acudió por primera vez a la Comisión de la Verdad, el expresidente Ernesto Samper capoteó el tema del proceso 8.000 e hizo entender que no tenía más que decir respecto a la presunta financiación ilegal de su campaña presidencial en 1994. Sin embargo, ese será uno de los temas centrales de su segunda contribución, este jueves, desde las 10:00 a. m.
Samper es, hasta ahora, el único expresidente que ha acudido a esa instancia de esclarecimiento de la verdad del conflicto. Lo hace de manera voluntaria, pues los exmandatarios no están obligados a hacerlo.
El expresidente relató ante la Comisión de la Verdad su versión sobre la infiltración de su campaña a la presidencia de dineros del cartel de Cali. Samper indicó que no hubo compromisos de la campaña con ese grupo ilegal y que en su momento se recibió información que la otra campaña, la de Andrés Pastrana, también había sido infiltrada.
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"La infiltración de los dineros en mi campaña fue a nivel nacional, no regional". "La primera noticia que yo tuve fue a raíz de los famosos narcocasetes" que, según dijo, "no cayeron del cielo". El objetivo era "espiar" su campaña para encontrar relaciones con los sectores de la droga. El ministro Pardo tenía conocimiento del equipo que hizo las grabaciones.
Samper añadió que los casetes que recibieron estaban editados, y que allí no se mencionaba a la otra campaña. A través de un intermediario, dijo, pidió a Pastrana como candidato, que ambos sometieran a la Fiscalía, a cargo de Gustavo de Greiff, esa información para que se abriera una investigación.
En la investigación aparecieron parlamentarios liberales regionales, pero no referencias a otras campañas u otros partidos, por lo que dice que fue una "investigación selectiva". Entonces, comenzaron a averiguar qué había pasado en su campaña. Dijo que "jamás hubo un acuerdo formal con nadie de la campaña con el cartel de Cali" y que la prueba es el desarrollo posterior de lucha contra las drogas, que según dijo, demuestra que no hubo ninguna contraprestación a la infiltración de dineros del narcotráfico. "No existía un conocimiento sobre la infiltración en ese momento de los dineros del narcotráfico".
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Añadió que "los administradores de la campaña montaron un lavadero de pesos", y que comenzaron a llegar cantidades de dinero en efectivo que se pensaba que llegaban desde Estados Unidos por un acuerdo con Julio Mario Santodomingo, pero realmente eran "recursos mal habidos" y que los recursos legales se mantuvieron en las cuentas del director de la campaña. Hizo referencia a una condena contra el exministro Fernando Botero por hurto agravado y abuso de confianza: “Allí se demuestra que esos dineros fueron tergiversados en beneficio de Botero”.
Samper dijo que mientras transcurría el proceso sobre la financiación se fue montando una "estrategia" contra su gobierno, y añadió que detrás estuvo el propósito de Estados Unidos de mantener su estrategia de "diplomacia coercitiva", y dijo que "a conspiración se movió en tres niveles".
Primero, el de los "conspiradores sociales" de cócteles y almuerzos, que allí había periodistas y académicos -aseguró que nunca hicieron nada contra los medios de comunicación-. Segundo, los "ideológicos", que se reunían periódicamente en almuerzos donde hablaban de "golpe de Estado". Dijo que tuvo acceso a todos los documentos de esa conspiración, que, dijo recibió del secretario de Álvaro Gómez Hurtado.
"Y debajo de ese nivel había unos conspiradores de sangre". Dijo que un grupo de conspiradores sociales e ideológicos buscó al embajador (Myles) Frechette para que EE. UU. apoyara abiertamente la conspiración, que no estuvo de acuerdo, pero tampoco le informó al Gobierno. "La conspiración se hizo mucho más evidente en septiembre de 1995 ese grupo de personas, que se reunían ordinariamente en Bucaramanga, trataron de secuestrar a mi abogado Antonio José Cancino". Se escuchó la frase de Horacio Serpa "me suena, me suena".
Un grupo de conspiradores sociales e ideológicos buscó al embajador (Myles) Frechette para que EE. UU. apoyara abiertamente la conspiración
Dice que Horacio Serpa le reveló que la DEA estuvo tras ese intento de secuestro. Alfonso Valdivieso, el fiscal, le dijo que no abriría ningún proceso sobre la conspiración. "Quizás si se hubiera abierto, de golpe Álvaro Gómez estaría vivo".
Sobre el asesinato de Álvaro Gómez hurtado, Samper dijo que él era su amigo y que ese día, el 2 de noviembre de 1995, suspendió la reunión que tenía con campesinos, después de subir a la casa privada a pensar qué hacer, decretó la conmoción interior.
"Como a mediodía me buscó Juan Gómez Martínez y me dijo que quería hablar urgentemente conmigo" para contarle que se hablaba de un vehículo sospechoso "con armas y con gente rara" en el sitio del asesinato y que luego dos personas vestidas de civil, oficiales de la brigada de inteligencia, pidieron la carpeta de ese vehículo mencionado públicamente. Era un vehículo de inteligencia militar asignado a la Escuela Superior de Guerra, cuyo director contestó que habían ido a conseguir una revista Cromos vieja. Entonces, dijo Samper, llamó al fiscal Valdivieso, le pidió que recibiera al ministro Gómez Martínez. Se encontró que había vainilla de armas de uso privativo del Ejército en el lugar del accidente, pero que las vainilla se perdieron en la cadena de custodia. El fiscal a cargo estaba "cada vez más asustado" por amenazas y lo sacaron del país.
Comenzaron a aparecer relaciones con otros sectores, no necesariamente militares, quizás algunos de estos conspiradores
"Comenzaron a aparecer relaciones con otros sectores, no necesariamente militares, quizás algunos de estos conspiradores", dijo Samper. Botero, desde México, pidió ampliar declaración sobre Gómez Hurtado, y en ese momento se le acusó a él y Serpa de haber cometido un "crimen de Estado" y haber ordenado la muerte de Gómez Hurtado.
"Para mí había un claro intento que yo no alcanzaba a descifrar de desviar la investigación", aseguró Samper. "Me indigna que se cierre una sola línea de investigación o que se descarte a priori una línea que había llegado muy lejos".
"Hay una prueba reina", dijo. Eduardo Matuc, amigo personal de Álvaro Gómez Hurtado, lo buscó en 2012 y 2013 y le dijo: "tengo un cargo de conciencia que quiero venir a descargar a su oficina hace mucho tiempo", y le contó que pocos días antes de morir, Gómez le pidió llevarle el libro de contabilidad sobre el organigrama de altos mandos militares, que lo encontró en su casa exaltado y le dijo que no querían meter en un golpe de Estado.
Samper dijo que esta declaración está "en un expediente de un fiscal Bermeo y la pueden conseguir en la Fiscalía". Samper concluyó que "los conspiradores" buscaron a Álvaro Gómez para servir de jefe de gobierno en una transición no democrática, pero que este se opuso.
En la sesión pasada, el 16 de octubre, Samper se refirió al tema de las drogas en el conflicto y reconoció errores en la estrategia de lucha contra este flagelo: la fumigación aérea, no haber expulsado al entonces embajador Miles Frechette y no aprobar las normas que reglamentaran la extradición.
Además, habló sobre el papel de la política antidrogas de Estados Unidos en el conflicto de Colombia.
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