El 14 de enero del 2017, a las 3:30 de la madrugada, la teniente Tania Alexandra Curiel de la Policía llegó al Mint Social Club, ubicado en la calle 84 n.° 14-02, en plena zona rosa de Bogotá. El objetivo era practicar un procedimiento consistente en cesación de toda actividad.
La orden era la de evacuar totalmente este concurrido amanecedero por no cumplir con las restricciones horarias. Sin embargo, el operativo se frustró, y un año después, ese mismo club se convirtió en un eslabón clave para esclarecer la muerte de María Andrea Cabrera, la cual, según dictamen de Medicina Legal, se produjo por una intoxicación a causa de la combinación de éxtasis y alcohol.
Según su padre, el general retirado Fabricio Cabrera, y el penalista Jaime Granados no se trató de una sobredosis, sino de un homicidio y los presuntos sospechosos estuvieron con la joven en el Mint Social Club.
EL TIEMPO tuvo acceso a varios de los testigos y uno de ellos aseguró que una mujer que estuvo en el bar era quien llevaba la droga. Además, que uno de los acompañantes de Andrea es el hijo de un reputado empresario de giros.
“Nos dijo que acababa de llevar al aeropuerto al papá, que iba para Londres y que no había tomado”, explicó uno de los testigos.
Otro más aseguró que otro de los amigos de la joven muerta es conocido de los dueños del amanecedero, el cual en su fachada no tiene avisos.
EL TIEMPO estableció que este establecimiento está en la mira de la Policía y de la alcaldía de Chapinero desde hace varios meses.
De hecho, después de la inspección y visita de la teniente Curiel, los administradores de Mint Social Club insistieron en que tenían todos los permisos en regla y argumentaron que no les aplican las restricciones horarias pues, según ellos, la discoteca es una entidad privada-particular y no un establecimiento abierto al público.
La oficial de policía decidió imponerle de todos modos una contravención al Mint Social Club.
Luego de esto cambiaron de razón social y ahora funciona bajo el amparo de la Asociación para el Fomento de la Cultura y Entretenimiento Urbano (Asodis), a nombre de Néstor Felipe Quintero Tabares. Quintero también está ligado a la empresa Le Mint Restaurante Bar y a Inversiones CCEW S. A. S., que maneja el bar El Fabuloso en la zona rosa de Bogotá.
En febrero del 2017, los dueños del Mint impulsaron una tutela contra la estación de Policía de Chapinero, de la cual dependió el operativo, reclamando los derechos al debido proceso, a la igualdad y al libre desarrollo de asociación.
En primera instancia, el Tribunal Superior de Bogotá denegó la salvaguarda suplicada y, posteriormente, esta sentencia fue confirmada en la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema.
Uno de los principales argumentos es que la Policía negó haber impuesto una contravención contra el club y que “no se allega prueba alguna que permita concluir la ocurrencia del hecho que se endilga como generador de la amenaza y mucho menos del daño producido por la supuesta actuación de la autoridad accionada”.
EL TIEMPO se comunicó con Juanita Jaramillo, quien figura en papeles como gerente del establecimiento. Pero ella aclaró que ya no tiene la representación legal del lugar y que se trata de la vieja razón social.
En todo caso, indicó que el club sufría una persecución de las autoridades y que en varias oportunidades tuvieron problemas con la alcaldía local de Chapinero, que trató de sellarlos.
También confirmó que una de las personas que estaba en el grupo de María Andrea Cabrera conocía a uno de los dueños.
La Policía y la Fiscalía ya los entrevistó y estudian medidas.
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