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JEP Colombia

El arte científico para darle un rostro a un desaparecido

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Solo el 50 por ciento de los cuerpos encontrados logran identificarse y entregarse a sus familiares.

Un grupo de investigación científico es el encargado de hacer que los restos de un desaparecido tengan de nuevo un nombre y apellido y que puedan recuperar lo que la guerra trató, pero no se pudo llevar: la memoria.
La búsqueda de desaparecidos se ha convertido en una profesión en Colombia. Las familias y mujeres buscadoras han recorrido las calles, los campos, las oficinas y los mismos recuerdos para llegar hasta un mismo punto: encontrar a quienes un día la guerra llevó a las sepulturas del olvido y la soledad.
Cuando alguien desaparece se atenta contra la misma memoria que ahora lucha por conservar los recuerdos de quien ya no está, de quien arrebataron y posiblemente no volverá. O ese fue el caso de más de 120.000 personas, que, según la Comisión de la Verdad, fueron víctimas de desaparición forzosa en el conflicto armado.
La verdad se esconde entre salones llenos de huesos donde médicos forenses, odontólogos, antropólogos y genetistas —por medio de un pequeño pedazo de hueso, de un diente o de un tejido blando— inician la búsqueda del material genético que podría darle un nombre y apellido a los cadáveres que llegan de los lugares más recónditos del país.
Cuando se habla de desaparición forzada, se debe pensar en un amplio tiempo de búsqueda que, en la mayoría de los casos —por no decir todos— se habla de restos, de cadáveres en descomposición, descuartizados, quemados o mezclados en fosas comunes con otras víctimas y con esperanzas de otros familiares para poder encontrar los restos del que está al lado.
“Nosotros reconstruimos los eventos y vamos hacia atrás. Cómo murieron, cómo los distribuyen en la fosa, qué les pasó, si hubo golpes o no, si hubo disparos o no, si es hombre o mujer, si es niño o viejo, si era civil o combatiente”, cuenta William Romero, antropólogo forense del departamento de criminalística de la Fiscalía.
En el proceso científico, cuando es imposible hacer un estudio genético a partir de un pedazo de músculo, los médicos deben emplear otras alternativas. Buscan los restos óseos mejor conservados, compactos y largos. Los huesos que más se usan para este tipo de procedimientos son el fémur, la tibia o el húmero. En estos casos se analiza la condición de los restos, pues pueden venir incinerados o descompuestos.
Laboratorio de ADN de la Fiscalía General de la Nacional.

Laboratorio de ADN de la Fiscalía General de la Nacional.

Foto:Sergio Acero

El análisis genético también se puede realizar con una carta dental. Sin embargo, existen unas restricciones con la clase de dientes que arrojan el resultado científico deseado. “Con los dientes también hay un problema, no pueden tener procedimientos dentales porque buscamos la mayor cantidad de raíz en ellos. El objetivo es llegar a la pulpa del diente. Allí es donde se encuentra el material genético que requerimos. En este caso hablamos de molares, premolares, hasta caninos”, sigue Lizarazo.
Los antropólogos forenses envían una pequeña muestra a los genetistas. Y allí, entre máquinas, neveras y reactivos se logra llegar a la fuente del material genético. “En el momento en que nos llega una muestra ósea, lo primero que realizamos es la limpieza del hueso con agua, jabón e hipoclorito a menor volumen y tiempo. Esto nos garantizará que lo que vamos a recoger corresponda a la muestra ósea y nada más”, explica la doctora.

Nosotros reconstruimos los eventos y vamos hacia atrás. Cómo murieron, cómo los distribuyen en la fosa, qué les pasó...

