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Investigación

Las claves del reclutamiento de exmilitares capturados en Haití

Ellos son seis de los exmilitares colombianos involucrados en asesinato en Haití.

Ellos son seis de los exmilitares colombianos involucrados en asesinato en Haití.

Foto:Policía

Las autoridades rastrean la ruta que siguieron los exmilitares de élite para terminar en ese país.  

‘De oppresso liber’ (liberar de la opresión), la frase y el escudo de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos, estaba grabado en la gorra que hacía parte de la indumentaria con la que se movía por Haití uno de los exmilitares señalados de participar en el homicidio del presidente de ese país, Jovenel Moïse.
Además, portaba una camiseta con la sigla CTU en el pecho y en el costado un escudo muy similar al que fue usado en una reconocida serie de televisión internacional en la que un agente asignado a la Unidad Contra el Terrorismo luchaba contra ese flagelo.
Duberney Capador aparece con la dotación que según su hermana, le dio la empresa de seguridad para la que fue a trabajar a Haití.

Duberney Capador aparece con la dotación que según su hermana, le dio la empresa de seguridad para la que fue a trabajar a Haití.

Foto:Archivo familiar

Las prendas las llevaba el sargento viceprimero Duberney Capador Giraldo, quien junto con una unidad militar de Chiquinquirá, en el departamento de Boyacá, aparecen reiteradamente en el engranaje que habría llevado al reclutamiento de varios de los exmilitares capturados esta semana en Haití y vinculados a la investigación por el homicidio de Moïse.
El suboficial en retiro, que murió tras el crimen, tiene una larga trayectoria militar que lo ubicó en zonas de combate en Caquetá, en labores de inteligencia en el Valle del Cauca y en un batallón de Chiquinquirá.
En esa ciudad tiene su base de operaciones el Batallón de Infantería Número Dos Mariscal Antonio José de Sucre, que en 2018 fue comandado por el teniente coronel Carlos Giovanni Guerrero Torres, el exmilitar de más alto rango que fue capturado en Haití.
El sargento Capador Giraldo, según declaraciones, habría sido quien invitó a unirse al grupo al sargento primero Mauricio Javier Romero Medina, un exmilitar de 45 años nacido en el Huila. Ellos dos ingresaron al Ejército en junio de 1990 en distintas zonas del país.
Los dos murieron en los momentos posteriores al ataque contra el mandatario haitiano.
Sus familias insisten en que ellos no viajaron a cometer delitos a Haití y que tras abandonar las filas del Ejército, en donde realizaron cursos especializados en combate y tácticas militares, encontraron en la seguridad privada de personalidades una forma de ingreso económico. Han relatado que sabían en dónde estaban sus seres queridos y que ellos les compartían fotos y relatos de la capacitación que recibían en Haití antes de empezar con el trabajo formal para el que supuestamente fueron contratados.
Capador Giraldo también habría sido el enlace para que al grupo se sumara el soldado profesional Francisco Eladio Uribe, quien también estuvo asignado a Chiquinquirá y es otra de las personas que viajó a la isla con el objetivo de recibir mensualmente poco menos de 3.000 dólares, más de tres veces de lo que se ganaba en servicio hasta 2019, cuando se retiró del Ejército al cumplir los 20 años para conseguir su pensión.
El exmilitar se sometió a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en donde aparece vinculado a una investigación por el macrocaso de ‘falsos positivos’.
Manuel Antonio Grosso Guarín, otro de los exmilitares capturados, es uno de los más experimentados del grupo por los cursos de soldado de élite que le figuran en su hoja de vida. Es oriundo de Boyacá y en una de sus últimas misiones estuvo asignado a una brigada de ese departamento. Por esa misma unidad militar también pasó John Jairo Ramírez Gómez, oriundo de Sogamoso, Boyacá, como Grosso Guarín.
El viernes, el consejero presidencial para la Seguridad Nacional, Rafael Guarín Cotrino, señaló en un comunicado que el soldado Grosso Guarín es hijo de uno de los 10 hermanos de su padre y afirmó que no lo conoció y nunca lo trató siquiera en el campo familiar. “Los organismos de justicia deben adelantar la investigación y determinar las responsabilidades que correspondan”, dijo el funcionario de la Casa de Nariño.
En la lista de 13 exmilitares identificados plenamente hay dos oficiales, dos suboficiales y ocho soldados profesionales, todos con más de 20 años de servicio y la mayoría con los cursos más avanzados de comandos y de grupos especiales. Todos ellos salieron del Ejército entre 2018 y 2020.
Además del pasado que los unió en algunas unidades militares, también se registraron mensajes de WhatsApp y en chats de grupos de exuniformados en los que se invitaba a exmilitares con entrenamiento de alto impacto a que se sumaran a esta campaña en la que pedían muy pocos documentos para ser admitidos. Se les mencionó tener listos los pasaportes y cuatro mudas de ropa, incluyendo dos camisetas negras y dos pantalones multipropósito de color caqui.
Y se encontraron de nuevo viajando por grupos, la primera semana de junio, a República Dominicana; para luego cruzar la frontera hacia Puerto Príncipe, en Haití.
Fuentes cercanas a la investigación señalaron que, de acuerdo a los testimonios recogidos, el propósito sería reclutar 100 militares en retiro, “en buen estado físico y con los cursos de comando en todas las áreas, que serían asignados a una supuesta fuerza de seguridad este año”.
Esa práctica no es extraña en el país, pues existen en el mercado empresas locales e internacionales que reclutan a exmilitares bien preparados para prestar servicios privados de seguridad, como la protección de infraestructura petrolera y la escolta de personalidades en varios países del mundo.
El mismo comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro, no solo reconoció el viernes en una rueda de prensa que hay una cantidad importante de oficiales retirados en países como Dubái, sino que su vinculación como mercenarios no puede evitarse. “No hay ninguna norma que lo prohíba o lo impida, sencillamente son reclutados o incorporados”, dijo el general.

