Los paramilitares del Cesar y Norte de Santander habrían promovido el uso de armas blancas para asesinar a sus víctimas, con el fin de intentar desviar las investigaciones de la Fiscalía.
Así aparece en una sentencia del Tribunal Superior de Bogotá contra postulados del frente Héctor Julio Peinado Becerra de las autodefensas, en la que se ordena a la Fiscalía que investigue “la posible participación de los miembros de la Fuerza Pública” en esa práctica para hacer pensar que los asesinatos eran cometidos por delincuentes comunes.
En el expediente está el testimonio del postulado Lenin Molano, quien estuvo cinco años en las AUC y dijo que en una reunión con un capitán de apellido Mulfro, se acordó empezar a matar a las víctimas de las autodefensas con arma blanca, “ya que las fiscalías de Bogotá y Cúcuta estaban presionando al Ejército para tomar acciones frente a los asesinatos” que se venían cometiendo en la región.
“Se optó por eso para que la Fiscalía creyera que los homicidios con arma blanca eran cometidos no por factores armados, sino por riña o problemas familiares o delincuencia común. Esto se hizo con el fin de evitar investigaciones de la Fiscalía”, dijo Molano.
El tribunal consideró que aunque esa no fue una práctica recurrente entre los ‘paras’ de la zona, como sí lo fue amarrar a sus victimas, es evidente que fue una salida para intentar ocultar la “muerte masiva de integrantes de la población civil” a manos de las autodefensas.
En la sentencia está documentado el asesinato de Hernán Pérez, un vigilante de un colegio en Ábrego (Norte de Santander). Hasta su lugar de trabajo, en donde la víctima se encontraba con su hijo menor de edad, llegaron cuatro paramilitares, que se lo llevaron en una camioneta y le causaron varias heridas con un cuchillo, ocasionándole la muerte.
Otra de las víctimas, que aparecía en una lista de supuestos auxiliadores de la guerrilla, fue abusada sexualmente, golpeada y luego herida con arma blanca. La mujer se encontraba con su mamá y su hijo cuando fue secuestrada por ocho paramilitares.
“Yo me quedé afuera, dentro de un carro, con otro joven de seguridad. Luego de 25 minutos de espera, fui a verificar lo que pasaba. Una vez ahí, vi que le habían propinado varias heridas con arma blanca. La señora estaba viva y fue ahí cuando yo saqué una pistola y le di un disparo para que falleciera en el acto (...). La orden fue ultimar a la víctima con solo los impactos de arma blanca, no con todos los que recibió”, dijo el desmovilizado.
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