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Delitos

El hampa riéndose de una captura / Opinión

Los capturados, en las fotografías correspondientes, sonrieron ante las cámaras.

Los capturados, en las fotografías correspondientes, sonrieron ante las cámaras.

Foto:Policía de Bogotá

¿Cómo puede un juez no considerar que son un peligro? Tenían todo listo para robar una casa.

Jhon Torres
Si alguien se preguntaba de qué se burlaban los cuatro delincuentes capturados hace unos días por la Policía y cuyas fotografías haciendo muecas en el momento de la reseña indignaron a los colombianos, ya no hay misterio.
Este fin de semana tres de ellos volvieron a las calles. Un juez de garantías de Bogotá los dejó libres a pesar de que cuando fueron detenidos llevaban, según registró EL TIEMPO, “cuatro armas de fuego, proveedores, munición, documentos falsos, celulares, bolsas, herramientas, intendencia de la Policía Nacional y hasta correas plásticas” para amarrar a sus víctimas. Solo quedó preso uno que tenía una condena previa que estaba eludiendo hace meses.
Se dirá que la cárcel preventiva es una medida extrema. También, que los tres personajes siguen vinculados a un proceso –por porte ilegal de armas– que en algún momento debe terminar en condena.
Pero uno se pregunta cómo puede un juez no considerar que son un peligro para la sociedad cuatro hampones armados hasta los dientes que tenían todo listo para atracar una casa en el noroccidente de Bogotá cuando fueron sorprendidos por la Policía. Esa causal de detención preventiva está en la ley y, sin embargo, el país sigue viendo cómo, una y otra vez, delincuentes profesionales que no tienen reato para herir o matar en los atracos quedan libres a las pocas horas de ser capturados.
Sin duda –y las cifras del hacinamiento carcelario, aunque menguado en los últimos meses, bien lo demuestran–, el país tiene un largo camino por recorrer para hacer más racional el uso de la detención preventiva. Pero lo que estamos viendo es que peligrosos criminales se van tranquilos después de que los policías o los mismos ciudadanos, muchas veces poniendo en riesgo su vida y su integridad, han logrado ponerlos bajo custodia. ¿Qué les dirá el sistema a las próximas víctimas de estos personajes del hampa? ¿Hay alguna garantía de que van a asistir a las audiencias judiciales en su contra, que, además, tardarán meses en ser programadas?

La defensa de los derechos de los procesados no tiene por qué desconocer los derechos de las víctimas de sus delitos ni la seguridad de la sociedad en general

Las respuestas son desalentadoras, como lo es el mensaje que con este caso en particular se ha enviado a la sociedad colombiana. Esos ciudadanos a los que las autoridades llamaron a denunciar a estos hampones por crímenes anteriores lo pensarán dos veces ahora que saben que la justicia decidió dejarlos en libertad. Y los delincuentes de todas las pelambres han visto, de nuevo, cómo logran salirse con la suya porque una captura puede ser en Colombia apenas un resbalón en la carrera criminal.
La defensa de los derechos de los procesados no tiene por qué desconocer los derechos de las víctimas de sus delitos ni la seguridad de la sociedad en general.
Frenar el crimen no es un problema de la Policía y la Fiscalía. Es un asunto de Estado que requiere una estrategia en conjunto, porque la inseguridad nos golpea a todos. Por eso, como se ha dicho tantas veces ya, las cortes y los jueces tienen que entender cuanto antes que están administrando justicia no para Dinamarca, sino para Cundinamarca.
JHON TORRES
EDITOR DE EL TIEMPO
Jhon Torres
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