‘No es un asesino’

Jenny Capador Giraldo, hermana del sargento Duberney Capador, le dijo a este diario que se hizo dos promesas: traer el cuerpo de su hermano a Colombia y limpiar su nombre.
Jenny aseguró que el día que asesinaron al presidente, su hermano le escribió un mensaje vía WhatsApp, el cual recibió a las seis de la mañana. “Me decía que habían llegado tarde a proteger a la persona que tenían que cuidar, me imagino que era el presidente. Que la Policía los tenía acorralados y que él iba a tratar de mediar para que los escucharan”, dijo.

Me decía que habían llegado tarde a proteger a la persona que tenían que cuidar, me imagino que era el presidente. Que la Policía los tenía acorralados 

Recuerda que su hermano le pidió que no fuera a preocupar a su mamá y que rezara por él. Igualmente relató que ella le empacó la maleta a su hermano el día que viajó –6 de mayo–.
“Estaba feliz porque con ese dinerito extra le podría brindar un futuro a sus hijos y seguir ayudando a mi mamá; él la cuidaba. Mi hermano me dijo que le había salido un buen trabajo en Haití cuidando personas importantes a través de una empresa de seguridad”, dijo Jenny.
De acuerdo con la hermana de Capador, él viajo de Bogotá a Panamá y de allí a República Dominicana, lo hizo con tres compañeros. “Llegó a un hotel cinco estrellas, estaba muy contento, estuvo cuatro días en República Dominicana y se fue a Puerto Príncipe”.
E insistió: “No voy a descansar hasta limpiar el nombre de mi hermano, él no es ningún mercenario”.

