Villa del Rosario es un municipio de Norte de Santander, ubicado a 7 kilómetros de Cúcuta, conocido como la cuna de las leyes y la libertad.
El lugar es punto estratégico para el tránsito de personas, desde y hacia Venezuela, allí se llega para seguir al puente internacional Simón Bolívar, que da entrada a San Antonio del Táchira, en el país vecino.
El cierre de la frontera por parte de Venezuela y la ruptura de relaciones entre los dos países desde 2015 cambiaron la dinámica de Villa del Rosario, que terminó convirtiéndose en un punto de paso ilegal de ciudadanos a través de las llamadas trochas.
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El lucrativo negocio de las extorsiones sobre las trochas es el que se disputan los elenos y la gente de la red delictiva venezolana llamada ‘Tren de Aragua’, guerra que tiene en máxima alerta a las autoridades en la frontera.

Un grupo de periodistas de EL TIEMPO visitó la zona y pudo evidenciar el mundo criminal que se teje tras las trochas.
Mauricio Moreno. EL TIEMPO
El pasado miércoles 23 de junio fue asesinado el ‘Mocho’, un venezolano de 45 años, señalado de ser colaborador de los del ‘Tren de Aragua’ y que vigilaba la trocha del lado colombiano.
Según la investigación, un hombre, aparentemente del Eln, cruzó el puente y le disparó.
“No se encontraron sus documentos, pero todo el mundo lo conocía”, dijo la Policía.
A esto se suma que inteligencia detectó que se estaría fraguando un atentado con explosivos en las zonas cercanas a las trochas donde hace presencia la Policía. Las autoridades trabajan en la identificación de los miembros de esas redes para avanzar en su captura.
Un grupo de periodistas de EL TIEMPO visitó la zona y pudo evidenciar el mundo criminal que se teje tras las trochas y la guerra que por el control de estas enfrenta al Eln y el ‘Tren de Aragua’.
En este entramado ilegal es clave un sector conocido como La Parada, que es el punto de llegada de colombianos y venezolanos que todos los días atraviesan las trochas.
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En La Parada se encuentran los llamados ‘garucheros’, hombres muy jóvenes que se abalanzan sobre los carros o las personas ofreciendo sus servicios para cruzar a las personas al otro lado.
Uno de esos ‘garucheros’ es Edison, un venezolano de 29 años que vive en Villa del Rosario con su familia. “Tengo un niño de 5 años y lo tengo que mantener”, asegura mientras baja la mirada, entre tímido y evasivo.
Sobre su trabajo señaló que consiste en ayudar a las “personas que van a cruzar las trochas con las maletas o las cajas, en fin, con la carga. A veces llevan un televisor o hasta un colchón”, señaló.

El ‘Tren de Aragua’ es una red criminal que nació en Venezuela.
Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Respecto al pago aseguró que no tenía una tarifa, “lo que quieran dar, pero hay gente muy conchuda, a veces dan solo unos pesos después de semejante esfuerzo, y tampoco”, puntualizó.
Como Edison, son unos 50 muchachos que viven de cargar maletas y que cuentan con el aval de los miembros del ‘Tren de Aragua’. Nadie los menciona y, si se pregunta por ellos, hay silencio.
De acuerdo con la Policía, el ‘Tren de Aragua’ es una red criminal que nació en Venezuela, dedicada al hurto, las extorsiones y otro tipo de delitos de alto impacto que por la situación económica del país vecino se debilitó y hoy hace presencia en La Parada.
No son más de 60 sus integrantes, la gran mayoría venezolanos, que en este punto de Villa del Rosario controlan las extorsiones, el microtráfico y el paso por las trochas y que para hacerse valer ordenan homicidios.
Las personas que van a cruzar las trochas con las maletas o las cajas, en fin, con la carga. A veces llevan un televisor o hasta un colchón
“La Parada cuenta con cerca de 20 cuadras. Aquí se encuentra toda clase de comercio, desde billares, restaurantes, hasta almacenes de toda índole. Todos pagan por ‘seguridad’ al ‘Tren de Aragua’”, dijo un residente.
En el recorrido por la zona, es evidente la presencia de personas que se paran en las esquinas, que se muestran en actitud vigilante. Se mezclan con los comerciantes informales, pero siempre están a la expectativa, cuidando su territorio.
No se les ven armas, no las portan de manera cotidiana por si caen en una requisa de la policía.
“Nosotros ya tenemos a muchos identificados”, dijo uno de los oficiales de la Policía que están trabajando en el desmantelamiento de estas redes ilegales.
Los del ‘Tren de Aragua’ controlan además las trochas del lado colombiano por Villa del Rosario hasta Juan Frío, unos 19 pasos sobre el río Táchira, la única referencia geográfica que divide las dos naciones.
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Las trochas son vías ilegales que a diario cruzan, según la Policía, unas 10.000 personas: “Vienen a Colombia por servicios médicos o a comprar víveres, son personas sencillas”.
Otros aprovechan estos pasos para el contrabando de alimentos a mayor escala, cargas de harina, cerveza, otro tipo de licores y hasta gaseosas.

Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Precisamente, en La Parada se da vía a tres trochas, las de mayor flujo de personas, La Marranera, La Playita y Los Mangos, que son usadas también por quienes llevan el contrabando de víveres al país vecino. “Este grupo debe pagar un porcentaje a los del ‘Tren de Aragua’, de acuerdo con lo que lleven: por una remesa de harina desde cinco mil pesos. Si se trata de licores, hasta los 50.000 pesos o más”, aseguró el oficial.
De acuerdo con las autoridades, el ‘Tren de Aragua’ puede llegar a recaudar unos 80 millones de pesos diarios a través de estas extorsiones, por lo cual mantienen desde muy temprano en las trochas a ‘colaboradores’ que están atentos a informar del paso de “quienes llevan en exceso mercancía”.
A paso moderado, bajo el candente sol, desde La Parada hasta el inicio de la trocha La Playita se van unos 10 minutos. En el punto se observa a innumerables personas que caminan con su tapabocas rumbo a Venezuela o de regreso a Colombia.
Entre ellos, Carolina, una joven que va con sus dos hijos y su esposo. Él va más adelante cargando sobre su cabeza dos maletas. “Es la primera vez que vamos a pasar por la trocha”, afirma. Ella lleva de la mano a sus dos pequeños hijos. “Nos sacaron de donde vivíamos y nos tocó devolvernos a Venezuela”, dijo. Su esposo le hizo una seña y se despidió.
El camino es destapado, mucho polvo al andar, pero no falta el puesto de venta de agua, gaseosa o tinto. Allí, don José, de 65 años, montó –sobre una pequeña estructura de madera– su negocio de venta de escobas, pocillos y maletines.
“Yo llego aquí sobre las 8 de la mañana, me espero a que mi señora me prepare el almuerzo y me vengo a trabajar. No se hace mucho, pero alcanza para llevar a la familia el sustento”, dijo mientras esbozaba una sonrisa que, pese al tapabocas, le marcaba la cara.
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Son unos 15 minutos caminando por la trocha hasta el puente, de unos 200 metros, sobre el río Táchira, que sirve de frontera entre los dos países. Son dos estructuras de madera, una de ida y la otra para el paso de vuelta.
“No crucen el puente, para ustedes es peligroso”, nos advirtieron a los periodistas, y fueron más allá pidiendo que tuviéramos cuidado al tomar fotografías del lugar.
La advertencia la hicieron porque, de acuerdo con las autoridades, al otro lado se encuentran integrantes del Eln, dueños del paso en ese costado y los encargados de cobrar por lo que denominan la ‘colaboración’.
“Sí, uno pasa y uno da la ‘colaboración’, unas monedas, lo que tenga”, aseguraron dos hermanas que iban para Venezuela. Habían estado en el médico en Cúcuta, una de ellas estaba en control porque está embarazada.
La Policía de Colombia reiteró que el Eln controla la frontera del lado venezolano y que la llamada ‘contribución’ tiene cuotas. Si es una persona la que pasa, debe dar mil pesos, si pasa con una maleta, dos mil; pero si lleva víveres, de acuerdo con la cantidad, unos cinco mil pesos.
Para las autoridades colombianas, el Eln, a diario, recauda entre 40 y 50 millones de pesos por la ‘colaboración’ que recauda en las trochas.

La Policía de Colombia reiteró que el Eln controla la frontera del lado venezolano y que la llamada ‘contribución’ tiene cuotas.
Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Tras pasar el puente se ven unos árboles y detrás de estos –señala la Policía– está el puesto de control de los ‘elenos’: dos sillas y una caneca de plástico donde los ciudadanos dejan la ‘contribución’.
Desde esos árboles, dos hombres, uno de ellos de camisa roja y bastante corpulento, se asomaron, miraban –entre escondidos y amenazantes–, y entonces dejaron de pasar las personas desde Venezuela hacia Colombia.
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Un hombre de camisa blanca se ubicó a un lado de los árboles y empezó a hacerles señas a los periodistas, como exigiendo que dejaran de tomar fotos, luego empezaron los disparos, que generaron confusión en la trocha del lado colombiano.
Las personas empezaron a correr y, en cuestión de segundos, se escucharon cuatro o cinco disparos más. “Fueron disparos al aire, fue una clara amenaza”, aseguró el oficial.
De inmediato, las autoridades ordenaron cerrar la trocha de La Playita. “No podemos hacer nada, ese es otro país, en el que en la frontera manda el Eln”, dijo el policía, quien señaló que cerrarles la trocha les duele por el dinero que dejan de recibir.
Yolanda apresuró el paso, iba para Venezuela, pero ante la situación le tocó devolverse, de la mano llevaba a su hija de 2 años, estaba nerviosa, algo asustada. “¿Esos eran disparos?, preguntó al afirmar que venía de vacunar a su niña.
“Tocará esperar un rato, qué susto”, dijo la mujer, quien reconoció que ella siempre pagaba la ‘contribución’ al otro lado cada vez que pasaba.

Con la trocha cerrada, en el camino de regreso, las personas buscan otros puntos para pasar.
Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Dijo que no sabía quiénes eran los hombres que estaban al frente de la caneca de plástico donde se deposita el dinero. “Yo les doy unas monedas, tampoco es mucho”, dijo y se fue, no quiso seguir hablando.
Con la trocha cerrada, en el camino de regreso era evidente que las personas buscaban otros puntos para pasar. “Como el río esta bajito, de seguro tratarán de pasarlo”, dijo un hombre alto y con la piel curtida por el sol, y señaló que por eso tenía su puesto de venta de medias –cinco pares en cinco mil– sobre la trocha.
En el sector de La Parada, en Villa del Rosario, empresas de transporte -legalmente constituidas- se han especializado en ofrecer viajes hacia Perú o Ecuador, dos países que se han vuelto atractivos para los venezolanos que cruzan las trochas en búsqueda de una nueva vida.
Dichas empresas han sido víctimas de presiones económicas o extorsiones por parte del ‘Tren de Aragua’. De acuerdo con la Policía, les exigen un tributo por viaje o por pasajero.
Las autoridades señalan que se viene preparando una ofensiva contra esta red criminal, y que se espera que en pocas semanas se den resultados positivos en temas de seguridad ciudadana en esta zona del país.
ALICIA LILIANA MENDEZ
Subeditora de la redacción de Justicia
En Twitter: @JusticiaET
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