Diez millones de pesos pagó el ciudadano británico Alistair Desmond Weekes para que una colombiana lo registrara en 2016 como su hijo dado en adopción. El trato incluía que la mujer declarara que se reencontraron 30 años después de su supuesta entrega a otra familia.
Con esos documentos, Weekes, que habla perfectamente español, logró la nacionalidad colombiana y se registró como Samuel Eduardo Guzmán Penagos. Luego viajó a Cúcuta, donde le expidieron su cédula de ciudadanía, y regresó a Bogotá para tramitar el pasaporte como ciudadano colombiano.
El extranjero puso en marcha esa estrategia para escapar de la justicia holandesa que lo había condenado a 20 años de prisión por la muerte de un menor de 12 años. El asesinato se registró el 14 de julio del 2010 en Breda, una pequeña ciudad de Holanda hasta donde llegó Weekes para atentar contra el padre del niño, en un ajuste de cuentas entre redes de narcotraficantes de origen marroquí.
El británico es señalado de disparar, con un fusil de largo alcance, por lo menos 29 veces contra una casa rodante. En el hecho resultó muerto el menor, y su madre, herida. El suceso conmocionó a la comunidad europea.
Las investigaciones concluyeron que Weekes iba tras el padre del niño, quien ese día no estaba en la casa, y a quién señalaba de haber dañado un negocio de droga.
Tras el crimen, el británico huyó a su país, pero fue capturado y extraditado a Holanda, donde fue sentenciado. Allí, solo estuvo preso dos años y logró su libertad condicional. Sin embargo, dejó de presentarse a las audiencias y volvió a escapar, esta vez al continente americano.
Weekes evadió a las autoridades por más de cuatro años y mantuvo un perfil bajo hasta que logró los papeles como colombiano. Entonces se radicó en un exclusivo sector de El Poblado, en Medellín, y se dedicó a practicar atletismo, boxeo y deportes extremos.
Hay un compromiso de la institución y de Interpol para evitar la impunidad en delitos cometidos dentro o fuera del país que relacionen mujeres y niños, especialmente
Su suerte empezó a cambiar el 7 de junio del año pasado, cuando las autoridades holandesas le solicitaron a la Interpol que emitiera una orden de captura internacional. Las alertas sobre su presencia en Colombia se prendieron, dicen investigadores, por los viajes de sus familiares al territorio nacional.
El general Jorge Luis Vargas, director de la Dijín y de Interpol Colombia, aseguró a EL TIEMPO que de inmediato se designó un equipo especial para ubicarlo. “Hay un compromiso de la institución y de Interpol para evitar la impunidad en delitos cometidos dentro o fuera del país que relacionen mujeres y niños, especialmente”, dijo Vargas.
Los investigadores de Interpol en coordinación con la Dirección especializada contra el narcotráfico de la Fiscalía realizaron las pesquisas que llevaron a la ubicación de un nacionalizado que solo hacía movimientos de dinero en efectivo.
Los seguimientos permitieron la individualización del extranjero, que acababa de ser visitado por una mujer y dos menores de edad que llegaron al país en primera clase cubriendo la ruta Berlín (Alemania), París (Francia) y Bogotá.
“En realidad eran su esposa y sus dos hijos. El plan era tan bien elaborado que la esposa no viajaba con equipaje, todo lo compraba nuevo en Colombia. No se comunicaban bajo ningún medio. Y cuando aterrizaban en Bogotá, de inmediato se desplazaban a ciudades alternas como Barranquilla, Pereira y Cali para no ser detectados”, dijo uno de los investigadores que estuvo frente al caso.
Paralelo a ello, Weekes se desplazaba una semana antes a Bogotá y personalmente organizaba el movimiento de sus familiares, alquilaba tres apartamentos en distintos sectores para dificultar la labor de las autoridades e intentaba evitar zonas comerciales en donde abundaran las cámaras de seguridad.
Hace dos semanas, las autoridades europeas entraron en alerta al detectar la salida de Londres del papá de Weekes, quien viajó a Colombia en compañía de su segunda esposa.
Interpol activó los protocolos de seguridad y se distribuyeron equipos de inteligencia en Bogotá y Medellín, y después de una jornada de casi 18 horas lograron ubicar al prófugo en el peaje de Santuario en la vía Medellín-Bogotá, en donde fue capturado. Estará detenido mientras se oficializa su entrega a las autoridades holandesas.
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