El objetivo del hipoclorito es la limpieza de todo tipo de bacterias y virus con las que puede llegar el hueso debido a su lugar de hallazgo. Para finalizar, se practica un secado del resto para proceder a su respectiva pulverización por medio de vibraciones de cápsulas de tungsteno —elemento químico que se encuentra en la tierra— a rápidas vibraciones.
“El hueso queda como una especie de harina. Lo que hacemos con ese el polvo es pesarlo para luego medir los siguientes reactivos que se usarán para conseguir el ADN del hueso”, señala Juan Manuel Robles, técnico del laboratorio de genética de Medicina Legal.
Al obtener el perfil de la muestra ósea, es subido a un software de universos genéticos llamado CODIS: Combined DNA Index System. Este es un sistema informático creado por el FBI para el almacenamiento de perfiles genéticos en donde se procesan constantemente todos los registros de ADN con el fin de encontrar una coincidencia.
Desde el 2009, la Fiscalía ha realizado jornadas de atención masiva de tomas de muestras a más de 50.000 personas en todas las regiones del país. Perfiles que se encuentran registrados en el CODIS y que se les asegura que, una vez tomada la muestra, se hará un procesamiento de la misma y se tendrá la certeza de la búsqueda de un perfil genético.
“En el momento en que hay una coincidencia, inmediatamente la Fiscalía se contacta con los familiares del perfil en cuestión, con el fin de verificar datos y contrastarlos con el registro médico forense con el que llegó el cadáver. Se comparan datos como lugar de desaparición, sexo, prendas, contextura, región. Todo esto para tener la máxima certeza de que se haya identificado los restos de la persona desaparecida”, explica Fanny Rodríguez, funcionaria del Laboratorio de la Fiscalía.

Volver a tener una foto perdida en el tiempo

Como “el arte de la ciencia”, funcionarios del laboratorio del Cuerpo Técnico de Inteligencia (CTI) describen la forma de hacer una reconstrucción facial a partir del escáner de un cráneo.
Lo que antes se hacía por medio de moldes de plastilina, gaza y arcilla, hoy se desarrolla con tecnología de última generación, empleando técnicas de todo el mundo para lograr la proyección facial de un cadáver. Esta especialidad pericial consiste en rehabilitar y reconstruir el tejido blando del rostro humano teniendo como base cráneos de personas no identificadas.
“Lo que se realiza es un prototipo tridimensional con un software especializado en computadora, que por medio de los puntos craneométricos del hueso se transfiere una réplica del espesor, forma, color y estructura facial”, señala Claudia Becerra, coordinadora del grupo de morfología del CTI. Esta reconstrucción facial implica un aproximamiento de la mayor probabilidad de certeza del cráneo. Muchas veces es volver a tener una foto perdida en el tiempo.
Proceso de reconstrucción facial de un cadáver.

Proceso de reconstrucción facial de un cadáver.

Foto:Sergio Acero

En los últimos dos años se ha logrado la exhumación de 1.622 cuerpos en estado de no identificados

“Tanto en los procedimientos digitales como en los que se realiza de retrato hablado o de molde con arcilla y plastilina, llega un momento en que el familiar del desaparecido ve esas imágenes y se sorprende tanto de la exactitud con la que se desarrolla la reconstrucción facial, que nos piden más fotos para que las puedan conservar”, agrega el perito Justo Pastor Jaimes.
Cuando hay una identificación exitosa por parte de las familias y con sus respectivas confirmaciones genéticas y de registros forenses se procede a hacer la entrega digna del cadáver.
De acuerdo con cifras de la Dirección de Justicia Transicional de la Fiscalía, desde el 2006 se han exhumado 11.503 víctimas de desaparición forzada en el país, de las cuales se han identificado y realizado diligencias de entrega digna a 5.863 personas.
“En los últimos dos años se ha logrado la exhumación de 1.622 cuerpos en estado de no identificados, de los cuales 820 han sido entregados dignamente. Esto ha sido un esfuerzo enorme para contribuir con la verdad del conflicto, para dignificar a las familias. Para que ellas puedan darles una sepultura a sus desaparecidos según sus creencias. Las entregas dignas cumplen con un papel diferencial étnico, de género y religioso. Son las familias quienes deciden cómo quieren la entrega de sus víctimas”, explica Salomón Strusberg Rueda, director de la Dirección de Justicia Transicional de la Fiscalía.
Se puede afirmar que solo el 50 por ciento de los cuerpos encontrados logran identificarse y entregarse a sus familiares. El flagelo de la guerra en Colombia ha dejado a su paso miles de personas luchando contra el olvido y realizando un extenso camino de búsqueda y verdad.
MAURICIO ROA MUÑOZ 

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