Jefes de inteligencia de Colombia están en Haití

Una comisión de alto nivel designada por el presidente Iván Duque está en Puerto Príncipe (Haití). El objetivo: colaborar en la investigación sobre los hechos que rodearon el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
El Gobierno ha manifestado su rechazo al crimen y la necesidad de que los hechos sean plenamente aclarados.
La comisión la encabezan el director de Inteligencia de la Policía Nacional, el general Norberto Mujica; el director de la Dirección Nacional de Inteligencia, el vicealmirante en retiro Rodolfo Enrique Amaya, un alto funcionario de Interpol Colombia y un representante de Migración Colombia, quienes estarán además en contacto directo con la Cancillería.
La comisión no tendrá una tarea investigativa de campo, pero sí de enlace en tiempo real para coordinar el intercambio de información sobre los avances que se hagan en Colombia, como, por ejemplo, la identificación de bienes y recursos de los implicados, sus últimos movimientos en el país antes de viajar y la veracidad de las empresas de seguridad que usaron para justificar la labor en ese campo.

La puerta giratoria entre el servicio oficial y los ejércitos privados

Exmilitares implicados en crimen del presidente de Haití.

Exmilitares implicados en crimen del presidente de Haití.

Foto:Policía de Haití

Con 48 años dio un paso al costado, como corresponde, al no ser llamado para curso de brigadier general. Estuvo 30 años en el Ejército Nacional y se pensionó con el grado de coronel.
“A los pocos meses de pensionarme y de radicarme en Bogotá, un amigo me contactó y me habló de una empresa legalmente constituida que ‘reclutaba’ militares colombianos para trabajar en Dubái o Emiratos Árabes”, le dijo a EL TIEMPO un oficial en retiro, quien pidió la reserva de su nombre, entre otros, porque el contrato que firmó tiene una cláusula que lo obliga a ello.
El trabajo consistía en prestar seguridad en los campos petroleros, y ahora con el incremento del turismo, en dichos espacios y en los entornos de algunas personalidades.

Es un trabajo bien pago, con turnos y horarios exactos y con un reglamento muy claro: no drogas, no bebidas alcohólicas o cualquier tipo de exceso, so pena de ser despedido sin segundas oportunidades

“Es un trabajo bien pago, con turnos y horarios exactos y con un reglamento muy claro: no drogas, no bebidas alcohólicas o cualquier tipo de exceso, so pena de ser despedido sin segundas oportunidades”, puntualizó.
Señaló que les habían dicho que los escogían porque los militares colombianos gozaban de buen nombre en cuanto al entrenamiento recibido y la disciplina inculcada, “nunca me he considerado un mercenario”, afirmó.
El hecho de que Colombia sea uno de los pocos países que aún registran un conflicto interno, por más de cinco décadas, es un factor que ha incidido en el sobreentrenamiento y preparación de los integrantes de la Fuerza Pública que se enfrentan a guerrilla y grupos armados con poder de afectación a la seguridad del país, a lo que se suma la problemática del narcotráfico.
Cientos de militares en retiro terminan cada año trabajando en este tipo de servicios, les reconocen el alto nivel de entrenamiento, muchos con cursos de comando en Estados Unidos.
Una situación similar se registra con el personal en retiro de la Policía, que de acuerdo a su entrenamiento son buscados para asesorías en la lucha contra el narcotráfico, el secuestro y la extorsión en países como México, Guatemala y Honduras, o en Argentina y Brasil.
Desde hace una década se conocen informaciones sobre la presencia de militares en retiro en misiones de apoyo en seguridad en medio de guerras vividas en Afganistán y Yemen.
Medios internacionales han documentado que Blackwater, uno de los gigantes entre los contratistas militares del Gobierno de Estados Unidos, es habitualmente uno de los ‘empresarios’ de la guerra que más requieren servicios de los exmilitares nacionales.
“También se tienen reportes de integrantes de la Fuerza Pública que han terminado asesorando a carteles mexicanos, especialmente en temas de narcotráfico y en casos extremos de seguridad a narcos”, le dijo a EL TIEMPO un alto mando.
Y en el país se han evidenciado alianzas entre uniformados y carteles de drogas, como la del coronel Danilo González, quien después de llevar una brillante carrera terminó al servicio del cartel del Norte del Valle.

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