Tal como empezó, con un testimonio que abrió el camino para que muchas mujeres alzaran su voz en contra de la violencia sexual, se conmemoró este viernes el décimo aniversario de la campaña No Es Hora De Callar.
Esta vez fueron más de 20 voces de mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia sexual de distintas regiones las que rompieron el silencio y, en una transmisión en vivo, durante más de 6 horas compartieron sus historias de resistencia para que muchas otras mujeres del país digan ‘No es hora de callar’, y estos crímenes no sigan sucediendo y cese la impunidad que rodea este tipo de casos.
El acto, realizado en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de la Alcaldía Mayor de Bogotá, estuvo moderado por el periodista Wilson Vega y Jineth Bedoya Lima, periodista y activista que hace 10 años decidió hablar sobre cómo fue agredida en el año 2000, iniciando la campaña que en estos años ha apoyado directamente a más de 6.000 mujeres víctimas de violencia sexual en el país, trazado pautas sobre cómo informar sobre violencia de género y abierto la puerta para que la comunidad internacional tenga en sus agenda el tema de la violación usada como arma de guerra en Colombia.
“Cuando nos silenciamos le estamos dando todo el poder al victimario, y el poder lo tenemos las sobrevivientes”, dijo Bedoya en el evento, e invitó a quienes han sido víctimas de algún tipo de violencia a no callar frente a ello.
La conmemoración comenzó con la entrada de las mujeres sobrevivientes sosteniendo una vela como señal de resistencia y dignidad; luego, ellas acompañaron a la artista Rakel, quien con la canción El día es hoy dio inicio a la conmemoración.
Durante todo el día, las mujeres narraron sus testimonios y reclamaron, unidas, medidas para que lo que vivieron no le suceda a nadie más.
Siris Rentería, una de las sobrevivientes, relató que alzó su voz “por todas las mujeres, niños y niñas que aún no han podido hablar, pero también por la indiferencia del país y el Estado, que ha sido incapaz de protegernos”.
A su voz se sumó la de Ludirlena Pérez, que lidera procesos con víctimas en el Eje Cafetero. Pérez, sobreviviente de varios hechos de violencia sexual de distintos actores armados, habló sobre cómo el sistema de salud no está preparado para atender integralmente a víctimas de esta violencia, pues no todos los funcionarios atienden de forma correcta a las mujeres ni se entregan todos los medicamentos que requieren para tratar no solo sus heridas internas, sino también las secuelas físicas permanentes producto de la violencia sexual.
“La ley dice que las mujeres víctimas tenemos derecho a recibir apoyo psicosocial, pero lamentablemente en el sistema de salud no tenemos profesionales idóneos para atender a las mujeres”, señaló la propia Bedoya.
Por ello, muchas veces han sido las mismas sobrevivientes quienes han hecho pedagogía con las instituciones sobre cómo atender a víctimas de violencia sexual.
Es el caso de Yirley Velasco, de El Salado, Bolívar, quien tenía 14 años cuando fue violentada por paramilitares.
“Ese día me mataron. Pero solo ese día, porque yo decidí alzar la voz. Fui víctima de violencia sexual, pero alcé mi voz y luego varias mujeres de El Salado también lo hicieron. Después empezamos a trabajar con los médicos y los militares y policías para enseñarles cómo acompañar adecuadamente a mujeres víctimas. Hoy digo ¡estoy viva!”, indicó.
Cuando nos silenciamos le estamos dando todo el poder al victimario, y el poder lo tenemos las sobrevivientes
Además de compartir sus experiencias, las mujeres animaron a otras a seguir adelante a pesar de la violencia de la que fueron víctimas. María Dolly Vinasco, del departamento de Caldas, contó cómo por muchos años los hechos de los que fue víctima fueron una piedra que la obligaron a cargar, pero gracias a haber hablado vio que las mujeres tienen derecho a la vida y la libertad.
“Es hora de decir que sí podemos; hay que soltar esa piedra, no podemos ser víctimas de nosotras mismas”, dijo Vinasco, y agregó que les envía ese mensaje especialmente a quienes la violencia de las que han sido víctimas les ha hecho querer dejar de vivir.
También habló Cecilia Miranda, que llegó desde Carmen de Bolívar y es parte de la organización Mujeres Sembrando Vida.
“En ese momento en que me violentaron quisieron arrancarme la lengua, destruyeron parte de mi dentadura, pero no pudieron apagar mi voz ni mis ganas de seguir adelante. Recorriendo muchos lugares, recogiendo testimonios, hemos salvado muchas vidas”, dijo Miranda.
El momento en que me violentaron quisieron arrancarme la lengua, pero no pudieron apagar mi voz ni mis ganas de seguir adelante. Recorriendo muchos lugares hemos salvado muchas vidas
Sumada a ella, Dolores Mojica, de Cesar, alzó su voz en contra de que las víctimas sean revictimizadas cuando buscan ayuda.
“Muchas veces terminamos siendo revictimizadas cuando denunciamos porque funcionarios nos preguntan si nuestra violación fue nuestra culpa”, comentó.
Pero dijo que aun así, y a pesar de las amenazas que muchas veces reciben las mujeres tras denunciar, no hay que callar porque no se puede permitir que las mujeres sigan siendo victimizadas.
El testimonio que cerró el evento fue el de Yolanda Perea, quien fue violentada por las Farc cuando solo tenía 11 años de edad, quedó embarazada producto de ese abuso y luego fue golpeada por los guerrilleros "por sapa", lo que le causó la pérdida de su bebé.
“Es el momento de hablar y que entre todas nos demos la mano porque nos están matando”, concluyó.
La conmemoración de los diez años de No Es Hora De Callar continúa este sábado con talleres de empoderamiento para las mujeres, y durante los próximos seis meses con distintos trabajos que hará la campaña.
Y algunos de los testimonios que fueron narrados por las mujeres serán preservados en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación como un documental sobre la resiliencia de estas sobrevivientes.
JUSTICIA
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