Carlos Villamil, director de Justicia Transicional de la Fiscalía, afirma que los procesos contra los desmovilizados de las Autodefensas están avanzando mucho más ahora que en los primeros años del modelo. Afirma que la reforma del 2012 introdujo figuras como las macroimputaciones y las sentencias anticipadas que han agilizado los procesos. (Lea también: Justicia para los 'paras', a mitad de camino luego de once años)
¿Por qué el proceso de Justicia y Paz va tan lento?
Colombia nunca había entrado en el ámbito de la justicia transicional. Cuando surge la Ley 975 (en el 2005) se dejó que el modelo avanzara sin entender que esto va por una vía diferente a la de la justicia ordinaria en temas de procesabilidad, de pruebas y métodos. Con la Ley 1592 del 2012 hubo una reforma que permitió que esto avanzara y hoy podemos ver los resultados. Los seis primeros años de Justicia y Paz fueron sin duda de un costoso aprendizaje.
¿Qué experiencias deja esta justicia transicional para el futuro?
La justicia transicional está hecha no para juzgar hecho por hecho, sino el patrón criminal del delito y garantizar el retorno de una sociedad a la normalidad, que los actores del conflicto vuelvan a la civilidad y garantizar a las víctimas reparación y no repetición. Los bloques paramilitares actuaban en cumplimiento de políticas y por eso sus comportamientos pueden enmarcarse en patrones.
Pese a estos once años van pocas las sentencias. Van apenas 43...
Nuestro indicador no se apega a las sentencias. La verdadera medición es a cuántas víctimas se les han garantizado sus derechos. Si esto sigue creciendo, aspiraría que en 5 o 6 años se esté cerrando el proceso de imputación a los paramilitares.
¿Cómo ha sido el trabajo de ubicación de víctimas de los crímenes de los ‘paras’?
Cuando empezamos en el 2006 a exhumar era complicado entrar a algunas zonas por los hostigamientos de la guerrilla o de las bandas. Ya podemos acceder a más zonas, pero, por ejemplo, en el Catatumbo sigue siendo complicado. La geografía del país es compleja y es conocido que hubo cierta práctica de desaparición. Salvatore Mancuso, por ejemplo, tenía hornos para incinerar a las víctimas. El bloque ‘Elmer Cárdenas’ o el Bananero, en Urabá y el Chocó, las arrojaban a los ríos. Esa fue la dinámica del conflicto y es complejo explicarlo a las familias porque siempre estará el anhelo de hallar el cuerpo.
¿Qué ha pasado con los exparamilitares que se han retirado de Justicia y Paz?
Muchos renunciaron al proceso y ahora se quieren regresar. Se retiran porque algunos creen que de esa manera niegan los hechos y no pueden ser investigados. Pero con los hechos que ya confesaron o si han sido asociados a otros delitos pagarán ante la justicia ordinaria.
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