Con casi 10 meses de vida, Guadalupe Manjarrez Zambrano representa la esperanza, el tesón y el valor de 158 jóvenes que en junio ascenderán al grado de subtenientes de la Policía Nacional.
Muchos de ellos son sobrevivientes del atentado a la Escuela General Santander que perpetró el Eln hace un año, y eran los compañeros o ‘cursos’ del cadete Juan Felipe Manjarrez Contreras, padre de la niña. Falleció a sus 22 años en ese día fatídico.
Manjarrez y Jennifer Zambrano, la madre de Guadalupe, se conectaron desde el primer día que se conocieron en la Escuela, afirman sus compañeros. Amor a primera vista, lo llaman ellos. Y aunque no se 'ennoviaron' de inmediato, sabían que tenían química.
“Yo le decía por molestar a Manjarrez: 'Esa niña va a ser hija mía'”, relata el cadete Richard Benavides, muy cercano a la pareja. Él es uno de los estudiantes de la Escuela ‘Santander’, un ecuatoriano que se prepara para ser oficial de la Policía.
Manjarrez le mostraba con orgullo a sus compañeros las ecografías que le hacía llegar Jennifer (quien pidió una licencia para atender su maternidad), sobre el desarrollo de la niña, a quien todos esperaban con ansias.
“Un día que Manjarrez estaba como de mal genio le dije lo de siempre: 'Esa niña va a ser hija mía'”, afirma Benavides, quien se hunde en sus recuerdos y, en tono más pausado, señala: “Y él me contestó: 'Mire ecuatoriano, esa ‘chinita’ solo será su hija sí yo me muero; y si eso pasa, le encargo que me la cuide muy bien'”.
Y esas palabras no se las llevó el viento, porque Benavides resalta que un mes antes del ataque terrorista –como de manera premonitoria– Manjarrez le pidió a Benavides que fuera el padrino de la niña y que el día de la ceremonia “me vistiera con el uniforme ecuatoriano, que le regalara su caminadora y que la niña se llamaría Guadalupe, porque él era muy devoto a la Virgen de Guadalupe”.
Benavides señala que ese 17 de enero de 2019, en horas de la tarde, “sentía que Felipe me hablaba y me decía: 'Esa niña ahora es suya, usted va ser su padrino y me la va a cuidar'”, relata, bajando la mirada, como reviviendo el momento.
La niña nació el 23 de marzo, dos meses después del ataque terrorista, y se convirtió en la esperanza de los más de mil estudiantes de la Escuela, pero en especial de la Compañía ‘José María Marcelino Gilibert’, curso 112 al que pertenecían la mayoría de las víctimas.
"Guadalupe no es una niña huérfana. Ella cuenta con todos nosotros que la amamos porque para nosotros representa el triunfo de la vida, de la gente buena y de la resiliencia de cada uno de nosotros para salir adelante”, asegura Richard Benavides.
El orgulloso padrino dijo que en diciembre del año pasado se dieron cita los 158 compañeros de Manjarrez, quienes hicieron una calle de honor, para asistir al bautizo de Guadalupe en las mismas instalaciones de la Escuela General Santander. “Fue una forma de recordarlos y decirles que siempre están en nuestro corazón, y de brindar por la vida de la niña, y lo que para cada uno de nosotros representa”, señaló Benavides.
Juan Felipe Manjarrez Contreras era un consagrado deportista dedicado al voleibol. Fue enterrado en Acacías, Meta, donde nació, y donde la comunidad le rindió un sentido homenaje.
ALICIA LILIANA MÉNDEZ
REDACCIÓN JUSTICIATwitter: @ayitomendez
Este artículo hace parte del especial 'Tributo a 22 héroes: Un año del ataque del terrorismo al corazón de la Policía', que informa sobre el estado actual de la investigación y cómo están las familias de las víctimas mortales del ataque en el aniversario de los hechos.
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