“Fernando Merchán ha sido una víctima más. Nadie puede imaginarse cómo estaba cuando llegaba y veía niños tan inocentes como Yuliana (...). No quería volver a padecer las injusticias de la ley (...). Esperamos que esto no quede en la impunidad”.
Las palabras son de Ruth González, amiga y vecina de Fernando Merchán, el celador del edificio Equus 66, en Chapinero, donde asesinaron a la pequeña Yuliana Samboní hace nueve días. Sus allegados están seguros de que Merchán, de 58 años, no se quitó la vida el viernes pasado, luego de darle una declaración a la Fiscalía sobre los movimientos de Rafael Uribe, el señalado infanticida, y de sus hermanos.
(Además: Aún no se establece causa de muerte del vigilante del caso de Yuliana)
La personalidad del vigilante y el primer dictamen de Medicina Legal –que concluyó que las heridas que le encontraron no le provocaron la muerte– los llevan a insistir en que no se habría suicidado. “Estuvo en el lugar equivocado”, escribió una de sus amigas, y otros aseguran que era “un señor en todo el sentido de la palabra”, “un excelente padre”, “un caballero responsable, intachable en conducta”.
(Lea también: Fiscalía, lista para acusar a Rafael Uribe por asesinato y violación)
Pero su historial arroja algunos vacíos que las autoridades quieren aclarar. Ya se confirmó que tenía vencida la acreditación de celador y que su empresa, Advipor Ltda., ha sido indagada por la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada por no reportar novedades en casos de robos de conjuntos. De hecho, en la empresa le informaron a EL TIEMPO que Jesús Galindo, su dueño, estaba el lunes reunido con personal de esa entidad. Se quiere establecer si fue reportada la condena a seis años contra Merchán en 1997 por tráfico de estupefacientes, fallo que fue confirmado en 1998 por el Tribunal Superior de Bogotá y tuvo una prescripción en el 2004.
La Fiscalía también indaga por qué Merchán anotó en la minuta del Equus que el apartamento 603, de Uribe, estaba vacío cuando ingresaron sus hermanos. Las cámaras de seguridad muestran que, a esa hora, en su interior estaban Uribe y la pequeña.
(Le puede interesar: Versión de vigilante es diferente a lo que muestran las cámaras)
El hombre llevaba tres años trabajando en Advipor, que rotó a todos los vigilantes que trabajaban en el edificio de Uribe y que colabora con las autoridades. “Hijitas, perdónenme, a María y demás amigos y familia, pero no quiero volver a la cárcel. No quiero dañarles la Navidad, soy inocente”, escribió Merchán en su carta de despedida. A diferencia de Uribe, su familia dejó intacta su cuenta de Facebook, para darle un último homenaje.
UNIDAD INVESTIGATIVAu.investigativa@eltiempo.com