Entonces eran 450 hombres, todos de buena contextura física y que sabían leer, escribir y contar, y sin antecedentes penales ni vicios, pero sí cultos y de buen trato. Fueron los primeros miembros de lo que hoy es la Policía Nacional, una institución que ha estado ligada a buena parte de la historia del país.
Estos hombres estaban bajo el mando del comisario especial Juan María Marcelino Gilibert, un francés que fue contratado por el gobierno colombiano para organizar el Cuerpo de Policía, como se llamó en un principio. Gilibert fue a la vez designado director y su oficina funcionaba en el segundo piso del Hotel Universo, ubicado en la calle 10.ª entre carreras 10.ª y 11, en el centro de Bogotá.
Casi dos meses le tomó a Gilibert tener listos a estos hombres para la presentación oficial –el 10 de enero de 1892, en un desfile en la plaza de Bolívar–, tras la expedición del decreto 1000 del 5 de noviembre de 1891, con el que se daba cumplimiento a la Ley 23 de 1890 que ordenó crear el Cuerpo de Policía, y le asignó 300.000 pesos.
El mayor Humberto Aparicio, director del Museo de la Policía y quien es el miembro activo más antiguo, cuenta que el uniforme de los primeros policías era similar al que usaba la gendarmería francesa. Vestían uniforme azul, con casaca adornada con dos líneas de botones; botas y cubrecabezas (gorra).
Antes de la creación del Cuerpo de Policía, adscrito al Ministerio de Gobierno, existían policías municipales y departamentales y los ‘serenos’. Todos ellos eran nombrados por el alcalde o gobernador de turno y siguieron existiendo hasta mediados del siglo pasado.
Los ‘serenos’ –que podrían parecerse a lo que hoy son los vigilantes– vestían ruana y sombrero y trabajaban especialmente de noche. Ellos cumplían funciones de vigilancia, control de chicherías, anunciaban la hora y eran los encargados de prender los faroles de petróleo que alumbraban las empedradas calles de la ciudad.
Primer policía asesinadoUn año después de su nacimiento, al Cuerpo de Policía le tocó su primer y gran reto: contener la revuelta de los artesanos, en la cual varios de sus cuarteles fueron tomados. Como resultado del alzamiento, que el mayor Aparicio compara con el Bogotazo (el 9 de abril de 1948), falleció el agente Julio Martín, quien se convirtió en el primer policía muerto en la historia de la institución. En esos hechos, que fueron controlados por el Ejército, fallecieron más de 50 personas.
En el mismo año de 1893, aún bajo la dirección Gilibert, surgieron la Policía Montada, el Servicio de Bomberos, la Comisaría de Policía Judicial, la Caja de Gratificaciones (una especie de caja de compensación) y la Gendarmería Nacional, nombre este que 10 años más tarde (1903) adoptaría de manera efímera (por solo tres años) la institución. Dos años después le fue encargada la vigilancia de las prisiones (función que varias décadas después asumió el Inpec).
Escuela de detectivesA principios de la segunda década del siglo pasado, ante los desafíos que se iban presentando en el esclarecimiento de hechos delictivos, se creó la primera escuela de policía. Fue así como en 1914 nació la Escuela de Detectives (hoy es Escuela de Investigación Criminal de la Dijín).
Y solo hasta 1940 abrió sus puertas la Escuela Nacional de Policía (hoy Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander), cuya construcción inició tres años antes en un terreno de la hacienda Muzú, en el sur de Bogotá, y fue dirigida por un civil. Allí recibieron instrucción policías municipales, departamentales y nacionales.
Diez años más tarde, nació la Escuela Gonzalo Jiménez de Quesada, ubicada en un terreno aledaño a la plaza de toros. A esta le siguieron las escuelas Simón Bolívar, en Tuluá (Valle); de Granaderos, en Espinal (Tolima), y de Carabineros, en Manizales, entre otras.
Para ese momento, y la preocupación de tener una institución más profesional, al país ya habían llegado varias misiones extranjeras, las cuales apoyaron en la formación de los miembros y en la organización de la Policía.
Licencian a los policíasCasi cuatro décadas después de su nacimiento, mediante la Ley 72 de 1930, a los policías –igual que a los militares y a las unidades de policía municipales y departamentales– les quedó prohibido ser deliberantes. Esto con el fin de apartar a sus miembros de la lucha partidista en la que se enfrentaron liberales y conservadores y de la que la Policía no fue ajena.
De hecho, el mayor Aparicio recuerda la participación de un reducido grupo de miembros en los desmanes del 9 de abril de 1948, lo que llevó al gobierno de turno (de Mariano Ospina Pérez) a licenciar a todos los policías y a entregar esas funciones al Ejército. Al cabo de un año, renació el Cuerpo de Policía y la Escuela General Santander reabrió sus puertas.
Ya en el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, considerado uno de sus ilustres hombres, se dispuso que la Policía pasara a ser el cuarto componente de las Fuerzas Armadas –al lado del Ejército, Armada y Fuerza Aérea–, se crearon los grados y se establecieron los requisitos para ascender.
En ese periodo también se permitió que las mujeres pudieran ingresar a la Policía, que además pasó a depender del Ministerio de Guerra (hoy Ministerio de Defensa). Así fue hasta el intento golpista encabezado por el teniente coronel Hernando Forero Gómez que buscaba devolverle el poder a Rojas Pinilla, quien lo había entregado a una junta militar.
A raíz de estos hechos, la junta militar decidió entregarles en 1958 la dirección de la institución a sus propios miembros, y como director designó al teniente coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya. Un año después, el gobierno de Alberto Lleras Camargo nacionalizó la Policía, con lo que todas las unidades municipales y departamentales entraron a depender de un solo mando, como lo sigue siendo hoy en día.
En las últimas décadas, la Policía Nacional siguió evolucionando y adquirió estatus constitucional como fuerza de naturaleza civil, pero también empezó a enfrentar nuevos desafíos, como hacer parte de misiones humanitarias de Naciones Unidas y la guerra contra el narcotráfico, el secuestro y la extorsión, hechos que la convirtieron en un referente internacional y la han llevado a ser miembro destacado de las diferentes organizaciones de policías que existen actualmente en el mundo.
EL TIEMPO
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